Hacia una cultura de prevención por consciencia y no por sanción
En 2023, según la Agencia Nacional de Tránsito (ANT), Ecuador registró aproximadamente 23.000 accidentes de tránsito, que cobraron la vida de más de 2.000 personas. Estas cifras alarmantes subrayan la urgencia de adoptar medidas efectivas y sostenibles para reducir los accidentes y salvar vidas. Una de esas medidas urgentes es la construcción de una cultura ciudadana de prevención de accidentes. Pero, ¿cómo se puede lograr este objetivo persuadiendo verdaderamente a los individuos sobre el valor de cuidar la vida y el bienestar de todos?
Las respuestas a esta interrogante son múltiples, pero debemos partir de una realidad contundente: la educación es el pilar de cualquier estrategia de prevención. Las instituciones educativas son las llamadas a incorporar programas de educación vial desde temprana edad, enseñando a los niños y jóvenes sobre la importancia de respetar las señales de tránsito, usar el cinturón de seguridad y evitar el uso del celular al conducir, por ejemplo. Simultáneamente se deben ejecutar campañas públicas de concientización con la finalidad de sensibilizar a la población sobre los riesgos de la conducción imprudente y los beneficios de una conducción segura.
Adicionalmente a la educación, resulta necesario fortalecer las capacidades de la autoridad para verificar el cumplimiento de las leyes y, en ese sentido, es imperativo alcanzar dos metas: incorporar tecnología de cámaras de vigilancia y radares de velocidad adecuadamente ubicados, como una herramienta para efectuar un control efectivo; y recuperar la institucionalidad de los entes de administración y gestión del tránsito, enfrentando focos de corrupción que terminan beneficiando a los infractores.
A eso se suma el mejoramiento de la infraestructura vial, pues la calidad de las carreteras y de la señalización es fundamental para la seguridad de todos los actores viales. Es necesario invertir en el mantenimiento y mejora de las vías, asegurando que estén bien iluminadas y señalizadas, así como crear espacios seguros para peatones y ciclistas para reducir el riesgo de accidentes.
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Finalmente, la participación ciudadana y comunitaria es vital en la promoción de la seguridad vial. Programas de voluntariado y asociaciones de vecinos pueden organizar actividades para educar a la población y vigilar el cumplimiento de las normas de tránsito. La colaboración entre autoridades locales, organizaciones no gubernamentales y la sociedad civil es esencial para crear un entorno seguro para todos.
Como vemos, el establecer una cultura de prevención pasa más por la voluntad de cada uno de nosotros de comprender que nuestra vida vale más que una multa de tránsito, que la conducción imprudente implica graves riesgos y que la seguridad de todos es un bien de alto valor para la sociedad entera.
CVIALCO, tu seguridad es lo primero.