La ciencia, el pilar fundamental de la humanidad, y la humanidad, el pilar fundamental de la ciencia
La ciencia, la rama del saber que tomamos hace miles de años como senda a caminar los humanos en un intento de conocer, de erradicar ese sentimiento de incertidumbre y vacilación, y de dejarnos llevar por la intrínseca curiosidad humana. No obstante, si es por algo que se caracteriza la ciencia es por su dinamismo, desde los conocimientos obtenidos gracias a ella hasta los mismos métodos con los que se desarrolla han ido variando con el fin de encontrar la fórmula “perfecta”. La ciencia ha sido un campo de estudio admirado y alabado por una parte de la población, y a la vez odiado y condenado por otra a lo largo de la historia. Sin embargo, nace un nuevo sentimiento pernicioso con respecto a la ciencia en la actualidad, que se extiende por la población y aumenta con el paso de los años: la indiferencia.
John Locke, filósofo del siglo XVII, dejó su huella en la historia, aparte de sus muchas aportaciones a la teología y política, con la creación de una nueva filosofía de la ciencia que elaboró unificando la filosofía tradicional y la ciencia moderna. Se resalta su figura por ser la persona que culminó la Revolución Científica e impulsó a la ciencia por primera vez hasta convertirla en una necesidad fundamental del ser humano para conocer, “La experiencia: he aquí el fundamento de todo nuestro saber, y de allí es de donde en última instancia se deriva ”.
Pero después de este estímulo que hizo de la ciencia la forma de conocer única y la vía para permitir a la sociedad humana evolucionar surge una duda, ¿Cómo ha llegado a ser indiferente para una gran parte de la población la misma? Estudios realizados a nivel mundial nos han permitido visibilizar una importante reducción de la vocación científica de la sociedad, un hecho cuyas causas, consisten en una acumulación de cambios sociales y nuevas corrientes filosóficas que han ido reduciendo el prestigio y perjudicando a la imagen social de la ciencia progresivamente.
En primer lugar, creo firmemente en la importancia de la influencia de las diversas corrientes filosóficas históricas en este asunto, que han ido variando con el tiempo desde el dogmatismo filosófico o religioso hasta el nihilismo. Es decir, que Locke junto a otros filósofos y científicos intentaran y consiguieran realzar el papel de la ciencia y el empirismo, se vio, primero criticado y menospreciado por el racionalismo, y segundo eclipsado parcialmente por el existencialismo (Jean-Paul Sartre, Albert Camus...) y escritores como Nietzsche unos siglos después.
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En segundo lugar, la indiferencia de la población respecto al avance científico-tecnológico también proviene de cambios en la moral, producidos a su vez por cambios políticos y de las condiciones de vida. El más evidente sería el sentimiento de conformidad y falta de curiosidad, que se inculca desde la educación a los estudiantes indirecta o directamente, que son bombardeados con una cantidad abrumadora de mensajes que promueven la escogida del camino fácil. Con esto me refiero a la pérdida de la cultura del esfuerzo, cada vez menos extendida, que afecta directamente a la ciencia, un campo como otros que requiere un esfuerzo y dedicación constante. La ciencia puede llegar a ser anti-intuitiva en alguna de sus ramas, pero la clave para superar este problema reside en estar dispuesto incluso a intentar salir del marco del razonamiento humano para entender conceptos que a simple vista serían ininteligibles. Es decir, se trata de un trabajo que nunca va a ser sencillo, pero que a la vez es imprescindible para el desarrollo de la sociedad humana.
Además, a lo anterior se le suma la “no necesidad” de continuar avanzando, es decir, en etapas anteriores de la historia la necesidad de mejorar en el campo de la investigación para ganar guerras (Primera y Segunda Guerra Mundial), demostrar quien disponía de los mejores científicos (carrera espacial entre EE.UU. y la URSS) o simplemente proporcionar la mejor calidad de vida posible a los ciudadanos funcionaba como un motor retroactivo que aceleraba cada vez más el avance. El avance científico promovía el interés por la ciencia de la ciudadanía, la ciudadanía demandaba mayor investigación y participaba activamente en este proceso, y provocaba un mayor avance científico. Esta “no necesidad” y el conformismo citado anteriormente ha hecho que el círculo se rompa y que cada vez el interés por la ciencia sea menor.
George Bernard Shaw escribió un día “La ciencia nunca resuelve un problema sin crear otros 10 más”, problemas y dificultades que hemos ido superando y aprendiendo de ellos con el fin de avanzar como especie, un proceso que se resume fácilmente con dos palabras: resiliencia y cooperación. Conocemos el camino a seguir y cómo continuar recorriéndolo, pero si no logramos acabar con ese sentimiento de desinterés el estancamiento será inminente. Bloque a bloque se construyeron las pirámides de Egipto.