La armadura

Todos en esta vida vestimos con armadura. Vestirla nos protege pero, a la vez, nos limita.

Nuestra armadura esta forjada a base de éxitos. Cada objetivo cumplido, cada éxito, le añade una capa adicional de rigidez, de protección ante la vulnerabilidad. De hecho, cuando nos sentimos mas vulnerables ante alguna situación nos ajustamos la armadura.

Nuestra armadura nos protege cuando no estamos seguros, cuando nos percibimos en desventaja, la armadura nos dice; no pasa nada, no soy bueno en esto...pero soy el mejor en aquello.

Con el tiempo y por el yelmo nuestro campo visual se estrecha y nuestra atención se centra en nuestras fortalezas. De esa manera nos sentimos cómodos, seguros. Cuando mas nos pongamos nuestra armadura mas seguros estaremos, nos podemos olvidar de nuestros puntos débiles.

Usamos nuestra armadura todo el día, yo uso mi armadura hasta los fines de semana, pero, ¿sabéis una cosa?, me he cansado de ella.

Cuando me siento a trabajar con un colaborador mas joven que yo y maneja mejor que yo la tecnología mi armadura no me sirve, cuando comparto proyecto con un ingeniero y no comprendo el lean production mi armadura no me protege, estoy sólo con lo que se y lo que soy.

Y ser consciente de lo que eres no es precisamente un pensamiento tranquilizante.

Pero ponerse frente al espejo, sin armaduras, es algo que necesitamos hacer mas a menudo. Te permite ver con perspectiva. Nos recuerda que siempre podemos ser mejores. Nos permite identificar áreas de crecimiento. Nos hace conscientes de nuestra realidad.

Tenemos que desarrollar nuestra carrera profesional en organizaciones líquidas donde las pesadas armaduras nos limitan el movimiento y nos arrastran hacia el fondo.

Definitivamente, a mi me gustan mas las chanclas y el traje de baño!!