I, (inserte su nombre aquí, si es mujer)
«Es tiempo de efectuar una revolución en el comportamiento de las mujeres, tiempo de restaurar la dignidad perdida y hacerlas trabajar, como parte de la especie, para reformar el mundo con su propio cambio.» (Wollstonecraft, M. 2005)
Un día antes del Día Internacional de la Mujer fui a ver la película “I, Tonya”, la biopic que cuenta la historia de Tonya Harding, patinadora de hielo que se vio envuelta en una situación bastante escabrosa que implicaba una falta grave al “fair play” traducido en romperle la pierna a su principal contrincante en los Juegos Olímpicos de 1994, Nancy Kerrigan. Sin entrar en tanto detalle, pues todos seguro ya lo saben, ella no lo hizo directamente sino su esposo y un amigo de este quienes tomaron la sabia decisión de eliminar de la competencia a Kerrigan con esta fatalidad.
La película, por la que Allison Janney ganó el Oscar a Mejor Actriz de Reparto con el papel de la madre de Tonya, tiene como objetivo contar la versión de los hechos desde la perspectiva de Harding y, de cierta forma, ser un indulto a su figura después del grave caso y de sus años alejada del patinaje como parte de la sentencia judicial que enfrentó.
Ante lo que significa el 8 de marzo, llamó mi atención, más allá de la rodilla quebrada de Nancy, el acercamiento que el filme hace a la vida de Tonya. Una chica que proviene de una familia disfuncional, sin dinero, empujada por su madre a dedicarse al patinaje porque era la vía que encontró para tener una mejor vida, la violencia a la que se enfrentó durante toda su niñez y juventud, el enfrentamiento con los estereotipos que imponía el ambiente del patinaje artístico: mujeres jóvenes, buenas, de buena familia, lindas, dulces, etc. Todo lo contrario a la imagen ruda y desafiante de Tonya Harding.
¿No es así que las mujeres tienen que enfrentar todo eso y, a veces, mucho más para lograr lo que quieren en la vida? Tonya fue la primera patinadora estadounidense en realizar un Triple Axel, uno de los satos más difíciles del patinaje artístico, pero su habilidad en la pista no era suficiente. Tonya debía ser y parecer, más allá de su talento debía aparentar ser una chica dulce y tierna, perfecta, para poder lograr el éxito, debía pelear por lograr sus objetivos a pesar de ella misma.
Esa eterna lucha del cómo luces contra las capacidades, talento y potencia femenina, sobre todo en el ámbito profesional, donde la apariencia y comportamiento deben ser los correctos a los ojos de quién te juzga, como los jueces que calificaban los “feos” vestidos de Harding en la pista, y de quien tiene en tus manos tu futuro.
Y si, el Día Internacional de la Mujer representa un día no de felicitaciones y rosas en el escritorio, sino de conmemoración y de lucha por los derechos de las mujeres y la igualdad ante los hombres. Y es también un día para hacer conciencia del respeto hacia quiénes somos, reconocer nuestras virtudes, desafiarnos continuamente pues preferimos los retos antes que lo que no nos cuesta, tenemos la fuerza para realizar cualquier tarea y la capacidad de entendimiento emocional para sobreponernos a las adversidades, queremos trabajar, exigimos trabajar y demostrar nuestras habilidades, pero buscamos la justicia y la equidad, ante el género masculino y entre nosotras mismas, basado en el talento y el compromiso no en ser juzgadas por cómo somos y como nos vemos.