Homenaje por el día de la mujer
En esta sociedad, en la que nos movemos por postureo, de redes sociales superfluas y de una actitud de continuo mostrar, se nos olvida a veces lo importante, lo que te mueve las tripas, lo que te llena el corazón. Es bueno pararse y fijarse en esas cosas por las que a veces pasamos de puntillas y que sin embargo son las que más te marcan, las más importantes.
En este caso, haciendo este homenaje quería exponer de otra manera la necesidad que aún sigue existiendo: visibilizar la mujer en la tecnología. De lo importante que es que desde pequeñ@s veamos al abanico entero de posibilidades y ver que el sector tech ya no está solo en mano de hombres. Que en las películas o series sobre programadores el porcentaje sea aplastantemente masculino ya no es realista, porque está siendo una realidad: el sector está cambiando.
Desde mi puesto privilegiado, en el que pude realizar un bootcamp intensivo y formarme como programadora, en el que en mi entorno de trabajo soy libre de expresarme, en el que no soy juzgada por mis curvas o mi apariencia, en el que se me reconoce por mis actitudes y se me considera como una más, no puedo olvidarme de todas aquellas mujeres que no han podido llegar a donde estoy yo. Que no pudieron o que no pueden ahora, por una sociedad que aún nos sigue oprimiendo y aplastando con responsabilidades injustamente asignadas a un género. Porque aún hay gente que piensa que no somos capaces.
No me puedo olvidar de situaciones que he vivido no hace mucho tiempo en mi entorno laboral, en el que un hombre con un puesto superior al mío se sobrepasaba (tanto verbal como físicamente) y al pedirle que me respetara me contestaba "¡qué histérica! ¡qué no eres para tanto!" y era reído (o sin contestación) por el resto de empleados.
No me puedo olvidar de un abogado de oficio que me asignaron hace años para recuperar los derechos de mi cómic, que se sobrepasaba constantemente, que no me trataba como un cliente más, sino como un objeto de deseo que podía acosar. Que solo era capaz de actuar profesionalmente cuando acudía con mi pareja a las reuniones, y que no se dirigía a mi (ni verbal ni visualmente) aunque fuera la afectada y la que tenía pleno conocimiento de todo el caso.
No me puedo olvidar de las únicas noches de mi vida en las que he salido a la calle sin miedo, cuando estábamos totalmente confinados. La libertad que se respira cuando sabes que no hay nadie más ahí fuera que puede hacerte daño o intimidar. Un miedo tan arraigado, tan adoctrinado por la sociedad, que no creo que se vaya nunca.
No me puedo olvidar la de veces que saliendo a la calle sin mi pareja he sido molestada por hombres que se creían en el derecho de faltarme el respeto y que no hacían más que alimentar miedos que nos crean desde que nacemos, por ser simplemente nosotras, mujeres.
Por todo ello considero que el día de la mujer no es algo que celebrar, no quiero que me feliciten por ser mujer, no es algo que haya hecho por voluntad. Es un día para reivindicar y luchar para que nuestra sociedad sea más justa, en la que no se nos pise por defecto por considerarnos de base más débiles. Aquí nadie es más débil ni es más fuerte... Simplemente queremos ser.
Somos más que una silueta o unas curvas, somos una voz ... una voz que grita derechos y libertad.