La Argentina “trompo”
Rizzi
Hay por lo menos tres acepciones de la palabra “trompo” que se aplican a la Argentina, mejor dicho, a los argentinos, juguete que baila, giro sobre sí mismo de un automóvil al derrapar y torpeza.
Los argentinos estamos “bailando” pero no al son de una buena música sino, por la inestabilidad de nuestro piso que nos impide afirmarnos y nos obliga a un continuo bamboleo, por cierto, torpe para no caernos.
Ese piso es más que nada nuestro soporte cultural que se puso en evidencia cuando alberto fernández inventó con cita y todo, la suficiencia de los soberbios sin causa, una frase tan desafortunada como agraviante que fue cabal expresión de nuestra ya intolerable mediocridad.
Los argentinos bailamos, al son del grotesco y lamentablemente es el estilo del que hablaba Manuel García Morente, en su libro “Idea de la Hispanidad”, que nos distingue en el mundo.
Los argentinos hace varias décadas no quiero enunciarlas, porque ello podría esconder el prejuicio de que todo se inició con determinado gobierno, que podría ser la segunda presidencia de Hipólito Yrigoyen, el golpe del 30, el del 43, el gobierno de Perón o el de cualquier otro fulano.
La culpabilidad no está en los gobiernos, está en la sociedad, “en nosotros” que creímos en la “hora de la espada”, en la providencialidad de algún caudillo, en una democracia excluyente(hubo elecciones con proscripciones) una suerte de “democracia calificada”, pero siempre en una variante “populista” de la política. Cuando Perón dijo que “todos éramos peronistas”, en verdad nos estaba calificando como “populistas convencidos”, cualquiera fuera nuestra militancia. Hemos tenido diría hasta "liberalismo populista".
El “populismo” que puede ser tanto de derechas como de izquierdas, es nuestra enfermedad cultural, que ahora parece ser patología universal.
La expresión más notable del “populismo” es el “antismo” que no es más que la propia negación o mejor dicho elevar a la categoría de virtud la propia insignificancia. Decía Ortega “Este hombre-masa es el hombre previamente vaciado de su propia historia, sin entrañas en el pasado y, por lo mismo, dócil a todas las disciplinas llamadas “internacionales” …más que un hombre es una “caparazón de hombre constituido por meros idola fori; carece de un “dentro” de una intimidad suya, inexorable e inalienable, de un yo que no se pueda revocar…Tiene solo apetitos, cree que tiene solo derechos y no cree que tiene obligaciones: es el hombre sin la nobleza que obliga…” somos una sociedad “snob”
Por este motivo se nos ve bailando al son de una danza groseramente grotesca.
Nuestro uso o nuestra habilidad es la torpeza. Por esa sola razón, itero no culpemos a los gobiernos o nos busquemos responsabilidad en los sucesivos gobiernos, vivimos de fracaso en fracaso y generamos el derecho de la “pobreza” para desconocer con pretextos de la mejor moralina, nuestras obligaciones, pero eso sí “bajamos de los barcos”, somos “snob” importantes.
Nos caben todas las acepciones de esa palabra.
A este nivel le sumamos nuestra hipocresía cuando pretendemos colocarnos de este lado de la “grieta” exhibiéndonos como seres cualificados. Es común que digamos “trabajé toda mi vida”, “aporte durante 50 años”, “hay pobres por su vagancia·”, “tiras una semilla y crece el trigo, la soja o el maíz”, “hay que quemar las villas”, siempre todas estas afirmaciones imputan de los males a otros, nosotros no fuimos, fueron ellos….
Recomendado por LinkedIn
Las “gentes” y las “gentas” en general saben todo lo que no quieren, como dice Rosanvallon, hoy predomina la soberanía o poder negativo hoy “las gentes” se expresan o nos expresamos simplemente “rechazando”.
Eso es la decadencia, la falta de proyectos o en su caso, la incapacidad para asumir la tarea de llevarlo a cabo.
Estamos en vísperas de elecciones, no nos pidamos a nosotros que votemos por algo, cuando solo se nos ofrece votar “anti”.
En la oposición, la versión populista la encara Patricia; la versión timorata o “prudente”, por cierto, insuficiente, la desangelada Maria Eugenia Vidal que se asustó ante la provincia de Buenos Aires, sin pensar que, para validarse como líder, necesitaba competir en la pista más difícil y podía ganar ganando o incluso ganar, perdiendo.
En política, el riesgo paga bien.
En el oficialismo también hay dos versiones, el “populismo” más puro lo representa el “cristinismo” que competirá con todo lo que tiene, arriesgando y buscando su impunidad.
La versión “timorata” está en gestación que sería esa pretensión de un “populismo racional”.
Es posible que las dos versiones “timoratas” o “prudentes” encuentren su “Aleph”, la cuestión será como la percibiremos…
Eso si no confundamos “timoracia “(esta palabra no existe, pero viene al caso) con “prudencia”. La prudencia exige firmeza y propósito moral, como diría De Gaulle.
Esta última es virtud, y es la distinción que Maria Eugenia Vidal no ha percibido. Una lástima.