La contratransferencia ese concepto olvidado…

La contratransferencia ese concepto olvidado…

Trabajo presentado en el symposium anual de APA en el año 2018

Escrito presentado en el X Congreso Argentino de Psicoanálisis que tuvo lugar en la ciudad de Buenos Aires, Argentina, en el año 2016.

   La historia del psicoanálisis comienza con una huida: Breuer huye del apasionado amor de transferencia de su paciente. Él no contaba con las herramientas que tenemos los analistas hoy para hacerle frente a esta tarea apasionante y peligrosa, ni contó con la valentía de Freud para penetrar sus propios complejos y avanzar en su investigación.

   Freud habló por primera vez de la contratransferencia en 1910, en su discurso inaugural del 2º Congreso Internacional de Psicoanálisis. En ese texto es categórico: el psicoanalista tiene la exigencia de discernirla dentro de sí y dominarla. Se refiere de ese modo al análisis del analista, a ese trabajo interior que debemos hacer siempre que estamos con el paciente. Si, como decía Racker, un estudioso en nuestro medio de la contratransferencia, el analista es una suerte de perchero donde el paciente va colgando lo que le pertenece, el análisis nos afecta, nos implica, y hasta puede ponernos en riesgo si carecemos de análisis personal. Lo que el paciente cuelga en nosotros podría hundirnos.

   La transferencia es un instrumento peligroso y necesario. Para defenderse de ella, el analista corre el riesgo de echar mano de la represión, repitiendo la historia de Breuer, no ya en la huida motriz, sino sometido a sus propios conflictos, empobreciéndose y defendiéndose de aquello que despliega el paciente y que lo afecta. De este modo se aleja del paciente, quien representa un peligro para su integridad. Es mucha la flexibilidad que el analista necesita para poder sostener ese proceso de olvidarse de sí y recordarse frente al paciente, tal como sugiere Racker Es inevitable entonces hablar de la importancia de la profundidad del análisis del analista: ¿Tenemos los analistas hoy la valentía que tuvo Freud de implicarnos en nuestra tarea de modo tal que el análisis de la contratransferencia forme parte de nuestra práctica cotidiana? Hablar de la contratransferencia es hablar de personalizar la tarea, incluso en la comunicación de algún material clínico. Freud personalizó “La interpretación de los sueños” con el análisis de sus propios sueños, Theodor Reik en su texto “Confesiones de un psicoanalista”, así como en “Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de Mahler” también, relatando sus obsesiones y conflictos con colegas. Implicarse de este modo hoy no goza de buena reputación.

   Me gustaría hablar de Luisa, una chica de 20 años que consultó a raíz de la muerte repentina de su padre. Tiene un triste historial de trastornos alimentarios y momentos de mucha depresión donde llegó a lastimarse las muñecas. Luisa es de una belleza particular. Tiene la capacidad de esconder sus emociones de modo tal que es muy difícil encontrar alguna expresión de dolor o alegría. Su rostro se transforma en un muro impenetrable.

   Pero a los cuatro meses de análisis Luisa decide ir al cementerio a “ver” a su padre, porque dentro de poco se iba de viaje por vacaciones de verano. Trae la muerte y la tristeza en su rostro y las lágrimas aún están allí. En esta sesión el rostro expresa sus emociones y me conmueve. Me cuenta que habló con su padre a quien le pidió que la cuidara en el viaje. Dice: “fue muy triste, no podía parar de llorar …me acordé de que el día que se murió yo quería morirme con él”. A mí la tristeza me invadía, pensaba junto con ella que realmente era injusto. Me sorprendí pensando que yo entendía lo que ella sentía (tanto que podía sentirlo yo misma) porque empezaron a surgir en mi cabeza las imágenes del cementerio el día de la muerte de mi padre. Ya no estaba Luisa sino yo, con mis recuerdos, pensando que, si para una persona adulta es triste la muerte de su padre, más lo es para una chica de esa edad. Cuando me doy cuenta de esta situación, entiendo que Luisa se sentía culpable por seguir viva, y que su deseo de salir de vacaciones formaba parte del hambre de vivir, algo a lo que ya no podía renunciar. Yo tenía que ayudarla a encontrar una salida a esa situación de morirse con su padre. Le digo: “… Por lo que vos me contaste tu papá quería que vos disfrutarás de la vida, él estaría muy contento de tu plan de irte de vacaciones, de que estés viva…” Luisa sonríe y dice: “…creo que me sentía mal por irme de vacaciones cuando él ya no puede…”

   Podemos pensar que otro diálogo entre una hija y un padre muerto se había despertado en mi interior, reactivado por circunstancias de mi vida personal en ese momento. Fue necesario diferenciarme de Luisa, recordar el dolor propio para olvidarlo y pensar en el de la paciente, para no olvidarla a ella. ¿De qué otro modo podría ser?

   La interpretación de la transferencia y el análisis de la contratransferencia parten de la idea básica de que el análisis es una puesta en escena que permite revivir, en la relación con el analista algo de aquel pasado olvidado, algo que se recuerda al vivenciarlo aquí y ahora con el analista. Es de a dos, entre el analista y el analizado. ¿Será que hablamos poco de la contratransferencia porque estamos distanciándonos del paciente? SI es así, el proceso corre el riesgo de la asepsia donde la sexualidad no tiene lugar.

   Analizar es analizarse, ofrecerse como caja de resonancia, requiere del análisis de la contratransferencia, es verse afectado, es personalizar la tarea. El olvido es el resultado de la represión. Olvidar la contratransferencia podría ser el resultado de la resistencia al análisis de los propios analistas, la necesidad de reprimir los demonios despertados por el relato del analizado.


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