LA AGENCIA TRIBUTARIA INVESTIGA AL REY JUAN CARLOS

EL REY JUAN CARLOS I EN LA DIANA DE LA AGENCIA TRIBUTARIA

FARO DE VIGO, domingo 26 de junio.

            El Mundo ha tenido acceso a una filtración desde la Agencia Tributaria conforme la Inspección Financiera y Tributaria investiga al Rey Emérito. La noticia afirma que la AEAT ha requerido en diversas ocasiones información sobre el origen de los fondos con los que se financiaron los vuelos y gastos de cacerías a las que fue el rey entre 2014 y 2018.  El rotativo concluía que la Agencia buscaba nuevas donaciones y que por el momento el posible fraude no sería delito porque no alcanzaría los 120.000 euros anuales exigidos para ello.


            Recordemos que la Fiscalía del Tribunal Supremo cerró su autodenominada ‘investigación’ por tres motivos. El primero, el impedimento de la inviolabilidad anterior a 2014. El segundo, la excusa absolutoria ganada con sus declaraciones complementarias. El tercero la prescripción de los delitos.

            

            Entre 2014 y 2018 Juan Carlos I ya no era Jefe del Estado, luego ya no estaba protegido por la inviolabilidad inherente a su cargo; incluso en su alocada interpretación de que la inviolabilidad alcanzaría los actos de su vida privada, como sus declaraciones de impuestos. 


            Estos nuevos hechos tampoco habían sido regularizados en las dos declaraciones complementarias que por 678.393,72€ y 4.4 millones de euros realizó en diciembre de 2020 y febrero de 2021. Allí regularizo los fondos opacos recibidos de su amigo Allen Sanginés-Krause y los pagos que le hizo la Fundación Zagatka de su primo Álvaro de Orleans. 


            Y por último, sus propias declaraciones complementarias, reabriendo el melón de las obligaciones tributarias por el IRPF correspondiente a los ejercicios 2014 a 2018, interrumpieron la prescripción de la potestad de liquidar y sancionar por parte de la Agencia Tributaria, por tales obligaciones y períodos impositivos.


            Así pues, los tres motivos alegados por la Fiscalía para cerrar su investigación, no serían aplicables a esta nueva investigación de la AEAT por esos hechos nuevos.


            Esta noticia es de suma trascendencia y constituye un auténtico cambio de paradigma en el trato al monarca. La prensa se equivoca cuando atribuye el interés de la Inspección a la liquidación de nuevos regalos al Rey. Los regalos son donaciones. Y el Impuesto que grava las donaciones es el de Sucesiones, un impuesto estatal pero cedido a las Comunidades Autónomas, y en consecuencia es competencia de la Agencia Tributaria de la Comunidad de Madrid y nunca de la AEAT. 


            La prensa también se equivoca en atribuir una escasa dimensión económica al impuesto omitido por los gastos y vuelos para asistir a esas cacerías en África. Ellos razonan, si la cuota de delito es de 120.000 euros, hay que recibir regalos por casi medio millón de euros para evadir tal cantidad. Difícil gastar al año ese dinero en cacerías, piensan.

            Entonces, si la Inspección financiera de la AEAT no es competente para liquidar los regalos, ¿qué hace investigándolos? Muy sencillo: no los está investigando, está investigando otra cosa. 


            Lo que está investigando la Agencia Tributaria no es el monto de los regalos, que le importan un bledo. Lo que está investigando es como se pagaron esos gastos, con la secreta esperanza de que los haya pagado él y no hubieran sido regalados. En otras palabras, albergan la sospecha de que entre 2014 y 2018 el Rey Juan Carlos no habría sido tan precavido como lo es ahora y habría hecho pagos desde su fortuna oculta en el extranjero.


            Imaginen el iceberg contra el que chocó el Titanic. Los iceberg son masas de hielo compuestas por agua y flotan poco. Por eso la parte visible es pequeña y la masa sumergida gigantesca. El Rey Juan Carlos ha regularizado la parte visible, pero no ha regularizada su inmensa fortuna oculta en el extranjero: ese es el objetivo de los sabuesos de la Agencia Tributaria. Quieren tirar del cordel, seguir el hilo de las transferencias y descubrir la fortuna oculta desde la que se financian los pagos. Eso si que es competencia de la Agencia Estatal, no los regalos de sus empresarios amigos.


            Pero si esto es cierto, constituye un cambio dramático en el trato del Rey por parte de las autoridades. Recuerden que antes de que el emérito presentara sus dos regularizaciones, fue informado por la propia Fiscalía del Tribunal Supremo de que era investigado por su fortuna en el extranjero. Le avisó el propio teniente fiscal del Tribunal Supremo, Juan Ignacio Campos, ¡hasta en tres ocasiones! Con las dos primeras notificaciones, Juan Carlos I presentó en Hacienda su regularización de 678.393 euros en diciembre de 2020. Posteriormente, después de la tercera notificación, en febrero de 2021, presentó una segunda regularización por importe de 4,4 millones de euros. En otras palabras, la Fiscalía estaba completamente conchabada con los abogados del emérito.


       Pues bien, ahora todo eso se volvió como un calcetín del revés. Y créanme, que quien le dio la vuelta no es un inspector cualquiera. La Agencia Tributaria es un organismo sumamente jerarquizado. Y no hay inspector que se atreva a investigar al Rey sin una orden directa de arriba. De muy arriba, digo. No le hagan demasiado caso a la ministra de Hacienda María Jesús Montero, cuando preguntada en los pasillos del Congreso por esa inspección contesta: “no puede confirmar ni desmentir que se esté llevando a cabo dicha investigación, que ha publicado este mismo miércoles el diario El Mundo”, y añade, “La agencia tributaria es independiente en el desarrollo de sus actividades y siempre ha demostrado su profesionalidad”.

       El presidente de la Agencia Tributaria es el Secretario de Estado de Hacienda y el Director general, con rango de Subsecretario de Estado, es nombrado por el Gobierno a propuesta del Ministro de Economía y Hacienda: es decir, ella misma, Doña María Jesús Montero. La Agencia tributaria no es independiente, es absolutamente dependiente del ministerio de hacienda y en consecuencia, del Gobierno.

       Nadie en su sano juicio se cree las palabras de María Jesús Montero, según las cuales la Agencia impulsa de oficio esa inspección. Esa Inspección, según me informa mi fuente, la ordenó el presidente Sánchez en persona. Porque está harto. Porque le ha pedido por activa y por pasiva que “Dé explicaciones” y no lo hace: “Si hubiera venido a Sanxenxo en vuelo regular en primera, si hubiera visitado en primer lugar a su hijo en la Zarzuela, si hubiera luego viajado en AVE a Sanxenxo, si hubiera pedido disculpas, habría sido otro cantar. Pero no, organizó un circo y vino en avión privado. Y cuando le preguntan si piensa dar explicaciones, contesta ‘Qué explicaciones, jo, jo, jo’; por todo eso lo está investigando la Agencia Tributaria”, me dice mi fuente.

       Por lo de pronto, no volvió el fin de semana pasado a Sanxenxo para disputar la copa del mundo en la que compite el ‘Bribón’. Alegó "razones estrictamente privadas".

       Puede ser. Pero el hecho es que ahora no es el cazador; ahora es él la pieza a cazar. Ahora está en la diana. Antes no. Antes recibía un trato de favor.

Antón Beiras Cal

Economista

Abogado tributarista

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