La coexistencia con la inteligencia artificial (IA) presenta desafíos y oportunidades en diversos aspectos clave de nuestra sociedad, desde la veracidad de la información hasta la empatía real y el desarrollo humano. A medida que avanzamos hacia un futuro en el que la IA juega un papel central, es fundamental abordar estos retos con estrategias claras y herramientas efectivas que permitan detectar esa, cada vez más delgada línea entre lo que existe y lo que dispone un algoritmo.
En las ventas y los entornos comerciales, la IA ha empezado a destacarse en las respuestas y la atención al consumidor, como un ente que dinamice las compras y resuelva con facilidad situaciones básicas del contexto de un producto o una marca. Cada hora, con el entendimiento de los algoritmos y los avances predictivos del entorno artificial se avanza a pasos agigantados sobre esa misma alternativa de atención, pero surgen inquietudes y necesidades lógicas de interacción humana que exceden, por ahora, los límites de la comunicación programada.
Dentro de estos retos, desde los entornos comerciales debemos entender estas 4 banderas rojas de la IA y rescatar rápidamente las bondades humanas para fidelizar con empatía y cercanía, el vacío que deja la predicción y la lógica del algoritmo:
- Veracidad y objetividad: La IA tiene el potencial de difundir información falsa a través de algoritmos de personalización que priorizan contenido virtual sobre contenido veraz. Según un informe de la Stanford Institute for Human-Centered Artificial Intelligence, los sistemas de IA pueden amplificar desinformación si no se diseñan adecuadamente para mitigar sesgos y priorizar la transparencia. En los entornos comerciales, la creatividad y la improvisación efectiva son vitales a la hora de cerrar negociaciones o acercamientos.
- Ventas y comercio: En un entorno donde la IA personaliza recomendaciones y experiencias de compra, las empresas deben equilibrar la eficiencia de los algoritmos con prácticas éticas y confiables. La confianza del consumidor es crítica, y cualquier percepción de manipulación puede afectar la relación con los clientes, los cuales en algún punto van a preferir la interacción humana y no un bot en sus etapas tempranas.
- Habilidades blandas y empatía: Si bien la IA puede automatizar tareas, no puede reemplazar las habilidades humanas como la empatía, la negociación y la capacidad de entender contextos complejos. Por ejemplo, en sectores como la educación, la comunicación estratégica y la salud, la interacción humana sigue siendo insustituible.
- Desarrollo humano: Según avances e investigaciones de la Universidad de Harvard, las interacciones humanas mediadas por IA deben ser complementarias, no sustitutivas, para promover un equilibrio entre la eficiencia tecnológica, el pensamiento crítico y el bienestar emocional.
- Fact-checking automatizado: Herramientas como Google Fact Check Tools ayudan a verificar información rápidamente.
- Uso de redes neuronales explicables: Modelos que muestran cómo llegan a sus conclusiones, promoviendo transparencia y contenido de valor real. Clave la mentalidad crítica para “no tragar entero”.
- Educación en alfabetización digital: Programas que enseñen a distinguir fuentes confiables desde la infancia y los mismos nuevos medios informativos.
- Plataformas como Deeptrace para detectar deepfakes.
- Métodos de auditoría ética: Incorporar auditores de IA en las empresas para garantizar prácticas justas y transparentes.
- Regulaciones específicas de IA: Adoptar normativas similares a las propuestas por la Unión Europea para garantizar la equidad y la seguridad. Hay que involucrar rigor ético y legal en la confrontación de los contenidos informativos.
- Desarrollo de frameworks éticos como los promovidos por diferentes iniciativas y normatividades en el mundo. En Colombia ya hemos visto casos de personas influyentes que se suplantan con inteligencia artificial para “vender” y socializar productos que ni conocen. No hay una reglamentación que condene rigurosamente estas prácticas.
- Transparencia en los algoritmos de redes sociales.
- Fomentar la diversidad en el desarrollo de IA para evitar sesgos culturales o sociales.
- Colaboración entre humanos e IA para tomar decisiones más equilibradas.
- Un informe del AI100 reveló que, entre 2016 y 2021, la IA pasó de ser una tecnología limitada a laboratorios a impactar masivamente en el día a día, pero también destacó los peligros de su mal uso, como la proliferación de deepfakes y bots manipuladores en redes sociales.
- En el ámbito laboral, un 85% de las empresas proyecta integrar IA en sus procesos para 2030, según McKinsey, lo que plantea el reto de la reeducación laboral y la ética en la automatización.
La clave para una convivencia efectiva con la IA radica en fomentar la colaboración humano-máquina, establecer políticas regulatorias robustas y promover un uso ético que priorice la verdad, la empatía y el bienestar social, no para criticar todo lo nuevo o no ir en la línea evolutiva de los descubrimientos, sino por el contrario, coexistir y sacar ventajas de ellos.