La dignidad del votante

En general no escribo de política y tampoco voy a hacerlo en esta ocasión. Pero me es imposible no intentar reflexionar sobre los últimos sucesos en el plano electoral argentino. Esta seguidilla de alianzas inimaginables, que llenan todas las páginas de los medios, redes sociales, charlas de familia y de trabajo.

El análisis busca ir más allá de los distintos partidos, de echo me quiero parar desde la otra vereda, de la de quienes votamos. Pensar en que las acciones que toman los políticos tienen un impacto directo sobre sus votantes, debería ser el razonamiento lógico e instantáneo, pero en muchos casos no es así, o por lo menos no en nuestro país.

Mi sorpresa al escuchar las distintas alianzas fue enorme, pero ampliamente superada al ver las primeras encuestas que reflejaban en ambos casos, en los distintos momentos que se comunicaron, que no sólo no perdían ningún voto propio, sino que crecían. Tal vez desde el análisis político era lógico, pero desde el racional no lo es y no debería serlo.

El punto es que si uno continúa votando una fórmula, que ahora contiene a alguien ajeno a sus convicciones y más aún, enemigo de las propias, más allá de con el oportunismo que haya actuado. Esto indica que no nos importa nuestro propio pensamiento, sino el del dirigente que ahora nos dice, "bueno ahora somos amigos" y vamos juntos.

Por supuesto que aquel que tenía su voto decidido al kirchnerismo o macrismo, y previamente veía con buenos ojos las figuras de los dirigentes que se sumaron a esas fórmulas, están siendo coherentes y está perfecto. Pero como sabemos en su mayoría, ambos casos fueron repudiado por las bases de cada partido ¿por qué no hace que cambien el voto?

En algún punto siento que la dirigencia política está jugando al Estanciero con nosotros dentro. Buscando sus mejores alternativas sin importar ideales, convicciones, ideas políticas, sin pensar en nada. Simplemente en la conveniencia del momento, en lo que mejor lo dejará parados, antes las empresas y los votantes.

Pero no es culpa de ellos, si responsabilidad, pero la culpa es nuestra. Estamos regalado la dignidad del voto, el valor de poder elegir a quien nos gobernará. El principal mal de nuestra actividad política son los "ismos", macrismo, kirchnerismo, menemismo, alfonsinismo o lo que sea. Los voto a pesar de todo, sin críticas, ni enojos.

El fanatismo no deja pensar, es obsecuente, no agrega valor. Es algo que deberíamos dejar para el fútbol u otro deporte y no para elegir nuestros dirigentes. Difícil es quejarse luego cuando no pensamos y votamos simplemente lo que nos indica aquel político que nos agrada o seguimos. Sin objetarle nada, sin criticarlo, ni reprocharle con nuestra única herramienta, el voto.

Ojalá me equivoque, se equivoquen las encuestas y hablo de este detalle de la no pérdida de votos, ya que todo indica que no se está conforme de ningún lado por las incorporaciones. Después, que gane el que deba ganar, mi propósito no era hablar de política. Sino del derecho hermoso que tenemos de votar y del sueño de tener un país mejor, pero que se empieza con nuestro voto, crítico, pensado y con responsabilidad.