La Desconfianza Nos Toma por Asalto
El caso de corrupción de la empresa brasilera Odebrecht, las acusaciones e investigaciones a diversos funcionarios de varios gobiernos del más alto nivel, incluyendo a un expresidente prófugo de la justicia, vienen deteriorando aún más la confianza que existe entre los peruanos. Es más, la última medición del World Values Survey revela que Perú es uno de los países con menor grado de confianza en las personas, el 91.5% de los peruanos desconfía en los demás.
Lo que pude observar de los resultados, en comparación a la última vez que abordé este tema en 2011, es que el nivel de desconfianza en las instituciones, partidos políticos y la sociedad en general se ha deteriorado a niveles realmente preocupantes. Esta situación tiene un efecto negativo para el país y un costo económico que contribuye al incremento de la burocracia y al de los costos de transacción al generar normas que hacen más complejos los procesos administrativos, por ejemplo. En el ámbito laboral, sino confiamos en nuestro jefe, o compañeros de trabajo, los incentivos para ser más eficientes desaparecen, afectando así la productividad de los trabajadores, ergo el de la empresa o institución.
La desconfianza también genera miedo a compartir información, lo cual restringe el emprendimiento. La incapacidad de confiar en las personas, sin duda ha sido un obstáculo para los numerosos esfuerzos de asociatividad, cuyas experiencias en este país no han sido muy exitosas, salvo algunas excepciones. Cuantas veces he escuchado a pequeños empresarios con brillantes proyectos e ideas, pero que no despegan por la falta de confianza en los demás. La típica expresión “dejarlo todo por escrito”, la exigencia de incluir un “visto bueno” en cada página de documentos de gestión en el sector público principalmente, o la exigencia de poner tu huella dactilar varias veces cuando adquieres un teléfono celular son algunos ejemplos irrefutables sobre la lamentable realidad en la que vivimos día a día todos los peruanos con respecto a la creciente falta de confianza.
Recientemente leí un artículo en un medio local que titulaba: “Perú encabeza ránking de confianza en la región”, en referencia a la percepción acerca de nuestro país a nivel internacional. Sin duda, una contradicción terrible y triste con respecto a este cáncer social que nos desgasta internamente. Por esa razón, se hace necesario erradicarlo, y es responsabilidad de toda la sociedad en su conjunto, Estado, empresas, universidades, colegios, prensa, partidos políticos, entre otros, en definir códigos de conducta y programas que contribuyan a revertir esta desafortunada realidad. No olvidemos que la desconfianza es lo más dañino para la sostenibilidad económica y la democracia.