LA DESESCALADA EN ESPAÑA
Cuando escribo estas líneas, solo alrededor de un 5% de la población en España tiene anticuerpos del coronavirus (covid 19), según un primer estudio realizado por el Ministerio de Sanidad a 46.000 habitantes. El Gobierno español se debate en estos momentos entre la prudencia que exigen los asesores científicos y la Organización Mundial de la Salud, solicitando un proceso de desescalada lento y con unas máximas garantías de seguridad en toda Europa y por otro lado, la presión del sector hotelero y turístico en general, para que la desescalada sea lo más rápida posible. En España hay un quinto poder que es el del sector hotelero y en las Islas Baleares, en la isla de Mallorca concretamente, se concentran las sedes de las empresas turísticas más importantes del mundo.
El Gobierno español y el de algunas de sus Comunidades Autónomas como Baleares (que recibió el último año a unos 16 millones de turistas con una población de poco más de un millón), está liderando un juego muy peligroso: por un lado los discursos alertando a la población del peligro que conlleva una desescalada sin control y por otro lado, y al mismo tiempo, aprobando medidas que suponen una apertura de zonas turísticas menos afectadas hasta ahora por el Covid 19. Es curioso observar como algún político incluso se jacta de que en Baleares poco más del 2% de la población en este momento tiene anticuerpos del virus, cuando en realidad esta debería ser una mala noticia porque significa que no hemos estado expuestos suficientemente a la enfermedad y que el peligro acecha más en esta Comunidad Autónoma y en otras en las mismas circunstancias.
No tiene que ser fácil tomar la decisión en estos momentos de mantener confinada a la población o abrir las puertas de par en par para que la economía no se hunda hasta el fondo. Ahora más que nunca son necesarios esos asesores técnicos a todos los niveles a fin de poder confinar nuevamente, ante el más pequeño peligro, cualquier barrio, localidad, ciudad, pueblo, por pequeño o grande que sea. La prioridad es salvar vidas, todas ellas, incluso las de nuestros padres o abuelos o las de las personas enfermas que no por serlo tienen menos ganas de seguir viviendo. Es por ello por lo que alejándose del debate político entre distintos partidos en España hace falta un pacto global y un ejercicio de responsabilidad conjunto entre políticos y población: los primeros para no perder el tiempo con debates estériles propios de otro momento económico y social y los segundos para tomar en serio las medidas de protección individuales y colectivas a fin de evitar la propagación del virus a unos niveles nuevamente insostenibles.
No es tarea fácil, es España nos damos la mano o un beso en cada mejilla para saludarnos, nos abrazamos (unos más que otros) y llenamos las calles, las cafeterías y las playas de forma masiva y desordenada. No será nada fácil que se imponga el orden y el sentido común. Estamos sólo en la fase 1 pero ayer fui testigo de escenas que me hicieron tener la certeza de que vamos a estar confinados otra vez en corto espacio de tiempo. Es frustrante comprobar que quienes gobiernan dedican más tiempo a definir, negociar y consensuar las distintas fases de la desescalada que al control de una ejecución correcta de las mismas. Debemos asumir que, hasta que no se tenga una vacuna o un medicamento para controlar el virus, tarde o temprano seguirá habiendo rebrotes en cualquier parte del mundo.