LA COHESIÓN DEL EQUIPO
Este artículo fue publicado el 15/01/2015 en Agencia de Aprendizaje y el 28/02/2015 en mi blog
Es habitual encontrarnos muchos artículos que empiezan con alguna frase del tipo. “… ante la rapidez en que hoy en día se producen los cambios en la sociedad, las organizaciones requieren personal altamente comprometido …” A partir de aquí se ajusta el texto a un “para qué” concreto.
Efectivamente el contar con colaboradores “altamente comprometidos” permite a las organizaciones superar los retos a los que se enfrentan.
Cuando los recursos materiales y el tiempo son escasos son las personas las que tienen que soportar un mayor esfuerzo. De su gestión altamente eficiente de los “pocos” recursos disponibles dependerá un mayor éxito en el alcance de los objetivos.
Es entonces cuando disponer de unos colaboradores comprometidos con los objetivos de la organización y que sean capaces de funcionar como un equipo altamente eficiente será lo que nos asegurará la supervivencia y el logro de nuestras metas.
En este contexto es cuando adquiere sentido hablar de la cohesión del equipo: es decir, el grado de identificación entre sus miembros. A mayor cohesión entre sus miembros mayor sentimiento de equipo y mayor capacidad de ser eficiente.
Tres aspectos sin los que a mi entender son los que se deben combinar:
- Colaboradores individualmente comprometidos.
- Cohesión del equipo.
- Liderazgo.
Por tanto será necesario velar, en primer lugar, por conocer las necesidades individuales de todos los colaboradores y buscar la alineación con las de la organización.
Igualmente deberemos encontrar la forma de liderazgo que se adecue más al momento del equipo que tenemos y a las metas que nos hemos marcado. No debemos dejar de lado la posibilidad de plantearnos equipos autodirigidos como soluciones altamente eficientes en determinadas circunstancias.
Si dejamos para otra ocasión el desarrollo de los dos aspectos anteriores y nos centramos en hablar de la cohesión del equipo, debemos tener en cuenta que debido a cuestiones evolutivas y culturales, las personas tienen cierta predisposición a la competitividad y a anteponer los intereses individuales a los colectivos. Por tanto, debe existir un proceso explícito encaminado a favorecer la cohesión.
La cohesión de un equipo depende de una serie de factores, entre ellos: composición, tamaño, liderazgo, objetivo, recursos, …
Pero un equipo formado por personas cuidadosamente elegidas, en un número adecuado, con recursos suficientes y lideradas en función de todos estos elementos hacia un objetivo común no es garantía total de excelencia ni de éxito.
La cohesión del equipo, una vez tengamos las personas adecuadas y predispuestas, dependerá la relación que surja entre ellas, de las vivencias y de la historia que vayan construyendo.
Desde un primer momento deben tener la oportunidad de conocerse, de analizar sus fortalezas y debilidades individuales y grupales y de trazar el camino, no solo como itinerario sino, además, como modelo de relación. Cómo interactuamos para hacer el camino juntos.
Este proceso debe ser guiado necesariamente. Si buscamos la cohesión es que aun no la tenemos. Necesitamos que alguien, interno o externo a la organización sea capaz de moderar al grupo y de plantearle las preguntas clave a las que deberán dar respuesta individualmente y grupalmente. No se trata de dictar las respuestas, sino de velar por que aparezcan las preguntas adecuadas.
Estamos hablando de procedimientos pero también de algo más: de gestión de las emociones, de aprendizaje en el trabajo, de explicitación del conocimiento, de creación de talento colectivo, colaboración y cooperación, transparencia, trabajo en voz alta, …
Es necesario que nuestros equipos estén cohesionados y eso no sucede de forma espontánea.