Ir de sobrado en un e-mail que solicita trabajo es una mala idea

Ir de sobrado en un e-mail que solicita trabajo es una mala idea

Observo una tendencia en los e-mails que solicitan trabajo en el último tiempo. Se trata de una moda que achaco a las escuelas de negocios al socaire de las tendencias que llegan desde Estados Unidos, y amplificada por la enorme bocina de las redes sociales. Hablo de esos e-mails solicitando trabajo que todas las empresas recibimos.

Noto un cambio en la episteme, en la manera de enfocar esas comunicaciones. Es cierto que las generaciones que nacimos en los 80´todavía teníamos adherencias de antaño. Nos acercábamos al los posibles empleadores —o clientes si eras un emprendedor— con un talante tan reverencial que casi parecíamos más una orden mendicante que un postulante laboral. Las escuelas de negocios llegaron, —con buena idea— a educarnos en una cultura más extendida en la anglosfera: pedir trabajo es ofrecer un beneficio a cambio de otro. Una relación ganar-ganar. Yo te ofrezco mi saber hacer y tú me pagas. Si convergemos en ese acuerdo, adelante.

Se invita al trabajador a hablar con seguridad. Eres alguien que tiene algo que ofrecer. No estás suplicando una limosna.

Nada que objetar hasta aquí.

Sin embargo, esto muchas veces no se ha entendido bien. En muchas ocasiones, llegan e-mails de supuestos candidatos que, —usemos el neologismo—, "aplican" para trabajar en tu empresa que, más que hablar desde la seguridad de quien descansa en su valor de mercado, alardean con demasiada procacidad de sus inagotables talentos, que en la mayoría de los casos no tenemos cómo comprobar.

No hemos pasado de la actitud lacayuna a la seguridad. Nos hemos pasado de frenada. De tener confianza en uno mismo a ir «de sobrado» va muy poco, pero es un matiz que se debe controlar para no causar rechazo. El trash talk o el hablar fingiendo una seguridad superior a la real, puede causar muy buen resultado en un partido de la NBA o en una canción Trap, pero para pedir trabajo no acaba de ser interesante.

Frases como, «para su empresa sería una magnífica noticia contar conmigo» o, «yo sabría llevar su negocio al siguiente nivel» son cada vez más frecuentes. Antiguamente, cuando te salía un trabajo, —"una colocación" decían las abuelas—, tus familiares, amigos, vecinos, etc. te felicitaban. Las frases antes recogidas parecen sugerir que «yo soy tan bueno que si me contratas, te tendrán que felicitar a ti». Es como decirle a la empresa «vosotros no sabíais hacer las cosas bien, sois unos chapuceros que vagábais por el mercado hasta que me habéis encontrado a mí que soy el mejor». Si les estás pidiendo trabajo tú a ellos, será que están haciendo bien algo.

Recordad, postulantes: la autoconfianza no está reñida con la humildad. La humildad no ha dejado de ser una virtud bien apreciada por las personas, que son lo que hay detrás de todas las empresas. No existe ningún contratante, ningún recursos humanos, que no sea una persona.


Hablar con seguridad es otra cosa. Tengo tal experiencia. Podría ayudar a integrar en su empresa tal nueva metodología o tal nuevo software. Estoy familiarizado con las nuevas medidas X, o con los nueva ley Y, o con la nueva tecnología Z. Es decir, exponer valores ciertos y concretos. Tangibles. Reducir los adjetivos y aumentar los sustantivos mejorará el impacto de tu comunicación.

Tomad con espíritu crítico toda la literatura de negocios. Cuidado con la autoayuda disfrazada de esa cosa tan ambigua que llaman crecimiento personal. Sed críticos. Asimilad lo que sirva, ajustad todo a una medida cabal. Desechad lo que sea una aporía. Muchos de esos libros os dirán que vayáis por la vida arrasando, con paso firme. Seguros de vosotros mismos. Bien, pero consejo, sin apabullar. Tú, no eres Mbappé ni el universo conspira para que lo seas. Ninguna empresa suspira por tus huesos. Donde mandes el currículum, han llegado 8.000 como el tuyo. Muchos, son mejores. Otros peores.

Tú vales mucho. Tu esfuerzo y tu ilusión también. Con los demás ocurre igual. A la gente no le gusta alguien que se comporta de manera arrogante, prepotente o engreída, como si fuera superior a los demás. Simplemente pon cuidado de no rebasar esa línea cuando quieras aparentar seguridad en tus correos solicitando trabajo.

Mantén las distancias. No te pases de gracioso. No te tomes licencias que corresponden a relaciones más rodadas. Recuerda, al otro lado hay una persona normal y corriente. Las relaciones se estrechan con el tiempo. De buenas a primeras llegar con ciertas libertades puede ser entendido como una falta del respeto o una invasión del espacio personal.

Emplea un tono seguro pero educado. Descansa en los argumentos que apoyan tu valía, no en adjetivos gratuitos que podría decir cualquiera de sí mismo. Qué título refrenda afirmaciones como: tengo buena presencia, don de gentes, soy simpático o soy asertivo o resiliente. Son atributos importantísimos, pero los tienen que valorar los demás. No basta con que yo los diga de mí mismo. Echarse faroles no es hablar con seguridad, es regalarse el oído.

Resumen: seguridad y humildad caben juntas. No son excluyentes. El engreimiento no es soluble en simpatía.


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