La ambición profesional o la pesadilla del cangrejo

La ambición profesional o la pesadilla del cangrejo

Durante una conferencia pronunciada en Dresde, el psicólogo Carl G. Jung contó al público los casos de unos pacientes que fueron a su consulta para librarse de sus angustias permanentes.

El primero era un hombre de elevada posición social. "Padecía angustias, incertidumbres, vértigos que le llegan a hacer vomitar, con embotamiento cerebral y molestias respiratorias...". Era un estado psíquico tan lamentable que Jung lo llegó a comparar con el 'mal de altura' que sufren algunos alpinistas.

El paciente le confesó que sufría mucho porque esas angustias le estaban sucediendo en "el mejor momento" de su carrera profesional. Y Jung, como siempre, les pedía que le contaran sus sueños. Y esto fue lo que dijo el paciente:

Tenía que coger un tren pero antes de salir, volví a mi casa porque se me había olvidado algo importante. Cuando regresé a la estación, ya era demasiado tarde. El tren había partido pero a medida que se alejaba, el convoy trazó una extraña curva y se empezó a bambolear a causa de la velocidad. Intenté gritar pero no podía y al final todo el tren descarriló produciendo una catástrofe espantosa.

Jung sospechó pronto que este hombre estaba revelando en sus sueños la neurosis que le producía su ambición. Era hijo de campesinos y había ido a la ciudad a labrar su éxito. Las posibilidades de ascender se le habían agotado, pero su ambición le empujaba a metas más elevadas que requerían un sacrificio que estaba por encima de sus posibilidades. Su inconsciente le estaba diciendo en esos sueños que corría el riesgo de perder el aliento y que no estaba preparado para esos fines. El sueño era la voz de alarma.

El paciente no le hizo caso y Jung no pudo continuar con el tratamiento. Al final, dice Jung, el paciente fracasó profesionalmente. La catástrofe o el descarrilamiento se hizo realidad.

El segundo caso que cuenta Jung es el de un profesor que sufría casi los mismos síntomas de neurosis. Jung le pidió que le contara sus sueños y el hombre se refirió a uno en el cual aparecía en una granja hablando con una campesina. La mujer le miraba con ojos de admiración mientras él le explicaba que tenía que iniciar un largo viaje a la ciudad. De repente, el hombre desviaba la mirada al campo, donde varios segadores realizaban su trabajo. Entonces, aparecía un cangrejo gigante, un monstruo que se aproximaba de forma amenazante. Cuando el monstruo le iba a atacar, él sacaba una varita mágica y le daba un golpe. El monstruo caía muerto y el hombre lo contemplaba durante largo rato.

Para Jung, el largo viaje a la ciudad era el reflejo de su ambición, pues el hombre esperaba que le nombrasen profesor en una institución importante. El combate con el cangrejo era su lucha contra las dificultades, pero también el riesgo a enfrentarse a un desafío más allá de sus posibilidades.

Con estos dos casos, Jung expuso la realidad de las ambiciones profesionales modernas. En el mundo ejecutivo, muchas veces aceptamos desafíos que nos colman de placer y que producen admiración en los demás. Pero si no conocemos nuestras capacidades, y si no sabemos rechazar a tiempo esos desafíos, nos embarcamos en aventuras que al final acaban con nuestra carrera profesional, con nuestro concepto de nosotros mismos y nuestro ego. De ahí vienen las crisis.

Pero las crisis en cierta forma son soteriológicas: salvadoras. Pueden purificarnos siempre que las aceptemos como mensajes de nuestro inconsciente.

"El miedo y la angustia vital se convierten con frecuencia en un poderoso acicate para la búsqueda de soluciones", dice el psicólogo Manuel J. Moreno en su revelador libro reciente Anima Mundi (Obelisco). Esas angustias son una forma de "tomar contacto con el inconsciente". ¿Y que nos debe revelar esa lucha interior?

Pues que el objetivo de esta vida no es trabajar para ganarnos un sustento, sino trabajar en algo que nos ofrezca equilibrio psíquico, que nos haga estar contentos con nosotros mismos.

Lo importante no es el dinero, sino la estabilidad psíquica. Si no lo descubrimos a tiempo, el cangrejo destructivo ya estará encima de nosotros.

(Los casos que cuenta Jung aparecen en el libro Los complejos y el inconsciente, de Alianza).






Veo a muchos correr para que el cangrejo no los alcance...

Inicia sesión para ver o añadir un comentario.

Otros usuarios han visto

Ver temas