HUMANIZAR DESDE LA EMPRESA
La deshumanización que observamos a través de la violencia, la pobreza, la mentira, el deterioro de la naturaleza …, puede entenderse como una consecuencia directa de un desarrollo no integral, en el que se priorizan ciertas dimensiones (como lo material, lo tecnológico o lo económico) mientras se descuidan otras fundamentales para la plenitud humana, como la espiritualidad, la ética y la comunidad.
Recuperar la dignidad del trabajo, es decir, reconocer que el trabajo no es solo una fuente de ingresos, sino una expresión de la creatividad, de esfuerzo y de propósito de cada persona. Reconocer a todos y cada uno de los empleados, ofreciéndoles oportunidades para que puedan sentirse realizados, es sin duda un camino humanizador.
El respeto mutuo como principio rector, es la base de cualquier relación humana significativa, lo que implica escuchar y valorar las ideas, emociones y experiencias de los demás ,así como resolver los conflictos desde la empatía y el entendimiento.
La innovación con propósito tiene el poder de transformar vidas. En lugar de innovar por el simple avance tecnológico o económico, orientar la innovación hacia el desarrollo humano, social y ambiental, es una fuente de humanización, que asegura un impacto positivo y duradero.
Estos sencillos, pero rectos principios no solo tienen el potencial de humanizar a las personas, sirven también para dar sentido y propósito a las empresas en la labor de hacer un mundo mejor.