¿Estamos listos para los empleos del futuro?

¿Estamos listos para los empleos del futuro?

Asumamos que fuimos preseleccionados a las próximas olimpiadas, las cuales se realizarán en el año 2020. Pero hasta dentro de una semana antes de que comiencen, no sabremos en qué deporte vamos a participar. Esta reflexión la hizo en una charla Santiago Bilinkis y me pareció muy acertada para reflejar la situación en la que nos encontramos con los trabajos del futuro: Sabemos que todo el paradigma del empleo va a cambiar, sabemos que tenemos que estar preparados, pero no sabemos para qué tipo de empleo tenemos que entrenarnos.

Hoy ya tenemos robots que nos reemplazan en numerosas fuentes de empleo. Hay robots barman que preparan cócteles. Hay robots maleteros que ordenan el equipaje de los turistas en los cruceros. Hay robots recepcionistas que nos reciben al ingresar a un hotel, los cuales son capaces de cobrarnos, ingresar nuestros datos, escanear el pasaporte y entregarnos la llave de nuestra habitación. Estos ejemplos son todos de la industria del turismo. Pero, ¿qué pasa con el transporte? Aquí parece también haber una revolución que se avecina. Hoy están avanzando muchísimo los servicios de logística, en donde los comercios digitales minoristas desean entregar sus pedidos con drones por el aire. Por su parte los choferes parecen cada vez tener menos futuro. Ya existen vehículos autónomos de Google y de General Motors y hay empresas como Uber que desean marcar el paso de la gestión y utilización de estos autos. Por lo que taxistas y remiseros dejarían de existir en un futuro muy cercano. Pero vayamos a los transportes más pesados, por ejemplo los camiones: en el 2018 ya hubo pruebas de transportes de mercaderías con camiones autónomos (conducidos sin ningún humano) por carreteras comunes por un recorrido de 150 kilómetros. Entonces, ¿dejan de existir los camioneros? ¿Y con ellos los sindicatos que los agrupa?

Hasta ahora hablamos de oficios y profesiones sin estudios universitarios, pero en el último libro de Andres Openheimer, el autor hace referencia a los médicos y abogados. En numerosos estudios jurídicos norteamericanos ya existen robots abogados que resuelven juicios simples de divorcios y sucesiones. A través de inteligencia artificial, algoritmos y una base de conocimientos que ningún humano puede tener a disposición, este tipo de casos ya no requiere de abogados humanos que intervengan. Lo mismo sucede en el campo de la medicina, particularmente en la dermatología ya existen aplicaciones de celulares en donde uno puede sacar una foto a una mancha, lunar u otro signo que preocupe a un paciente y la aplicación responde al instante si esa foto de la piel no presentará ninguna complicación o bien, si requiere de un estudio más detallado para que un médico humano lo revise; esta simple acción reduce enormemente la cantidad de consultas al galeno.

¿Acaso, no todos vimos el avance de la robótica en los comercios de comida rápida, donde uno hace el pedido y abona a través de una pantalla táctil? ¿Cuánto tiempo más habrá un empleado en una cabina de peaje para cobrar el pase de nuestro viaje?

Como dato de color –oscuro- la Argentina posee una tasa de empleos reemplazables en los próximos años por robots del 64% según un informe presentado por el Banco Interamericano de Desarrollo, mientras que la media mundial es del 47% según un estudio de la Universidad de Oxford.

En definitiva, ni los más expertos futurólogos pueden advertir lo que vendrá. Lo cierto, es que debemos ser aliados de las nuevas tecnologías, apalancarnos en sus ventajas y empoderar aspectos intrínsecos de los humanos como la inteligencia emocional. Además, veremos un mundo con menos horas laborables y más tiempo para dedicarle a nuestras familias, amigos, a nuestro cuerpo y nuestra mente.

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