LA DOSIS HACE EL VENENO: PARACELSO DOCET
La máxima enunciada por Paracelso, "Sola dosis facit venenum" (La dosis hace el veneno), continúa siendo una piedra angular en toxicología y nutrición clínica. Esta expresión nos permite reflexionar sobre cómo el cuerpo humano responde a distintas dosis de compuestos y cómo incluso los nutrientes esenciales pueden desencadenar efectos adversos si se administran en cantidades incorrectas. Desde una perspectiva bioquímica y molecular, comprender la dosificación adecuada de cada nutriente y sustancia es fundamental, especialmente en un contexto clínico, donde una intervención puede tener efectos terapéuticos o tóxicos.
Procesos bioquímicos de absorción y metabolismo (ADME)
El metabolismo de cualquier sustancia en el cuerpo sigue un perfil de absorción, distribución, metabolismo y excreción (ADME), que depende de numerosos factores. A nivel molecular, estos procesos involucran transportadores celulares como el OATP (polipéptidos transportadores de aniones orgánicos) y el P-gp (glicoproteína P), que facilitan o inhiben la entrada de compuestos en la célula, determinando en gran medida la biodisponibilidad de la sustancia. En el hígado, las enzimas del citocromo P450 (CYP), entre ellas el CYP3A4, CYP1A2 y CYP2D6, transforman fármacos y nutrientes en metabolitos activos o inactivos mediante reacciones de oxidación y conjugación. Las variaciones genéticas (polimorfismos) en estas enzimas pueden modificar significativamente la respuesta del organismo a dosis estándar de ciertos nutrientes o fármacos.
Por ejemplo, la actividad del CYP1A2, responsable del metabolismo de la cafeína y de algunos carcinógenos ambientales, es influenciable no solo por factores externos (p. ej., tabaco, crucíferas o polifenoles), sino también por variantes genéticas individuales en el gen CYP1A2 que alteran la velocidad de metabolismo y afectan la respuesta del paciente. Esto significa que la dosis adecuada para un individuo puede variar ampliamente debido a factores ambientales y genéticos, ilustrando la importancia de la personalización en la nutrición y la farmacología.
Antioxidantes: cuando el exceso se convierte en estrés oxidativo
Los antioxidantes, que actúan como agentes reductores en el equilibrio redox de la célula, son un ejemplo clave de cómo una sustancia beneficiosa puede volverse perjudicial en dosis elevadas. El glutatión, un tripéptido formado por cisteína, ácido glutámico y glicina, es fundamental en la neutralización de especies reactivas de oxígeno (ROS) a través de su función en la glutatión peroxidasa. Sin embargo, un exceso de glutatión o de antioxidantes exógenos puede desbalancear el sistema redox, desencadenando un fenómeno conocido como "paradoja del antioxidante" o "rebote oxidativo".
A nivel celular, el equilibrio redox se mantiene gracias a sistemas como el NADPH/NADP+ y el GSH/GSSG, que restauran los niveles de glutatión reducido. Un exceso de antioxidantes exógenos puede reducir la capacidad del organismo para detectar y responder al estrés oxidativo fisiológico, comprometiendo la defensa celular y desencadenando la acumulación de ROS que dañan proteínas, lípidos y ADN, lo que puede llevar a inflamación crónica y apoptosis. En ciertos contextos clínicos, este fenómeno puede estar relacionado con un aumento en el riesgo de enfermedades degenerativas y tumores.
Minerales y electrolitos: la clave de la señalización celular
La administración de minerales y vitaminas en dosis incorrectas puede alterar el equilibrio de iones en la matriz extracelular y en las células, provocando efectos contraproducentes. En particular, la homeostasis de sodio y potasio, que mantiene el gradiente de potencial en la membrana celular, es crucial para la transmisión del impulso nervioso y la contracción muscular. A nivel molecular, el canal de sodio (Na+/K+ ATPasa) utiliza energía para bombear sodio fuera de la célula y potasio hacia adentro, manteniendo el potencial de membrana en reposo necesario para la propagación de los potenciales de acción.
Un desequilibrio de sodio y potasio puede interferir en la señalización celular a través de los canales iónicos. Por ejemplo, un exceso de sodio extracelular puede inducir hipertensión arterial y sobrecargar el sistema renal, mientras que una deficiencia de potasio intracelular afecta la contracción muscular y puede provocar arritmias y debilidad muscular. En situaciones de estrés fisiológico o en pacientes con comorbilidades renales, este desequilibrio puede llevar a consecuencias críticas. Por ello, la dosificación de electrolitos debe ser ajustada y monitorizada según el estado clínico del paciente.
Calcio y magnesio: la importancia de una regulación precisa
El magnesio es fundamental para la función enzimática y actúa como cofactor en más de 300 reacciones bioquímicas. Regula el flujo de calcio a través de los canales de la membrana plasmática, modulando la excitabilidad neuronal y muscular. Esta relación es crucial: el calcio, como señalizador celular, induce respuestas rápidas como la contracción muscular y la liberación de neurotransmisores, mientras que el magnesio actúa como un regulador, limitando la excitabilidad excesiva.
Un exceso de calcio intracelular descontrolado puede desencadenar procesos de fosforilación de proteínas y señalización intracelular que provocan desde la contracción muscular involuntaria hasta la calcificación en tejidos blandos, aumentando el riesgo cardiovascular. En situaciones clínicas, este equilibrio puede verse afectado en pacientes con deficiencia de magnesio, quienes son más propensos a calcificaciones patológicas y alteraciones del sistema nervioso. La dosificación adecuada de magnesio en estos pacientes es esencial para prevenir estos efectos adversos.
Vitaminas liposolubles: controlando la toxicidad por acumulación
Un caso clínico de relevancia actual es la suplementación con vitaminas liposolubles, como la vitamina D, cuya absorción y almacenamiento están mediados por micelas en el intestino y posteriormente almacenadas en tejidos grasos. A dosis adecuadas, esta vitamina es esencial para la homeostasis del calcio y el fortalecimiento óseo. Sin embargo, la administración excesiva de vitamina D aumenta la absorción de calcio, causando hipercalcemia e hipercalciuria, condiciones que predisponen a la formación de depósitos de calcio en los tejidos blandos y arterias, incrementando el riesgo de complicaciones renales y cardiovasculares.
Este fenómeno de acumulación resalta la importancia de ajustar la dosis según la bioquímica individual, pues la capacidad del organismo para metabolizar y almacenar estas vitaminas varía considerablemente. En el caso de pacientes con predisposición genética o deficiencias hepáticas, es fundamental la monitorización de los niveles de vitamina D y calcio para prevenir toxicidades.
Nutrigenómica y personalización en las dosis
Desde un enfoque nutricional, cada paciente tiene una bioquímica única, influenciada por factores genéticos, epigenéticos y ambientales, que determina su respuesta a distintas dosis de nutrientes. La nutrigenómica y la nutrigenética han permitido avances en la identificación de variantes genéticas que afectan el metabolismo de nutrientes. Un ejemplo relevante es el polimorfismo en el gen MTHFR, que convierte el 5,10-metilentetrahidrofolato en 5-metiltetrahidrofolato, fundamental para la remetilación de la homocisteína a metionina. Variantes genéticas de MTHFR pueden reducir la actividad enzimática, provocando niveles elevados de homocisteína en sangre y aumentando el riesgo de enfermedades cardiovasculares, especialmente cuando se administran dosis elevadas de folato sin monitorización.
Además de MTHFR, otros genes, como el FADS2 (ácido graso desaturasa) y el COMT (catecol-O-metiltransferasa), también modulan la respuesta individual a nutrientes específicos, como los ácidos grasos omega-3 y los compuestos polifenólicos. Así, la dosis adecuada de un nutriente puede variar considerablemente entre individuos, y estos avances en nutrigenómica permiten una personalización de las intervenciones nutricionales basada en el perfil genético.
La práctica nutricional, como enseñó Paracelso, es tanto un arte como una ciencia. No basta con medir y administrar nutrientes; es esencial comprender la naturaleza única de cada individuo y la esencia de cada sustancia. La dosis, en este contexto, no es un valor absoluto, sino un reflejo de la interacción sutil entre el organismo, el entorno y el propósito vital de cada persona. Solo aquel que observa esta interacción con precisión y respeto puede ejercer una nutrición que no solo mejore el estado físico, sino que eleve y armonice al ser en su totalidad. Así, el verdadero nutricionista no es quien combate el déficit o el exceso, sino quien, como un alquimista, equilibra las fuerzas vitales con la dosis justa.
Docente en UNIVERSIDAD WIENER
2 mesesLa dieta como la medicación debe adaptarse a las necesidades individuales de las personas.