Guerreros empujando ideas

Para una selección de emprendimientos en la que participé en un concurso de proyectos emprendedores, pregunté por las bases y el criterio de clasificación. Uno de los organizadores nos entregó la pauta y resultó inevitable la discusión respecto a la ponderación que se le daba a dos de los aspectos que debíamos medir: innovación y espíritu emprendedor.

¿Qué era lo más adecuado dado el perfil de los postulantes y las bases del certamen? Aunque se mantuvo la equidad en esos dos puntos, es básico considerar que hasta el más innovador, si no cuenta con sangre de emprendedor puede ser idea perdida y, sin esa innovación, ¿cómo ser diferenciador?

Entonces, ¿cuál debería ser la ponderación para cada concepto? ¿Qué vale más a ese nivel de emprendimiento?, ¿el espíritu emprendedor o la innovación? Difícil determinar un criterio conciliador con el que todos quedemos conformes.

Todo emprendedor debe sortear muchas barreras, críticas, juicios de familiares y amigos incrédulos, trámites, certificaciones o permisos y, por supuesto, a la competencia.

Acostumbrada a revisar casos con inversionistas que examinan emprendimientos de alto impacto, no resulta difícil comprender que las motivaciones y necesidades son diferentes y que, en escenarios complejos, sin espaldas ni apoyo financiero, el espíritu emprendedor es fundamental, porque será el único que no deje de dar la pelea. El que cree en sí mismo y en su negocio, puede sobrellevar los conflictos. Pero sin duda que ni el más férreo de los Quijotes se puede sostener sin una idea original, innovadora y un modelo de negocio que al menos se pueda poner en marcha con miras al éxito.

Sea como sea, es estimulante escucharlos e inevitable salir recargada, sobre todo cuando el alma emprendedora viene acompañada de una permeabilidad a las críticas constructivas y a los consejos y cuando se encuentran casos destacados con gran proyección para hacer la diferencia en el mundo.

carolina.bianchi.consultora@gmail.com

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