ESTE EXTENSO ESTUDIO COMPROBÓ LO QUE YA SABÍAMOS: LA AGRICULTURA ECOLÓGICA ES MEJOR
Explotar a la naturaleza ya no es opción, ni siquiera para los que sólo quieren usarla para producir masivamente.
La naturaleza y su biodiversidad han sido expoliadas para que podamos seguir produciendo lo que nuestros vertiginosos estilos de vida reclaman. En ese frenesí, pocas cosas han resultado más dañadas que la propia tierra: el suelo del cual brotan los alimentos que nos sustentan.
La agricultura negligente, que sobre-explota los campos, se presenta como una amenaza global por su forma de manejar los recursos naturales. Esta ha causado la degradación de la tierra debido al sobre-pastoreo, al uso excesivo de pesticidas y al mal manejo del agua, entre otras cosas. Además, esta práctica contribuya enormemente al cambio climático, el cual a su vez provoca el detrimento del cultivo de la tierra.
Por eso es urgente volver a otros esquemas y métodos de agricultura ecológicos y sustentables. Esto, contrario a lo que muchos piensan, no será un retroceso, sino una evolución.
Alta productividad de cultivos sustentables
No sólo el campo puede ser 100% sustentable, sino que bajo una agricultura ecológica puede ser más productivo. Así lo comprobó un estudio reciente realizado por 17 universidades, en el cual se analizaron sistemas de agricultura sustentable, los cuales no sólo son mejores para el ambiente, sino que incrementan la producción de cultivos (y por ende, de comida).
Lo que pudieron comprobar las distintas instituciones es que la llamada “intensificación sustentable de la agricultura” está rindiendo frutos en donde se está aplicando, es decir: en 163 millones de granjas en el mundo. Esto marca un nuevo paradigma para la agricultura mundial, y podría ayudar a la soberanía alimentaria de comunidades y países enteros.
La agricultura ecológica busca un equilibrio entre productividad y y sustentabilidad. Sus modelos son diseñados según las necesidades del ecosistema e incluso toman en cuenta entorno social. De esta forma las granjas pueden poner en práctica técnicas alternativas de agricultura (por ejemplo, de control de pestes, micro-irrigación, rotación de cultivo, mantenimiento manual de la tierra, etc.), generando un equilibrio efectivo entre trabajo, gastos y productividad que termina siendo favorable para los agricultores sin dañar al medio ambiente.
Además, los cultivos producidos en granjas donde se utiliza la agricultura ecológica son más saludables que los de la agricultura convencional.
Estas son buenas noticias (que ya sabíamos o por lo menos intuíamos). Pero cabe seguir profundizando en la cuestión y pensar en que las nuevas formas de relacionarnos con la naturaleza deben venir de una renovada concepción de esta, así como de una aproximación que parta de los conocimientos ancestrales de los que nos hemos alejado, y que tienen como eje rector el respetar los ciclos naturales de la tierra.
Por eso decimos que se debe volver a paradigmas sustentables.
Además se deben cuestionar otros paradigmas contemporáneos, como el del progreso y la productividad: ¿en verdad hace falta producir más comida? Si sabemos que más del 40% de ésta se desperdicia, ¿no habrá que cambiar también otras prácticas, como el de la manera como se distribuye la comida, o la manera en la que la consumimos?