Hacia dónde estamos enfocando la empatía?
Lamentablemente hace menos de 1 semana en Colombia perdimos a una médica, quién decidió finalizar su vida y cuya partida ha traído varios debates a la mesa, algunos sobre salud mental y uno que me ha llamado especialmente la atención:
El maltrato que reciben los médicos residentes como formación a su carácter.
Lo que ha llevado a pensar a su vez a la necesidad de una reforma a la educación médica.
Me detengo a profundidad en esta idea y creo que reformar la educación médica sin abordar el trato inhumano es como recetar un placebo para una enfermedad terminal.
Este caso, ha destapado una caja de Pandora en el mundo académico médico. Las denuncias de maltrato, humillación y abuso psicológico que han surgido a raíz de esta tragedia me obligan a cuestionar: ¿están formando médicos o torturando almas?
Es una ironía cruel que en una profesión dedicada a sanar, se normalice el sufrimiento como método de enseñanza. La idea de que solo a través del dolor se forjan buenos médicos es tan arcaica como peligrosa. ¿Acaso esperamos que un profesional lastimado pueda sanar adecuadamente a otros?
Mientras la tecnología avanza a pasos agigantados, con inteligencias artificiales cada vez más capaces de mostrar empatía, parece que hemos olvidado nutrir esa cualidad esencialmente humana en nuestros futuros médicos. Es absurdo que estemos más preocupados por hacer "más humanos" a los robots que por preservar la humanidad en quienes tendrán en sus manos la vida de los pacientes.
La reforma en la educación médica no podría limitarse a actualizar planes de estudio o incorporar nuevas tecnologías.
Debe abordar de raíz la cultura tóxica que se ha instalado en muchas instituciones, dónde el abuso se disfraza de "formación del carácter".
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Pero.... un médico emocionalmente destrozado no será más resistente; será un profesional en riesgo de cometer errores, incapaz de conectar con sus pacientes. 😔
Es hora de tumbar el mito de que la excelencia médica solo se alcanza a través del sufrimiento. La verdadera fortaleza no nace del maltrato, sino de una formación integral que reconozca la humanidad tanto del médico como del paciente. Necesitamos un sistema que fomente la empatía, la compasión y la resiliencia, sin recurrir a tácticas que rozan lo inhumano.
La tragedia que hoy personalmente lamento, debería ser un punto de inflexión. No podemos seguir formando médicos a costa de su salud mental y emocional. El juramento hipocrático comienza con:
"Primero, no hacer daño"
Es hora de que las instituciones médicas apliquen este principio no solo a los pacientes, sino también a sus estudiantes y residentes.
Reformar la educación médica sin abordar esta crisis de humanidad sería como tratar los síntomas ignorando la enfermedad de fondo. El verdadero desafío no es solo formar médicos técnicamente competentes, sino preservar y nutrir su humanidad en el proceso. Solo así podremos asegurar un sistema de salud donde la compasión y la excelencia vayan de la mano.
En un mundo donde las máquinas aprenden a ser más "humanas", es una tragedia que estemos deshumanizando a quienes dedican su vida a cuidar de los demás. Es hora de sanar el sistema que forma a nuestros sanadores.