FMI: ¿buena o mala opción?
¿Cómo están? ¿Cómo comenzaron la semana?
Luego de escuchar ya a mucha gente opinar sobre la conveniencia o no de pedir un préstamo al Fondo Monetario Internacional, quiero exponer mi opinión sobre el tema.
Primero, no quisiera dejar pasar el porqué llegamos a la situación en la que estamos. La liberalización total del mercado de cambios, la no obligación de liquidar los dólares en el país por parte de los exportadores y la displicencia con la que manejan la fuga constante de dólares, sea por turismo como por dividendos de las multinacionales es una invitación a un creciente déficit de la cuenta corriente del balance de pagos que no veo que el Gobierno esté intentando resolver.
Un préstamo no nos ayudará al respecto, sino que solo le dará aire al gobierno macrista para poder llegar a las elecciones del próximo año sin una fuerte crisis que lo esté azotando.
Las teorías que dicen que el Fondo nos ayudará a ordenarnos y a volver a crecer en el mediano plazo no son ciertas. Desde 1956 que Argentina ingresó al Fondo, sólo en 24 años no estuvimos bajo acuerdos con el FMI y en ese lapso de tiempo, mismo en los años que estuvimos bajo control riguroso del Fondo, Argentina no resolvió ninguno de los problemas estructurales que siempre presentó y que nos restringe a la hora de crecer de una manera constante y perdurable en el tiempo. Es decir, el Fondo no nos ayudará a corregir nuestros problemas macroeconómicos, sino que sólo se asegurará de que podamos devolver la deuda que solicitamos, y como durante estos dos últimos años la misma se duplicó en relación al PBI, los intereses de la deuda son tan grandes que se necesita recortar otros gastos para pagar dichos intereses y evitar nuevamente un default.
El Gobierno no sólo no corrigió los principales problemas estructurales que venía arrastrando la economía sino que empeoró la situación, potenciando con sus decisiones de política económica la vulnerabilidad a shocks externos o cambios de humor en otros mercados. Las corridas cambiarias del mes de mayo no fueron una casualidad, sino consecuencia de políticas imprudentes, que la mayoría de las veces pasan desapercibidas para la gente, mientras los grandes medios miran para otro lado.
Deberíamos solicitarle al Gobierno, primero que cualquier decisión fuerte de recorte pase por el Congreso y no sea mediante un DNU; segundo que comience por el gasto político, reduciendo la cantidad de ministerios y los sueldos de altos cargos de funcionarios públicos. Si hay que achicar el Estado, no sólo debe impactar en las clases sociales más desprotegidas. No pueden exigirle otra vez a la clase media que haga un mayor esfuerzo, que significa tener que disminuir bruscamente el nivel de vida cuando no se vislumbra lo mismo en nuestros representantes.
Me gustaría poder leer, por una vez en la vida, un plan integral de equilibrio fiscal y externo, donde se pongan de acuerdo sindicatos, cámaras empresarias y los representantes de las fuerzas políticas más importantes. Tenemos que definir qué país queremos y es una tarea muy importante para que lo haga un técnico del FMI.
Para finalizar, mi sugerencia a los pequeños empresarios es reiterarles que deben mantenerse dolarizados, cuidar mucho la cadena de pagos ya que la mora se va a comenzar a sentir cada vez más fuerte y mantener motivados y capacitados a los empleados, que son los que harán la diferencia en un país cada vez con menor demanda y más competencia por el precio. La diferenciación en la calidad de servicio que le ofrezcan al cliente será lo que los haga perdurar o desaparecer.
Que tengan una muy buena semana!
Gustavo
www.buenasinversiones.com.ar
Coincido con tus reflexiones