Irán. Sumida en un colapso interno y externo. Enfrenta un nuevo desafío a su supervivencia:
La situación actual entre Israel e Irán es tensa, especialmente tras el ataque iraní a Israel el 1 de octubre, que resultó en una respuesta militar israelí en el sur de Líbano. A pesar de la agresión, Irán no ha logrado causar un daño significativo, lo que se evidencia en el reducido número de víctimas. Mientras tanto, Israel ha intensificado sus ataques aéreos y terrestres, y Hezbollah afirma estar lista para enfrentar una invasión israelí, aunque la crisis en Irán complica su situación interna. El nuevo presidente iraní busca entablar un diálogo, lo que podría señalar un posible cambio en el sistema político Iraní.
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Los problemas dentro dé. Irán
Dentro de Irán, hay una creciente disidencia contra el sistema de los ayatolás, que enfrentan una crisis económica y social severa, como señala Aniseh Bassiri Tabrizi, especialista en Chatham House. Las restricciones en la vestimenta y las acciones de la policía moral han desencadenado protestas en Irán, especialmente tras la muerte de mujeres que no cumplían con las normas. A pesar de las promesas del nuevo presidente de suavizar estas reglas, el régimen aún mantiene una postura estricta. La policía no tiene suficiente capacidad para controlar a los ciudadanos, quienes cada vez desafían más las prohibiciones.
Como apunta Bassiri Tabrizi, Irán, tras más de cuatro décadas desde la revolución islámica, enfrenta un dilema similar al de la Unión Soviética en su ocaso: reformarse o colapsar.
En el marco de la narrativa histórica, se menciona que Irán fue el primer país islámico en reconocer a Israel, pero ahora está influenciado por la ideología de Jomeini, que buscaba la exaltación del islamismo chiita frente a la oposición israelí. Esto ha llevado a una obsesión con Israel, al que consideran el "pequeño Satán", y otras naciones han fracasado en su intento por acabar con el Estado israelí.
La situación geopolítica se complica con la expansión de la influencia iraní en el Medio Oriente, formando un corredor de aliados que llega hasta el Mediterráneo. Israel, bajo el liderazgo de Netanyahu, ha llevado a cabo operaciones precisas contra los aliados de Irán, debilitando a Hezbollah y otros grupos insurgentes. Las tensiones en la región se están intensificando y las dinámicas de poder entre Israel e Irán continúan evolucionando, mientras Israel parece decidido a presionar aún más al sistema político de los ayatolás, como indica el reportero de The Wall Street Journal, Michael R. Gordon. Michael señala que Irán se encuentra en una situación precaria a medida que se desarrolla la crisis interna y la respuesta militar israelí.
La muerte de Nasrallah y la intensificación de las acciones contra Israel añaden más tensión a un escenario ya complejo. La incertidumbre sobre el nuevo liderazgo de Hezbollah genera inquietud, ya que el grupo enfrenta una crisis interna y una posible falta de motivación entre sus miembros. A medida que el conflicto se agrava, los rebeldes de Yemen, que también han atacado a Israel, se encuentran en una situación precaria tras una respuesta militar israelí en Al Hodeida. Netanyahu ha manifestado su intención de erradicar a todos sus enemigos, y como respuesta a la agresión del 1 de octubre, Irán lanzó la llamada Operación True Promise 2, proclamando un éxito que contrasta con la realidad de las bajas y los daños
A pesar de la magnitud del ataque, la efectividad real quedó en entredicho, con efectos limitados y heridas menores. En el sur de Líbano, Israel avanza, argumenta Gordon, y la ansiedad entre Hezbollah y sus aliados crece al punto de expresar la necesidad urgente de apoyo militar, algo a lo que el gobierno libanés responde con cautela, recordando su vulnerabilidad ante Israel. La negativa de Líbano a aceptar ayuda militar iraní refleja su temor y la animosidad hacia una guerra total, lo que desacredita la imagen de un bloque unido por parte de Irán.
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Nada de fuerza para una guerra
Israel, por su parte, mantiene en su agenda atacar los intereses iraníes, incluso considerando acciones en el Estrecho de Ormuz, aunque esto conlleva riesgos significativos. La incapacidad del régimen iraní para actuar de manera decisiva se debe a una economía debilitada por sanciones, que han llevado a un aumento de protestas internas. Desde 1979, Irán ha estado involucrado en un conflicto prolongado con Occidente, pero ha visto su potencial militar erosionado, especialmente tras el colapso del acuerdo nuclear.
La estrategia de la administración Trump, aunque controvertida, ha puesto a Irán en una situación desventajosa y ha permitido a Israel realizar ataques casi sin consecuencias. La capacidad militar de Irán, aunque considerable en términos de fuerzas terrestres, se ve contrarrestada por las carencias en su fuerza aérea y la obsolescencia de sus equipos. Misiles y drones pueden ser una fortaleza, pero el ataque del 1 de octubre demostró la ineficacia de su arsenal en un contexto de combate real.
A medida que Irán continúa enfrentándose a disturbios sociales y protestas, contra el gobierno se esfuerza por consolidar su poder, a menudo a través de celebraciones organizadas que intentan mostrar unidad, aunque estas son más bien un reflejo de la presión que enfrenta. La muerte del expresidente Raisi y la posible festividad que genera entre ciertos sectores de la sociedad reflejan una polarización aún mayor, donde el resentimiento contra el régimen se mezcla con la animosidad hacia figuras que simbolizan su opresión. El ayatolá Jamenei, temeroso de perder el control, promete represalias, lo que sugiere que el clima de inestabilidad seguirá dominando la región, donde los intereses de Israel e Irán colisionan continuamente.
Jamenei, Ha establecido un periodo de luto, enviando mensajes claros sobre el miedo que siente el ayatolá ante la posibilidad de un ataque similar al que sufrió el líder de Hezbollah. La revelación de que se le trasladó a un lugar seguro sugiere que Israel posee información crucial, lo que agrava la percepción de crisis en el régimen iraní. Este 2024 ha sido particularmente desafiante para Jamenei, marcado por atentados letales y una creciente inestabilidad tras la muerte del presidente Raisi, considerado un posible sucesor en la línea dura.
La situación política se complica aún más con la llegada de Masud Peseschkian, un reformista moderado, a la presidencia, quien prometió abrir las puertas a nuevas negociaciones con potencias mundiales, dejando en el aire su postura sobre la paz con Israel, lo que ha generado descontento entre los sectores más radicales. Mientras tanto, los paralelismos entre Irán y la Unión Soviética de los años 80 se hacen evidentes, con un sistema político que enfrenta una crisis económica y social intensa, y una élite política envejecida que ya no parece capaz de sostener la situación.
Como señala Maryam Sinaí, además, Mojtaba Jamenei, hijo del ayatolá, representa una posible alternativa al liderazgo actual, pero mantiene un perfil bajo en cuanto a sus intenciones políticas, lo que añade más incertidumbre al futuro del régimen. La repulsión popular hacia el sistema parece incrementarse, generando un clima propicio para la traición de algunos elementos dentro del aparato de poder iraní.
A medida que Israel intensifica sus acciones contra Hezbollah y otros grupos enemigos, la capacidad de respuesta iraní se ve mermada. La opción de reformar el sistema en lugar de luchar frontalmente con Israel empieza a cobrar relevancia, aunque cualquier cambio que se busque implementar tendría que pasar por un delicado equilibrio de poder interno. Jamenei, a sus 85 años, enfrenta una sucesión incierta, y mientras la situación sigue deteriorándose, las posibilidades de un acuerdo se vuelven más atractivas para algunos en el sistema. Sin embargo, el trasfondo de la política exterior iraní sigue siendo complejo, hecho evidente en las declaraciones sobre la paz en Ucrania, que contradicen las acciones del país en la región, argumenta Maryam.
La resiliencia del régimen se enfrenta a amenazas tanto internas como externas, mientras algunos se preguntan si realmente se está gestando un cambio significativo en Irán que los lleve hacia un sistema más secular y menos conflictivo. La culminación de estos eventos podría llevar a transformaciones históricas en Oriente Medio, un momento que podría tener amplias repercusiones y que aún está por definirse.
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