La cultura está en las pequeñas cosas.
Foto de John Moeses Bauan en Unsplash

La cultura está en las pequeñas cosas.

Cuando hablamos de cultura, tendemos a pensar en grandes conceptos: valores fundamentales, visiones estratégicas, o los grandes hitos que definen a una organización o a una sociedad. Pero la realidad es que la cultura, en su esencia más pura, está en los pequeños gestos, en las acciones cotidianas que a menudo pasan desapercibidas. Es en esos detalles donde realmente se construye y se vive la cultura.

En toda interacción, ya sea entre compañeros de trabajo, entre amigos y familiares, son las pequeñas cosas las que construyen —o erosionan— la confianza. Esa confianza, que es el corazón de cualquier cultura saludable, no se crea de la noche a la mañana ni a través de grandes gestos puntuales. Se construye lentamente, día a día, a través de esas pequeñas señales de respeto, atención y apoyo.

Una cultura sólida no se define solo por los grandes momentos o las decisiones trascendentales. Está sostenida por los detalles. ¿Cómo se manejan los desacuerdos? ¿Cómo se comunican las expectativas? ¿Qué importancia se le da a la cortesía, a la empatía y a la atención? Estos aspectos, aparentemente pequeños, son los que marcan la diferencia entre una cultura donde las personas florecen y una donde simplemente sobreviven.

Por ejemplo, en una organización, cuando un líder se toma el tiempo para preguntar cómo está un empleado o cuando un equipo celebra un pequeño logro, se envía un mensaje claro: "Aquí, tú importas". Esas acciones, que podrían parecer insignificantes, generan una atmósfera donde las personas se sienten vistas y valoradas. Y cuando las personas se sienten valoradas, se comprometen más, aportan más y colaboran mejor. Pensemos en el día a día dentro de una organización: una reunión que empieza puntualmente, un "buenos días" sincero al llegar a la oficina, una conversación respetuosa donde las ideas se valoran sin importar el rango. Estos gestos, aunque puedan parecer triviales, comunican mucho más sobre la cultura de una organización que cualquier discurso formal o política escrita. Un correo que reconoce el esfuerzo de un colega, una palabra de aliento en un momento difícil, o la disposición para escuchar una nueva idea, son expresiones concretas de una cultura de respeto, colaboración y apoyo. Es en estas pequeñas cosas donde la verdadera cultura se hace tangible. Porque la cultura no se trata solo de lo que se dice que valora, sino de lo que demuestra a través de sus acciones diarias.

En este sentido, las pequeñas cosas no solo refuerzan la cultura, sino que también la transforman. Si cada miembro de una comunidad (amigos, familia, trabajo) comienza a practicar la escucha activa, el reconocimiento o la gratitud en su día a día, la cultura de esa comunidad inevitablemente se verá influenciada por estas prácticas. Si los pequeños gestos de civismo y respeto se promueven y practican con consistencia, el tejido cultural de esa comunidad se fortalece.

Otro aspecto clave es la coherencia. La coherencia entre lo que se dice y lo que se hace en el día a día es lo que define si una cultura es sólida o está vacía de significado. Y esa coherencia, una vez más, se expresa en los detalles.

Al final, la cultura no es algo abstracto o lejano. Está en las pequeñas cosas que hacemos, en cómo tratamos a los demás, en las decisiones que tomamos cada día, en las palabras que elegimos y en los gestos que ofrecemos. Estas pequeñas cosas tienen un impacto profundo en la vida de las personas y en la salud de una organización o sociedad.

Porque, aunque no lo notemos, son esas acciones cotidianas las que construyen el sentido de pertenencia, el respeto y la confianza que forman la base de cualquier cultura. Y es ahí, en lo pequeño, donde realmente se define quiénes somos y qué valoramos.

Asier Mtz de Lahidalga Pinedo

Fiscalidad, Personas, Comercio Exterior, Legal, Gobernanza, Consultoría, Administración y Gestión | ATE - Betean

3 meses

Completamente de acuerdo Aitzol!!, yo también soy de los que pienso que la cultura está en las pequeñas cosas!.

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