Esto es lo que pasa cuando quieres cambiar y no das con la tecla correcta.

En general, todo empieza como un reto intelectual.

Has decidido mover ficha y salir de tu “situación profesional (y personal) incómoda”. Has estado mirando varios programas en diferentes escuelas de negocios. Has decidido invertir tus ahorros en una formación que crees que te sacará de tu “mala racha” en el trabajo y te llevará al siguiente nivel.

Así que te pones manos a la obra.

Inviertes miles de euros en una formación que durará entre tres meses, mínimo, y un año. Por el camino sufres de lo lindo: sacrificas planes, amigos, familia, horas de sueño y horas de tu actual trabajo. Finalmente logras hacerte con el título.

Reto superado.

Y ahí se cierra la trampa.

En los próximos meses resulta que:

• no te da tiempo de interiorizar e implementar tantos conocimientos nuevos
• no todo lo aprendido es útil para tu puesto o proyecto actual
• tu entorno (jefe, pareja…) no reconoce tus esfuerzos

Y resulta que tu insatisfacción y tu falta de motivación siguen ahí.

Te das a ti mismo todo tipo de justificaciones y el tiempo va pasando.

Habrás perdido centenares de horas y energía intentando sacarle partido a tus nuevas hard skills.

Estás súper agobiado porque vuelves a la casilla de salida. Tu situación sigue siendo casi la misma; con unos cuantos conocimientos más en tu cabeza y con unos cuantos euros menos en tu bolsillo. 

Tienes la autoestima bajo tierra porque ves que gran parte de tus nuevos conocimientos los podrías haber descubierto tú por tu propia cuenta.

Tu malestar sigue ahí y no sabes por qué.

Aun así, tu determinación es fuerte, y vuelves a apostar por otro tipo de formación mucho más enfocada. Ya ha pasado más de un año desde tu máster. Te apuntas a un postgrado o curso sobre otro ámbito que crees que es clave para tu impulso profesional.

Y vuelves a seguir el mismo modus operandi: focalizas el problema fuera de ti. Y de nuevo te pones a correr en la rueda como un hámster:

• estudias
• duermes poco
• no haces deporte
• comes peor
• estás menos tiempo con tus amigos o familia

Esta vez es peor que lo anterior, porque has generado muchas expectativas en tu entorno, pero tú sabes que sigues en tu punto de partida.

Otros meses gastados para nada. Sigues perdido. Te sientes vacío. Sin apenas fuerzas.

Ya no te crees capaz de cambiar tu situación profesional (y personal).

Y lo peor de todo es que has perdido 2 años de tu vida porque no te has parado a pensar en tus necesidades reales.

Tu propósito no es ser el súper CEO o el próximo gurú de tu especialidad. No es tu sueño.

Tu sueño es sentirte realizado para poder ofrecer tu mejor versión al mundo.

Si sigues la ruta aparentemente obvia, nunca lograrás sentirte pleno y poder dar lo mejor de ti mismo.

Esto es lo que pasa cuando estás desconectado. No has mirado dentro de ti y no te has dado la oportunidad de escucharte y averiguar qué es aquello que realmente te hace vibrar.

No tienes claridad ni foco sobre quién eres y lo que necesitas. Y por eso pruebas con cosas que puedan suplir esa falta de reflexión interna.

Pierdes tiempo, dinero y energía. No lo hagas.

Yo ayudo a personas como tú a encontrar su plenitud laboral y personal para que puedan desarrollar su máximo potencial y así sentirse realizados y valorados. 

El mirarse a uno mismo y no buscar los recursos fuera lo cambia todo.

Después de conectarte, ya puedes mirar fuera.

Si ya has empezado esta ruta o si eres consciente que no estás en el camino que necesitas, te animo a reservar una minicharla estratégica conmigo. En unos 20/25 min te explicaré cómo enfocar y dar los primeros pasos más inteligentes hacia tu propia reinvención profesional.

Descubrirás que la ruta que te lleva a tus sueños no pasa por soluciones externas a ti.

Si me das 20/25 min de tu tiempo en una conversación 1 a 1, te lo cuento todo.

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