La docena de trece
“La calidad en la terapéutica farmacológica indica el uso racional de los medicamentos como aspecto indiscutible”.
El tema de los precios de los medicamentos ha estado en la mira del país estos días; primero la resolución N.º 2019003792 del 1º de marzo de 2019, del Tribunal Constitucional, deja sin lugar el reclamo de la corporación Cefa-Fischel de los cargos que le había hecho la Comisión para Promover la Competencia (Coprocom) por ejercer prácticas monopolísticas en los años del 2010 al 2012, prácticas que fueron denunciadas por la Compañía Farmacéutica (Cofasa), fruto del reclamo de sus asambleístas, propietarios independientes de pequeñas farmacias, que en esa época nos encontrábamos sufriendo este tipo de mercado desleal a todas luces, pero sobre todo afectando la calidad de la terapéutica y el buen uso racional de los medicamentos.
La prescripción de un producto farmacéutico requiere la adquisición en una farmacia, ya sea del Estado o privada. El medicamento es el mismo en cualquier farmacia, a menos que se decida por parte del paciente comprar un genérico o la patente original, esto ya está contemplado en nuestra Ley General de Salud y el farmacéutico puede asesorar en ese sentido al paciente sobre las opciones que tiene, al final el fármaco en su empaque no es un bien diferenciado, como lo es un servicio o una comida en un restaurante y por eso se presta a comparación por precio, sobre todo se da en los fármacos de “uso crónico” para diferentes padecimientos de compra obligatoria mes a mes y es ahí donde se da la especulación, y se pone en juego la Famosa docena de 13.
Una farmacia pequeña que compra un producto, a las distribuidoras, para venderlo en su local tiene un costo muy diferente, al de otra farmacia que pertenezca a una cadena, “el volumen de compra en las farmacias de este país se premia escalonadamente”, y a mayor volumen mayor regalía en un producto, esta práctica ha permitido que las farmacias de cadenas para atraer a esos pacientes crónicos, apliquen las bonificaciones al precio sin afectar su margen, como pasa en el 45% de las farmacias del país que pertenecen a una distribuidora como Sucre, Walmart, Fischel y la Bomba, en esta economía de escala los márgenes de utilidad de la empresa, se suman a los de los puntos de venta; además se suman las bonificaciones de un peldaño aún más alto todavía; que son las que dan las Casas farmacéuticas a las distribuidoras por su distribución de productos farmacéuticos.
El otro tema son los proyectos de ley en la Asamblea Legislativa el N.º 17.738 de José María Villalta y el de Walter Muñoz, que distan de lograr una sana práctica de precios porque en ambos casos hablan de fijar márgenes arbitrarios de un 23%; lo que favorecería a los que tienen en su estructura la famosa docena de trece, y no sucedería como lo indica doña Nuria Marín en su artículo “multas confiscatorias” que el precio se traslade al cliente final porque el mercado nuestro tiene 421 farmacias perteneciendo a cadenas de las 1174 totales, pasaría lo que peligrosamente ya ha pasado en otras latitudes latinoamericanas que fijan el precio entre ellas y los beneficios quedarían en los conglomerados.
Los proyectos no incluyen que el país tiene un mercado de importaciones al 2017 de $529 millones donde las mayores facturas por medicamentos las realiza el Estado $207 millones no hay regulación en el manejo de compras institucionales como, caducidad de patentes a largo plazo, regulación en la asignación de compras por medio de licitación pública para adquirir por medio de subasta. Deberían incluir dentro de su propuesta que las farmacias privadas de este país puedan hacer despacho de recetas de la Caja, lo cual solventaría el hecho de que hay 44 Ebais donde un técnico en farmacia y no un profesional es el que hace el despacho de la receta, el Tribunal Contencioso Administrativo ya ordenó a la Caja Costarricense del Seguro Social a tener un farmacéutico en la sentencia 6-2019 del 16 de enero y se debe subsanar esta situación. Deberían además delimitar el número de farmacias por habitante, una farmacia no es una confitería, el uso de fármacos no es a la libre ni se debe promover el enriquecimiento a través de practicas abusivas en los precios monopolísticas, una buena Ley que regule nuestra calidad terapéutica no necesitaría tampoco de un consejo consultivo de asesoría en valoración de precios ni una oficina de control.
Dra Iliana Gonzalez
farmacéutica
Regente en Farmacia El Molino
5 añosLe comento doctora que hemos formado una cooperativa donde se unieon 50 farmacias y así explorar economías de escala, no obstante a pesar de esto las condiciones que dan los 3 distribuidores que tienen el 80% del mercado de medicamentos en Costa RIca, no son suficientes para competir con los precios abismalmente bajos que dan algunas cadenas. Lo extraño es que estos distribuidores que le veneden a estos modelos de precio bajo, comentan que les dan las mismas condiciones que a nosotros. Es un sin sentido. El Meic debería investigar para que no sucede en CR lo que sucedió en otras latitudes: estrategias para monopolizar el mercado, lavado de dinero, dumping, entre otras pues estas acciones eliminan a las farmacias pequeñas y hacen que los medicamentos queden en pocas manos y posteriormente los precios subirían como sucedió por ejemplo en Chile. Recordemos que en cuestión de medicamentos no solo el precio es importante sino la eficacia, seguridad y el seguimiento del tratamiento y eso lo ofrecen las farmacias pequeñas.