No hay que ser Batman ni Superman, tampoco la Mujer Maravilla, para asumir el reto de la creatividad: uno de los superpoderes del futuro.
Qué tal si le dijera que puede construir un cohete más poderoso que el de SpaceX, con el que Elon Musk quiere llevar turistas a Marte. Solo necesita dos cosas: una caja de cartón, de esas en la que se empacan los electrodomésticos o de las que desechan en los supermercados. Eso, y otro material que no se encuentra tirado por ahí, uno que más bien parece escaso: su creatividad. A lo largo del artículo les propondré Retos Kaboom para que se tomen una pausa, y los desarrollen. ¿Se atreven a ser un superhéroe de esta liga?
Como diría Buzz Lightyear, el juguete con ínfulas de soldado espacial de Toy Story, esta habilidad puede llevarlo al infinito... ¡y más allá! Quizá cuando tenía seis años usted ya estuvo merodeando por los confines del universo, probablemente acompañado por un amigo imaginario capaz de conquistar otros planetas. De niño, su cerebro era capaz de semejantes hazañas, y todavía lo es. Lo que ocurre es que olvidó que tiene esa capacidad. Le dijeron que sus ideas no son buenas ni novedosas y lo creyó.
Le propongo un experimento: tome un clip e imagine diferentes usos para ese alambre enrollado. Tiene 5 minutos para escribir todo lo que podría hacer con ese objeto. Qué tal si aparte de sujetar papeles lo usa para abrir una puerta, en las películas de Hollywood es una estrategia infalible. O si lo utiliza para colgar adornos navideños o lo recubre con un algodón para limpiar las esquinas casi inaccesibles de su teclado.
Ahora es su turno, complete esta lista y contabilice el número de posibilidades que aparecieron en su cabeza. Si encontró quince ideas, está justo en la media de los adultos. Necesita rescatar su pensamiento divergente, como se le dice a aquel que produce ideas originales, lo que los gurús de la innovación llaman pensar fuera de la caja.
No le pediré que me revele su edad, pero si tuviera cinco años, lo más probable es que hubiera identificado 200 usos para ese mismo clip. En 1986 los investigadores estadounidenses George Land y Beth Jarman, patrocinados por la Nasa, le propusieron ese mismo desafío a un grupo de 1600 niños de prescolar. El resultado: de cada 100 estudiantes, 98 fueron clasificados como “genios” por su capacidad de inventar nuevas posibilidades.
Años más tarde les aplicaron el mismo examen y los hallazgos fueron penosos. Ese 98 % de niños altamente creativos a los 5 años descendió drásticamente a 30 % a los 10 años, a 12 % a los 15 y a tan solo 2 % a los 31. Si casi 100 de cada 100 personas poseen cierto tipo de genialidad en su infancia, apenas dos la conservan al alcanzar la adultez. Qué sabio parece entonces Peter Pan, el famoso niño perdido que no quería crecer.
Y ahora, ¿quién podrá ayudarlo? Para rescatar esa chispa creativa no es necesario que convoque al Chapulín Colorado. La astucia la tiene usted. Así como el héroe latinoamericano tiene las pastillas de chiquitolina, su chipote chillón, las antenitas de vinil y la chicharra paralizadora, usted cuenta con una megamente, con más de 1.000 millones de neuronas con conexiones muy complejas, capaz de despertar habilidades dignas de un superhumano. Sin necesidad de usar capa o antifaz.
Se preguntará cómo activar esos “poderes”. No espere a que lo pique una araña radioactiva como a Peter Parker, ponga a trabajar su mente, llévela al límite. Se ha dicho que su cerebro es muy poderoso, pero también es práctico. Ahorra esfuerzos casi como el tío rico Mc Pato que acumulaba monedas de oro en su bóveda, sin gastar una sola innecesariamente. De hecho, tiene motivos para ser así. Este órgano pequeño, según mediciones en que coinciden los neurólogos, pesa al alrededor de 1,5 kilogramos y aunque ocupa el 2 % de la masa corporal, consume el 20 % del oxígeno y de la glucosa del organismo.
Además, tiene muchísimas tareas por cumplir. Justo ahora usted lo tiene gastando una buena cantidad de energía, así que siempre elegirá el camino más fácil. Le encantan los atajos, repite viejos patrones que lo ayudaron en el pasado, pero que, probablemente, ya no sirven. “Estamos biológicamente preparados para resistir el cambio: es la clave de nuestra supervivencia y el obstáculo que a menudo nos impide realizar nuestro potencial”, explica la PhD en neurociencias Britt Andreatta en su libro Wired to Resist (Conectados para resistirnos).
El cerebro es tan pragmático que en algunas ocasiones, y sin proponérselo, asume ideas de otros como propias, le llaman Criptomnesia. Parece que todo conspira en su contra, pero hay salidas. Le tengo una buena nueva: la neurociencia ha hallado maneras de sacar a su cerebro de esa zona de confort en la que se encuentra. No se requieren grandes esfuerzos ni ser más rápido que una bala ni más fuerte que una locomotora como el hombre de acero, basta con pequeños cambios diarios.
SER HUMANO
Le propongo estos desafíos para crear nuevas conexiones neuronales. De la manera como ejercita su cuerpo en el gimnasio para hacerlo más fuerte, puede entrenar su cerebro para hacerlo más maleable, que lo lleve a ver más allá de lo evidente tal como la espada del augurio de los Thundercats. Estos pequeños cambios en su rutina le ayudarán a recuperar su capacidad de pensar distinto, con la que todos venimos de fábrica.
Empiece por revivir su niño interior. Bien lo dice el antropólogo estadounidense Agustín Fuentes en su libro The Creative Spark: How Imagination Made Humans Exceptional (La chispa creativa: cómo la imaginación hizo excepcionales a los humanos, 2017): la creatividad, más que cualquier otra cosa, nos convirtió en una especie única y dominante en el planeta.
Para recuperarla empiece por recordar a su amigo imaginario o atrévase a crear uno, vuelva a ser ese pequeño que no dejaba de preguntarse el porqué de absolutamente todo, preste atención a los detalles que lo rodean y déjese sorprender por cosas como una telaraña en la esquina de la pared, una verdadera maravilla arquitectónica, o escudriñe entre el cuarto útil y póngase a desarmar un teléfono viejo o una grabadora, escarbe al interior de las cosas, desármelas e intente volverlas a montar. Si necesita ayuda juegue más con sus hijos o sobrinos, rételos a dejar el celular y con sombras y una pared en blanco construir historias asombrosas.
Otras actividades que puede hacer a diario y tendrán un gran impacto en su cerebro son modificar su ruta de regreso a casa, no repita el camino así tarde más tiempo. Y otra más: cepille sus dientes y coma con la mano opuesta, al menos una vez a la semana. Igual dispara su creatividad practicar la meditación consciente. Graham Wallas, pensador, psicólogo y ensayista político, publicó en 1926 El arte del pensamiento, en el que expuso su teoría de la incubación creativa: el descanso y la pausa son esenciales para que la mente obtenga sus mejores resultados. Este proceso hoy es considerado Mindfulness y el consejo es doce minutos al día para poder liberar la mente creativa.
También intente sorprender a sus sentidos. Aunque no le guste, pruebe un alimento nuevo cada vez que pueda. Para los antepasados arriesgarse a comer esa fruta desconocida, roja y deliciosa que se asomaba de un árbol podía significar la muerte. Aquel fruto podía ser venenoso y, como se lee en un artículo de 2017 en la revista Nature Human Behaviour, por investigadores del Colegio Universitario de Londres, el cerebro tiende a repetir la misma comida segura.
Por fortuna, ya no estamos en las cavernas y vale la pena tomar el riesgo de probar alimentos desconocidos. Aunque no le gusten, esa explosión de sabores distintos creará o reforzará conexiones neuronales. No siga en la prehistoria.
Al despertar su creatividad tendrá una de las habilidades que no van a ser reemplazada en las próximas décadas por el avance de la tecnología y las inteligencias artificiales, por más rápido que avancen: van a una tasa de evolución de 100.000 veces mayor que los humanos, según explica Luis López Portillo en su libro La gran Transición. Estima que la trayectoria de la inteligencia artificial en los próximos 10 años les quitará el trabajo a 30 millones de personas, solo en Estados Unidos.
Entonces, ¿cómo vamos a competir con alguien que piensa 5000 veces más rápido que nosotros? Pues con creatividad, imaginación, intuición, inteligencia emocional y curiosidad. Ya sabe cómo activar esas habilidades, que más que superhéroes, nos definen como humanos.
Este artículo fue publicado en la Revista Generación del periódico El Colombiano, si quieren acceder a mas retos los invito a seguir la cuenta de Instagram @laligadelacreatividad donde planteamos formas para desarrollar la creatividad en la cotidianidad.