Innovar es invertir en estrategia y responsabilidad

Innovar es invertir en estrategia y responsabilidad

Invertir en innovación sin una estrategia ni un plan es tan riesgoso como bajar costes para tener ahorros y conseguir utilidades.

La frase que inicia este artículo resume la sensación post facto de muchas personas que invierten en innovación. Esto abarca emprendedores, empresarios y gerentes.

Y porque esta frase invita a pensar que la innovación tiene mucho de responsabilidad.

Lo que quiero decir, es que innovar es un tema maduro, que no debe dejarse al azar ni al ímpetu del hoy en día. Estamos ante un tema con mucha historia, pero de moda.

Este acto de responsabilidad implica tener un proceso estratégico adecuado u apto al nivel de madurez de la innovación a desarrollar, coherente al nivel de madurez de la organización dispuesta a innovar, y consistente al nivel de madurez de las personas implicadas.

No quiero decir que este nivel no exista, o si no son los pertinentes no se pueda innovar. Sino que se deben identificar y desde allí construir innnovaciones.

Pero lo cierto es que no invertir en el proceso estratégico que permita al menos identificarlos, es como abaratar costes, o no considerar costes claves por desconocimiento.

La primera situación ocurre porque muchos directivos y dueños de empresa están inviertiendo en innovaciones y "compran cosas" porque están saturados ante un discurso que hoy en día no discrimina una innovación de un avance tecnológico o una reingeniería.

Llamar innovación a procesos de ingeniería o análisis, ya sea organizacional o estratégico, rompe el protocolo de la ética en la innovación.

La segunda situación ocurre porque existe una cierta conciencia de que para innovar hay que fracasar. Esto lleva a muchas personas a "experimentar" y por desconocimiento de métodos de validación técnicas o de innovación, obviamente fallan, o porque las personas y empresas "se ponen a hacer cosas" y luego descubren que ya existen pasos, herramientas e instrumentos dentro del campo de conocimiento de la innovación que están perfectamente probados para no repetir errores.

Se confunde ensayo-y-error con aprendizaje reflexivo y responsable.

Las inversiones en innovación siempre han sido altas y de alto riesgo. Pero esto ha sido siempre así desde los albores de la humanidad en que el ser humano comenzó a pensar innovadoramente.

Se confunde ímpetu con planificación. Se confunde táctica con estrategia. Se confunde trabajo colaborativo con abaratamiento de costes.

Y por eso quiero recuperar el interesante artículo de Christensen del 2015.

Christensen y sus colegas escribieron un artículo en la revista Harvard Business Review (que comento en otro artículo) donde llaman al orden con relación a la innovación y a la innovación disruptiva.

Este artículo lo escriben 20 años después del primer artículo sobre la teoría de la innovación disruptiva, y exponen con claridad dos cosas: que la idea de innovación hoy en día es usada por personas que no han leído libros ni artículos serios del tema, y que Uber no es una innovación disruptiva.

Aparte de que esto puede ser "chocante" o "doloroso" para muchos, lo importante es que se aclaran dos cosas relevantes: la innovación es un hecho económico y por lo mismo no es un acto baladí que cualquiera puede aplicar, sino que es algo muy serio y que precisa un pensamiento estratégico.

Por eso es importante introducir la innovación en el core estratégico de una empresa.

Desarrollar una estrategia de negocio con la innovación como su strategic core, depende de que esa estrategia se diseñe, se planifique su desarrollo y evolución, y se construya un habitat innovador o proclive a la innovación.

Por eso innovar es un acto de responsabilidad. Estamos creando nuevos escenarios y nuevos mundos donde están involucradas personas y economías. Y esta creación requiere pensarla de forma estratégica.

Por este motivo si una empresa desea introducirse en procesos de innovación "para generar disrupciones y/o ser disruptivas" precisa un análisis de sus opciones y escenarios innovacionales, reconocer el el mantra "innovacional que da sentido a la transformación y cambio que se derivará, identificar el tipo de innovación que precisa, construir mecanismos nuevos o innovadores de decisiones estratégicas, identificar los riesgos de las disrupciones, evaluar y construir planificaciones niveladas en estadios de madurez de cambio, identificar la capacidad y músculo financiero para generar innovaciones, identificar indicadores de éxito, de fracaso y de evolución, etc.

Este tipo de pensamiento estratégico, aclaro, no debe asimilarse al pensamiento o planificación estratégica clásica, sino al diseño estratégico innovacional y de innovaciones.

Innovar hoy en día requiere invertir en adquirir todo el bagaje histórico profesional, académico y humano, tanto cuantitativo como cualitativo, que caracteriza a la innovación como un campo sólido a nivel empresarial y tecnológico. No hacerlo aumenta los riesgos.

Innovar profesionalmente garantiza que la innovación sea un éxito empresarial. Saber iniciar una innovación con esta visión, muestra madurez estratégica.

Para cerrar basta decir que la idea final es dejar en claro que solamente pensar desde un inicio en organizar todos los elementos propios de un proceso de innovación, ya es un paso innovacional en una empresa y garantiza el éxito, tanto de cualquier proceso de innovación que se inicie, como de cualquier tipo de innovación que se ponga en marcha.

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