Hace mil años, dijo el sultán de Persia:

Hace mil años, dijo el sultán de Persia:

Hace mil años, dijo el sultán de Persia:

– Qué rica.

Él nunca había probado la berenjena, y la estaba comiendo en rodajas aderezadas con jengibre y hierbas del Nilo.

Entonces el poeta de la corte exaltó a la berenjena, que da placer a la boca y en el lecho hace milagros, porque para las proezas del amor es más poderosa que el polvo de diente de tigre o el cuerno rallado de rinoceronte.

Un par de bocados después, el sultán dijo:

– Qué porquería.

Y entonces el poeta de la corte maldijo a la engañosa berenjena, que castiga la digestión, llena la cabeza de malos pensamientos y empuja a los hombres virtuosos al abismo del delirio y la locura.

– Recién llevaste a la berenjena al Paraíso, y ahora la estás echando al infierno –comentó un insidioso.

Y el poeta, que era un profeta de los medios masivos de comunicación, puso las cosas en su lugar:

– Yo soy cortesano del sultán. No soy cortesano de la berenjena.

"Instrucciones para triunfar en el oficio", en Bocas del Tiempo, Eduardo Galeano.

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