Farmacia y cannabis: dos propuestas y una advertencia
La semana pasada, desde la Organización Farmacéutica Colegial presentamos nuestro posicionamiento ante la Subcomisión de análisis de la regulación del cannabis para uso medicinal del Congreso de los Diputados. Los hicimos en representación de los más de 76.000 farmacéuticos colegiados de nuestro país, expertos en el medicamento y en la preservación de la salud pública; y, como siempre, con una actitud constructiva: con dos propuestas y una advertencia
Sin entrar en el debate sobre diferentes consideraciones del cannabis, solo recordaré que dentro de ese concepto existe una amplia variedad de preparados y productos que pueden contener diferentes principios, con distinta actividad y efectos; además de alertar sobre los riesgos de uso lúdico del cannabis, los efectos nocivos para la salud pública que supondría su legalización.
Si nos centramos en la aplicación terapéutica de los productos derivados del cannabis, en España existen dos medicamentos comercializados, que cuentan con la correspondiente autorización de la AEMPS, y que tienen la consideración de diagnóstico hospitalario. Por tanto, medicamentos que deben ser prescritos por un médico especialista y aun pudiéndose dispensar en las farmacias comunitarias, el Ministerio de Sanidad ha establecido una reserva singular, limitando su dispensación en el ámbito financiación por el Sistema Nacional de Salud, a los servicios de farmacia de los hospitales.
Existe una importante demanda de pacientes que no responden a los tratamientos de dolor, y que solicitan que se investiguen vías de tratamiento con derivados del cannabis para su uso medicinal
La consecuencia es que los pacientes tienen que acudir a los hospitales, con el consiguiente impacto en tiempo y costes por desplazamientos innecesarios, sobre todo si tenemos en cuenta que siempre disponen de una farmacia comunitaria de cercanía. Para poner fin a esa situación, una alternativa sería impulsar una dispensación colaborativa entre farmacéuticos de hospital y farmacéuticos comunitarios, como ya se ha hecho durante la pandemia con este tipo de medicamentos de reserva singular en muchas Comunidades Autónomas, mejorando la continuidad asistencial y la satisfacción de los pacientes.
Al mismo tiempo, somos conscientes de que existe una importante demanda de pacientes que no responden a los tratamientos de dolor, y que solicitan que se investiguen vías de tratamiento con derivados del cannabis para su uso medicinal; y que actualmente acceden a estos medicamentos por el procedimiento uso compasivo para indicaciones distintas a las autorizadas. Para atender esa demanda respecto a productos sin suficiente evidencia científica, y en la que todo momento debe primar la garantía de la protección de la salud pública y la seguridad del paciente, desde el Consejo General de Farmacéuticos ofrecemos dos propuestas.
La primera de ellas es que la Agencia Española del Medicamento y Productos Sanitarios (AEMPS) pudiera autorizar estos medicamentos -bien como productos concretos, bien como de fórmulas magistrales- para determinadas situaciones clínicas muy bien definidas. De esta forma y con la correspondiente prescripción, podrían ser elaboradas y dispensadas por los farmacéuticos comunitarios para asegurar su disponibilidad a través de la red de farmacias, garantizándose la seguridad de los pacientes, la educación sanitaria y la equidad en el acceso a los tratamientos.
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Mostramos nuestra disposición a colaborar con las autoridades sanitarias para diseñar y desarrollar conjuntamente una prueba piloto controlada, al igual que se ha hecho en otros países como Francia
La segunda propuesta parte de nuestra disposición a colaborar con las autoridades sanitarias para diseñar y desarrollar conjuntamente una prueba piloto controlada, al igual que se ha hecho en otros países como Francia. Para ello sería necesario cumplir tres requisitos: un marco legal que lo permita; cumplir los requisitos que marque la AEMPS; y definir un protocolo de actuación con las condiciones en las que se podrían prescribir estos productos, previamente autorizados para la prueba, el perfil de pacientes y médico prescriptor, así como la situación clínica y las condiciones a cumplir por las farmacias. Los resultados de esta prueba piloto contribuirían a esclarecer el comportamiento de los derivados del cannabis en su uso medicinal; y en qué condiciones debe realizarse. También permitiría abordar aspectos como su posible financiación, programas de farmacovigilancia, mitigación de riesgos derivados de un mal uso, o evaluación de resultados clínicos.
Y debemos sumar una advertencia. Se está generando un mercado al límite de la legalidad, y en muchos casos claramente en contra de la ley. Productos a los que se les atribuyen falsas propiedades terapéuticas, sin eficacia y calidad controlada, sin garantías y de dudosa fiabilidad, que podemos encontrar en numerosas webs
A estas propuestas, debemos sumar una advertencia. En los últimos años se ha admitido el uso del extracto y el aceite de ciertas partes del Cannabis sativa y CBD en productos cosméticos. Si hace tres años había tan solo dos cosméticos con CBD en su composición, ahora hay casi cien. Productos que cumplen con la legislación cosmética y que en ningún caso pueden tener indicaciones terapéuticas. Pero más allá de esta situación, se está generando un mercado al límite de la legalidad, y en muchos casos claramente en contra de la ley. Productos a los que se les atribuyen falsas propiedades terapéuticas, sin eficacia y calidad controlada, sin garantías y de dudosa fiabilidad, que podemos encontrar en numerosas webs y tiendas franquiciadas, generando un claro engaño a los ciudadanos y poniendo en riesgo su salud. Una situación que exige ser estrictos en la aplicación de legislación, incluso reforzándola, para que se incluyan advertencias de uso o incluso limitar su concentración, y se limite la oferta de estos productos derivados del cannabis accesibles en establecimientos no sanitarios y de dudosa fiabilidad, sin un control de calidad ni en composición ni en sus indicaciones de uso.
En conclusión, hay una realidad que necesita respuestas -la regulación del uso medicinal de cannabis- y hay una profesión sanitaria experta en el medicamento y salud pública que ofrece su conocimiento y comparte sus propuestas para encontrar las mejores soluciones posibles. Ahora toca a los legisladores y a las autoridades sanitarias hacer su trabajo.
Comparto enlace a mi exposición ante la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados - Posicionamiento de los farmacéuticos ante el uso del cannabis con fines terapéuticos - YouTube