Estrés Cuidador y Ancianidad - por César Grimaldi - Psicología Preventiva

Numerosas consultas se reciben a diario por estrés cuidador. Especialmente asociadas a la salud - enfermedad de los adultos mayores.

Son generalmente sus hijos quienes se presentan solicitando asistencia psicológica o psiquiátrica para sí mismos con relación a sus padres ancianos y al afrontamiento que implica responder a los debidos cuidados que éstos requieren; o al concomitante dolor que la situacion les genera.

De igual modo se presentan en caracter de acompañantes o familiar responsable, solicitando servicios de evaluación diagnóstica, tratamiento u orientación frente a diferentes cuadros del familiar geronte. Derivados por distintas especialidades médicas, ocasionalemente los ancianos también acuden solos, solicitando atención por salud mental, para sí mismos.

Según el padecimiento y el autovalimiento, la conciencia de situación y/o la red de contención familiar disponible, las múltiples consultas se sucitan por sí o por terceros.

  • Los ancianos son, el motivo de consulta para su familiar referente
  • Los ancianos son traídos (acompañados) a consulta.
  • o acuden solos y según el caso (debemos citar familiar referente).

No todas las personas, ni en cualquier momento de su vida poseen los recursos simbólicos necesarios para afrontar sucesos asociados a problemas de salud de sus seres queridos o propios.

Cuando se trata de la declincación de los ancianos se observa significativa y recurrente dificultad, sobre todo en lo referido a tolerancia y paciencia, autoridad y fortaleza.

Sin visivilidad social ni prevención en salud mental, resulta en el ejercicio clínico una tarea permanente, la contención y orientación a ancianos y familiares que acuden por asistencia psicológica o psiquiátrica. Las maniobras defensivas de los hijos, basadas en la negación, desconocimiento o falta de recursos, evidencian angustia a la vez que dan cuenta de la complejidad que revisten las situaciones asociadas al envejecimiento no saludable o declinación por enfermedad física o mental de los ancianos.

Las frases prevalentes ( un universo habita tras cada una de ellas)

Los hijos se presentan diciendo:

  • Es natural que se desmejore, hay que prepararse para cuando ya no estén... me pone mal verla/o así.
  • Siempre tuvo mal carácter... se olvida de todo...
  • Se arregla bastante bien sola/o pero se la pasa haciendo rclamos o quejándose de todo.
  • Yo tengo a mis hijos, no puedo estar en todo.
  • No se qué hacer, no puedo más, no aguanto más...
  • No colabora y dice cosas feas...

Los viejos se presentan diciendo:

  • Parece que estan esperando que me muera...
  • Me hacen sentir que soy un peso...
  • No puedo decir nada que me gritan...
  • Ya no me traen a los chicos, cuando siempre se los cuide (refiriéndose a los nietos)
  • Si yo no llamo por teléfono ni me llaman, siempre están ocupados...
  • Yo no quiero molestar, ellos tienen sus problemas...

De allí tal vez se explique ver tanto paciente de la 3ra. o 4ta. edad, no siempre autoválido, ocupándose de su salud - enfermedad.

Basta con observar los centros de salud para visualizar la cantidad de adultos mayores solos, sin apoyo familiar.

A veces asistidos con su cuatro o trípode bastón, por algún taxista que ha realizado el traslado.

Ocasionalmente desorientados entre pasillos, limitados en su audición, visión, marcha o cognición... deambulando buscando algún sector o se apostan aguardando ser llamados por algún doctor.

Claro, también estan aquellos que conservan formidable su entereza, siendo quienes eventualmente, ofician de orientadores, colaborando con los otros.

En algunos casos, se los ve asistidos por alguna dama de companía o cuidadora no terapéutica. También si no ha llegado la viudéz, se ven entrañables compañeros, añosos matrimoños asistiéndose ( a veces gruñéndose, a veces devotos).

Existen también hijos hidalgos llenos de amor y/o sabiduría que parecen haber comprendido que el soporte al familiar anciano es, un deber ético ineludible y también un derecho. Solemos verlos siempre, de algún modo presentes.

Se observaen el trabajo clínico que hay viejos que justifican docilmente y en aparente cabal comprensión a sus hijos, aunque éstos no sean hidalgos y rocen lo abandónico. Y hay hijos, que por hidalgos, a veces por omnipotentes, contienen desmesurados reclamos de los viejos, por franca dificultad en la puesta de límites. Demandas de éstos que impresionan manipulatorias tendencias de imperemne vitalidad.

Ni buenos, ni malos, ni víctimas ni victimarios. Lejos de toda apreciación maniquea, la realidad y su complejidad en materia de estrés cuidador y ancianidad debe ser tratada, a mi criterio, más allá de lo moral, enmarcándola en una dimensión ética universal - singular sin particularismos, asumiendo su dimensión social.

Atentos siempre a la subjetividad, la prevención debe considerar para su actuación, el dolor subyacente, el desconocimiento y la falta de información y visivilidad al repecto de éstas cuestiones.

El paso del tiempo, inevitablemente transforma y modifica nuestra interioridad y contexto. Además de nuestro cuerpo, el cuerpo social se percibe distinto. Las nuevas tecnologías y modos de relación, la celeridad de lo cotidiano, la burocratización, la prisa en la gran ciudad, etc. ubica a las personas de la 3ra. o 4ta. edad frente a estresores, no fácil de atravesar.

Estresados, pueden tornarse irritables, angustiarse, entristecerse, deprimirse y hasta ocasionalmente desear la propia muerte. Situación ésta que inevitablemente impacta en su entorno familiar o dialécticamente es la resultante del impacto que éste tiene en ellos. He tenido ocasión, de profundizar el conocimiento en el ejercicio clínico, sobre las secuelas del estrés cuidador. Suelo advertir, toda vez que trabajo en prevención, acerca de la necesaria comprensión sobre los propios límites y potencialidades de quien acompaña a un familiar enfermo.

Es siempre doloroso para los hijos ver declinar a sus padres y mucho más si éstos se tornan poco colaboradores, irritables (ya sea con justa causa o como resultado de una añosa patología del carácter). Se acrecienta la movilización de angustia, cuando los viejos tienden a proferir ideas tanáticas de contenido autolítico.

La falta de registro y comprensión entre lo necesario y lo posible en cuanto a recursos simbólicos por parte de los familiares, resulta una noxa de considerable toxicidad para el paciente y también para su entorno.

El corolario culpógeno suele ser el principal núcleo del estrés cuidador (en adultos neuróticos). Activándose en toda su magnitud como autorreproche pertinaz, en ocasión de pérdida ulterior e inminente trabajo de duelo. Promover reposicionamiento subjetivo por reparación en psicotrapias de insight previene duelo patológico en consulta temprana.

La ocasional y/o frecuente dificultad para manejar el contenido ansiógeno o la irritabilidad que puede generar en la familia la debida asistencia de cuidados, constituye desprendimiento de angustia causando dolor a sí mismo y al paciente anciano.

No es lo mismo ser anciano en occidente, en oriente, en sociedades con mayor distribución de la riqueza o en los denominados paises subdesarrollados.

La dimensión económica no altera la cosmovisión que una sociedad pueda tener de los ancianos, pero sí la calidad de vida y salud con la que las personas arriben a la vejez.

Las espectativas de vida en los denominados paises desarrollados, supera ampliamente a la de los considerados en vías de desarrollo.

Conclusiones

  • El estrés sea cual fuere su índole, nunca es un mal menor ya que puede generar enfermedades múltiples físicas y mentales, accidentología y convinado con otras yerbas homicidios y suicidios.
  • La declinación o requerimiento de cuidados especiales en adultos mayores impone un incremento de la ansiedad tanto para sí como para el entorno. Esta se manifiesta con riesgos concomitante de trastornos posibles varios, depresivos, somatomórficos, relacionales, identitarios, etc. Sueño y orexia deben ser conservados y estables. Deben descartarse riesgo autolítico, productividad psicótica y deterioro cognitivo. Las pautas de alerta a tiempo al respecto de circunstancias tales contribuye a la prevención de riesgos.
  • Reconocer el propio límite no implica la depositación automática en 3er nivel si no hay criterio médico - psicológico de institucionalización. Alternativas previas pueden ser eficaces si hay red de contención y asesoramiento especialista.

Muy, muy bueno tu artículo César, gracias por hacérmelo llegar!

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