No hay lugar para atajos
No hay lugar para atajos
Una sesión de 45 minutos de psicoterapia psicoanalítica a la semana para adolescentes y adultos puede dar excelentes resultados en la remisión de síntomas de origen psicológico. Cuando el tratamiento se extiende varios meses, también le ayuda a la persona a conocer ciertos aspectos de su personalidad antes desconocidos para sí mismo. En cambio, cuando se decide aumentar a dos sesiones semanales -o más- los logros alcanzables aumentan.
Con una sesión semanal se limita el tiempo para profundizar el diálogo. La narración del paciente en estos casos se circunscribe a la anécdota de la semana. Qué sucedió y cómo fue que sucedió determinado evento conflictivo cotidiano. Cuando se invierte más tiempo, el psicoanálisis ofrece la más profunda aventura de auto-conocimiento. Más allá del qué y cómo, se explora el para qué de tal o cuál forma de ser en el mundo.
Algunos piensan que cuando el psicoanalista recomienda un mayor número de sesiones de psicoterapia a la semana es para “sacarle más dinero” al paciente. ¡Al contrario! si de hacer negocio se tratara, a los psicoanalistas nos convendría más tener una consulta llena de pacientes de una sesión a la semana. La razón es muy sencilla y prosaica. Si se pierde un paciente de una sola sesión semanal, es menor el menoscabo económico -y afectivo- para el analista, a diferencia si desertara un paciente de dos, tres o cuatro sesiones semanales.
También hay pacientes que se asustan mucho cuando les recomiendo varias sesiones a la semana, les da la impresión que los veo muy “locos”. El psicoanálisis NO es para locos –lo que sea que signifique- es para quienes sufren por consecuencia de su carácter, y sus relaciones interpersonales, para quienes atraviesan una etapa difícil de vida o un duelo, para quienes desean conocerse más, para quienes el miedo o la vergüenza les impide aprovechar el máximo de sus talentos y capacidades.
Algunos psicoterapeutas que no tienen una formación psicoanalítica profunda, critican el número de sesiones que exige el psicoanálisis. Desconocen el beneficio porque ellos mismos nunca lo han vivido en carne propia. Pocos clínicos de la salud mental pueden tolerar la intensidad afectiva que genera el compromiso de un encuadre psicoanalítico.
Trabajar en psicoanálisis, con un mínimo de dos o tres sesiones a la semana, por varios años, proporciona a la dupla -paciente-analista- el tiempo y espacio suficiente para profundizar en el auto-conocimiento, que a su vez produce la cura terapéutica. Cuando se agotan las anécdotas, se diluyen las defensas psicológicas que mantienen el auto-engaño, y surge material clave a través de sueños, fantasías, recuerdos y ocurrencias aparentemente sin importancia. Hasta ese momento es cuando se considera inaugurado un proceso psicoanalítico. Cuando pareciera que ya no hay nada que platicarle al analista, es cuando emerge el material inconsciente.
Un psicoanalista certificado debe contar con ciertas características psicológicas para poder trabajar a estas profundidades -sin quedarse en estas- y contar con una sólida formación teórica y clínica, para poder guiar al paciente a ser psicoanalizado. El paciente -también llamado analizando- aprende poco a poco a asociar libremente, aprende a eliminar de su discurso los convencionalismos de una plática social. La relación paciente-analista es única e irrepetible, analizar esta relación a través del tiempo pone sobre la mesa lo que se debe conocer.
Cuando se trata un paciente con una sesión semanal, en tratamientos breves, el olvido adviene pronto, para ambos, paciente y analista. En cambio, al paso de los años de haber concluido un tratamiento psicoanalítico profundo, el recuerdo y aprendizaje permanece vivo en ambos.
No hay lugar para atajos en la experiencia psicoanalítica. El dinero no puede comprar el tiempo que se requiere para alcanzar a conocer la parte inconsciente de la mente. Un paciente en psicoanálisis se beneficia a sí mismo y a su familia nuclear. Desafortunadamente no todo mundo tiene acceso al psicoanálisis, en parte por limitaciones económicas, en parte por limitaciones psicológicas. Pero afortunadamente en Monterrey sí existen clínicas de atención psicoanalítica a costos mucho más bajos que en la práctica privada.
Ramona Cantú Westendarp
Líder transformacional, creativa de aprendizaje, bienestar, desarrollo de talento y comunicación estratégica.
9 añosMuy bueno