Hormigón “Bioreceptivo”: Un material más verde y sostenible
¿Imaginan un hormigón que ayude a reducir las emisiones de CO2 en la ciudad, sin tener que recurrir a costosas mantenciones? Un grupo de la Barlett School of Architecture, en Londres, desarrolló un hormigón que es capaz de albergar pequeñas plantas y que podría ser utilizado para elementos estructurales como muros, barreras y otras estructuras de la ciudad.
En los últimos años, las investigaciones relacionadas con el hormigón buscan que este material –el más utilizado en el mundo, a nivel urbano– tenga propiedades “verdes”. Vale decir, que tenga propiedades sostenibles que ayuden, primero, a la reducción de CO2 en el ambiente y más importante aún, mitiguen los efectos producidos por la acción del cambio climático, que cada vez son más evidentes en las grandes ciudades del planeta.
En ese sentido, Marcos Cruz, académico de la Barlett School of Architecture de la University College of London, en Inglaterra, lideró un grupo de investigación cuya finalidad fue crear elementos de hormigón que sirviesen como “paneles verdes”. Vale decir, fabricar fachadas para edificaciones, las que servirían para “promover el crecimiento de microrganismos de manera directa en paneles y muros estructurales”, aseguró el profesor.
De esta manera, y a través de la iniciativa interna de la escuela de arquitectura llamada “BiotA Lab”, comenzó el proceso de investigación y producción del material, con vistas a fabricar un hormigón que posea características “bioreceptivas”, como lo comentó Cruz.
Hormigón de propiedades bioreceptivas
Cruz y su equipo de investigación comenzaron a experimentar, en un primer término, con el diseño del hormigón a utilizar en esta investigación. Al respecto, explicó el académico, lo primero fue determinar el diseño de los paneles con el que comenzaría la etapa experimental de la investigación.
“Lo que desarrollamos fueron tres tipos de paneles, los que se dibujaron de manera digital luego de un completo estudio al diseño que tendrían estos y como ese diseño sería útil para nuestra investigación. Luego, se procedió a fabricar estos paneles, los que se separaron en tres tipos de geometrías distintas”, detalló el académico. En efecto, la optimización del diseño a través de herramientas digitales permite que los paneles puedan recibir elementos biológicos como pequeñas algas, musgos o líquenes y que estos puedan crecer en las celdas de los elementos.
Para efectos de la investigación, se construyeron dos pares de cada uno de estos paneles –denominados como “Barroco”, “Poche” y “Vertical”– pero con materiales distintos: mientras unos fueron creados con un hormigón con base de cemento portland mezclado con fosfato de magnesio, otros se elaboraron a partir de un hormigón tradicional, sólo con cemento portland. La idea, detalló el académico, era “realizar la comparación entre ambos tipos, de acuerdo a lo que plantea la investigación”.
Finalmente, ya una vez fabricados los elementos de hormigón, estos fueron expuestos al aire libre, “con una orientación hacia el noroeste para la recolección de datos. El sistema que recogió la información lo hizo de forma alternada y esto incluyó la toma de fotografías de la biocolonización de los paneles, así como la medición de biomasa, la presencia de humedad y la regulación termal”, explicó Cruz.
Resultados alentadores
Los resultados de estas primeras pruebas mostraron que aquellos paneles donde se mezcló el hormigón tradicional con fosfato de magnesio, en conjunto con el diseño elaborado de manera digital, probó un rápido crecimiento de pequeños musgos y algas, los que permiten que estas fachadas se transformen en “muros verdes” de características muy distintas a los que se conocen en la actualidad.
“Con este tipo de fachadas o cortezas –explicó Marcos Cruz– la idea es superar las actuales limitaciones que poseen los llamados “muros verdes”, que en el fondo, son una suerte de un gran campo de golf que debe permanecer verde siempre. El resultado de esto es un monocultivo con muy poca biodiversidad que requiere de mucha mantención y que además, tiene un costo muy elevado porque debe estar regándose constantemente”.
Asimismo, planteó que dada la naturaleza de los elementos de hormigón fabricados para esta investigación, estos pueden utilizarse en diferentes ámbitos, particularmente, en elementos como muros de contención de gran escala, terraplenes y también en mobiliario urbano. “Todas las superficies expuestas de edificios o de infraestructura urbana, ofrecen un área de trabajo importante para absorber y almacenar agua. Este nuevo diseño del material nos permite aprovechar eso y mejorar ya sea el manejo de aguas de las fachadas como también, incrementar la absorción de CO2, nitrógeno y otros contaminantes mientras aumenta significativamente el nivel de oxígeno en nuestras ciudades”.
Se trata de un innovador desarrollo se está testeando en ciertas áreas de Londres y Edimburgo, probando así que esta nueva alternativa de un hormigón más verde y sostenible no está lejos de ser una realidad para elementos urbanos, en un futuro no lejano.