Finanzas en días de COVID 19
Sin duda estas semanas han sido para todos nosotros bien difíciles de comprender y entender, debido a la partida anticipada de tantas personas queridas, y ver muy íntimamente lo frágiles que somos como individuos, y no me refiero al apoyo que como sociedad hemos recibido de manera paupérrima de parte de las entidades del Estado, sino por darnos cuenta que lo que dábamos por sentado ya simplemente no está o nos cuesta demasiado conseguirlo. Nuestra sociedad debe tener un cambio radical en la manera que todos vemos la cosa pública. Tanto daño nos ha hecho la corrupción, la desidia, ineptitud y a veces desgano de quienes fungen como autoridades; no obstante, aplaudimos, y de pie, a todos los doctores, enfermeros, personal de limpieza, oficiales de seguridad, policía, ejercito, guardias, sacerdotes, quienes entre muchas otras personas e instituciones que han hecho esto un poco más llevadero.
Y a todo esto que se repite a lo largo y ancho de todo el planeta, se suma la caída de las principales economías en Asia, Europa y Estados Unidos donde los indicadores de las Bolsas de Valores como el NYSE registró caídas históricas en un solo día que llevaron a dicho índice bursátil a caer a casi 18,000 puntos cuando estaba sobre los 29,000 apenas un mes atrás; y todo esto acompañado de una caída de los precios del petróleo que hasta ahora afortunadamente ha tenido un ligero repunte para ubicarse por sobre los 15 dólares el WTI, lo cual, menos los descuentos ha ocasionado una afectación más a la ya débil y peligrosa situación fiscal, cuyo déficit pudiera superar los 12 mil millones de dólares este año. Todo este agravante sumado a la necesidad humanitaria de dejar de lado nuestros trabajos por casi ya 45 días puede causar un efecto dominó sobre la liquidez de la economía nacional. Según la CEPAL, se pudieran estimar perdidas de hasta 34 millones de puestos de trabajo en la región, con contracciones económicas hasta el 6% en nuestro continente, condiciones que ponen en delicada posición a los centros de creación de riqueza que son las empresas y los emprendimientos privados.
Usted me dirá, y con acierto, pero por que estamos presentando este escenario tan apocalíptico donde cuesta ver todo lo básico y nos preguntamos ¿Cuándo volveremos a trabajar, ¿cuándo volveremos a vender, a dar servicios, a producir, ¿cuándo podremos salir de nuestras casas a visitar y abrazar a nuestros seres queridos y cuándo se abren las fronteras? Y mientras más pasan los días esa angustia que la vivimos todas las personas, todas las familias, es aquella misma que tienen al interior todos los funcionarios de las unidades de negocio. Según los gremios del comercio prácticamente el 90% de todas las pequeñas, medianas y grandes empresas no han podido vender desde el 17 de marzo y han tenido que dar uso de la tan preciada y escasa liquidez con la que buenamente pudieron ahorrar para el normal desenvolvimiento de sus actividades como el pago de su nómina y proveedores, pago de créditos, y muy particularmente preparándose para una época donde el uso del efectivo es muy fuerte, esto es, cumplir con el pago de las utilidades a los trabajadores, el pago del decimo cuarto sueldo y el pago del impuesto a la renta, todo lo cual se realiza en el mes de abril. Si bien, y en hora buena, el Servicio de Rentas Internas concedió beneficios excepcionales para el diferimiento de la presentación, declaración y pago de ese impuesto a muchas empresas pequeñas, del sector turístico, de la exportación y de Galápagos, es muy lamentable no lo haya hecho para la totalidad de empresas y personas, pero eso es otro cantar. Claramente el Estado Ecuatoriano está pagando el alto precio de su manejo irresponsable de sus finanzas, que son nuestras finanzas. Ahora piensa seguir costeando el presupuesto general con otras contribuciones “únicas” y “solidarias” sobre el 5% las utilidades de las empresas, y sobre el salario de trabajadores públicos y privados en relación (y no necesariamente) de dependencia.
Y es en este ambiente donde todas las empresas han tenido que adaptarse en su interior, redefinir su modelo de negocio y operación, readecuar su logística, partiendo principalmente en el cuidado de su personal, coordinando las actividades que permitan una continuidad del negocio a través del trabajo a distancia, readecuando turnos, vacaciones, entre tantas otras actividades. Afortunadamente hemos visto casos en varias industrias donde el servicio, la logística, la utilización de las plataformas virtuales, han permitido que su actividad pueda mantenerse moviéndose, en un porcentaje muy inferior a lo habitual, pero generando ingresos (aunque tal vez marginales) que permitan tener flujo de dinero, generar trabajo para miles de personas, y así de a poco mover la microeconomía de las ciudades. También vemos como un respiro la probable apertura de la industria de la construcción, los permisos de funcionamiento para que los comercios puedan vender en línea sus productos, entre otros. Todos esperamos ya las nuevas políticas de no aislamiento sino de distanciamiento para retomar nuestras actividades. En ese sentido no tenemos que dejar de ver el centro del negocio de una empresa, que es fabricar o vender algún producto o un servicio, y mientras eso se logre, aunque de manera minúscula en estos momentos, su dinamización debe llevarnos en pocos meses a la normalidad.
Y son estas condiciones, esta incertidumbre, este constante cambio de la situación, lo que nos obliga a los responsables financieros a hacer una cosa principalmente, y que gira en torno a cuidar y maximizar la liquidez para mantener la rueda rodando, esto es, apoyar los procesos de las empresas para que esta pueda no sólo cubrir sus gastos y costos fijos y obligaciones, sino para que se pueda contar con los recursos necesarios para mantener y asegurar las operaciones de la empresa durante esta emergencia, y en adelante. Y en este criterio es importante ser claro y explicito, cuando me refiero a la empresa no solo me expreso a los accionistas, trabajadores, sino de todos a quienes el efecto multiplicador de la generación de riqueza alcanza, y ello incluye primordialmente a todos los acreedores comerciales, proveedores, empresas de servicios complementarios, empresas de servicios técnicos-especializados, compañías de seguridad, bancos y empresas de tarjetas de crédito, y si, también al fisco, al gobierno central y municipal. No obstante, este proceso de pago es ahora, y particularmente en esta crisis sanitaria donde se junta con una situación fiscal ya deprimente. La liquidez con la que cuenta el Gobierno, el sistema financiero y las unidades productivas debe ser la prioridad económica y financiera en este momento, y no hay que desmejorarla con nuevos impuestos. Solamente en marzo, el sistema financiero del país registró una caída de casi mil millones en sus depósitos comparados con el mes anterior. Si bien nuestra banca es muy sólida y solvente, deberá priorizar un proceso de refinanciamientos de créditos, que sumado a captaciones de nuevos depósitos que no crecen, se afectará su capacidad de gestionar nuevos desembolsos hacia los sectores económicos. Aun así, muchos bancos están realizando esfuerzos muy importantes concediendo desde ya considerables líneas de financiamiento en favor de sus clientes en estos momentos, y eso hay que reconocerlo.
La fuente de financiamiento con los bancos es una opción que las empresas tienen para solventar sus gastos; pero otra muy importante es el crédito comercial. Está muy claro que no podemos no pagar a nuestros proveedores, ellos son nuestros socios en la cadena productiva y comercial, ellos también tienen obligaciones que cumplir, tienen a su vez proveedores, trabajadores, deudas comerciales y bancarias y deben pagar impuestos, por tanto, cumplir el pago con ellos es imprescindible y vital en la sostenibilidad de las actividades económicas de las empresas. Lo que si tenemos que hacer es sentarnos a revisar con ellos planes de pagos bajo estas condiciones extraordinarias que estamos viviendo y les permita continuar sus operaciones con esta nueva normalidad, hasta que la situación sanitaria se mejore, y así retomar los términos que se hayan tenido historicamente. Esto no es sólo gestión económica, es solidaridad.
En esta época donde las empresas tienen que pagar su impuesto a la renta, el Servicio de Rentas Internas ofrece facilidades de pago hasta 48 meses, lo cual también es una fuente de financiamiento muy oportuna a las que las empresas y personas naturales podemos recurrir de manera sencilla en el portal del ente tributario. Si bien los gastos de intereses no son deducibles, el poder diferir el pago de este impuesto les da a los actores económicos una flexibilidad muy bienvenida al momento de hacer su flujo de caja.
Si bien todas estas iniciativas pueden darnos un respiro en estos tiempos de COVID, no podemos dejar nunca de mirar hacia adelante, las empresas siguen, y es la responsabilidad de los financieros mantener una posición de liquidez que pueda asegurar que las actividades productivas y comerciales no se detengan, y es aquí donde viene nuestro principal desafío en el mediano y largo plazo. Seguramente las condiciones sanitarias se mantendrán, la situación fiscal del país será más difícil, por lo que debemos empezar a ver mecanismos de financiamiento de mediano y largo plazo, y que en muchos casos permitirán la restructuración de pasivos. Debemos voltear la mirada a instrumentos del mercado de valores, organismos multilaterales o bancos extranjeros que puedan venir a operar en el Ecuador.
Espero todos volvamos a ver atrás en algunos meses y saber que de esto salimos mas fuertes, y sobre todo, más humanos.
CEO & Owner en ABC Acosta Business Consulting
4 añosExcelente narración Josè Miguel, sin duda alguna hay muchos enfoques económicos que afectas a varias industrias donde Cash Flow no se extiende se contrae y al mismo tiempo afecta en algunas industria su cadena de valor...... Saludos
Gerente Técnico en Promotora Inmobiliaria Métrica del Pacífico
4 añosMuy buen artículo José Miguel! Coincido plenamente con tus conceptos. Éxitos en esta nueva etapa que nos toca vivir!