La educación sensible ante la familia "normal"​

La educación sensible ante la familia "normal"

Hoy quiero hablar de la familia "normal", ¿y qué es una familia "normal"? la que tiene problemas y heridas, y quien se vea con la dignidad moral para decir que otros están deteriorando el concepto de familia, "no así nosotros, que somos una 'happy family'", que tire la primera piedra.

Desde la #educacionsensible la defensa de la familia no se hace con argumentos racionales, sino con amor incondicional y yo al menos, no he sido nombrados juez de las realidades familiares. Personalmente, soy un científico y profesional de la educación, y mi cometido es acompañar a las familias en su función educadora, principalmente, y en particular, me veo con una especial responsabilidad social educativa (RSEdu) de acompañar a las que vive un amor herido y más intensamente, a la infancia criada en realidades familiares cubiertas por el resentimiento, la violencia, el sufrimiento y la vulnerabilidad.

Desde la #educaciónsensible se abren los brazos para atender las realidades familiares heterogéneas, con sus aciertos y errores, para ayudarlas a que desempeñen sus funciones familiares con madurez, sin juzgarlas, sino comprendiendo la complejidad de las situaciones sin caer en formas de idealización y pesimismo.

Acompañar a los hijos del amor herido

Una educación racionalista, voluntarista y moralizante sólo divide, es decir, es diabólico: en nombre del amor incondicional no se pueden poner condiciones a las personas para que las amemos. Sería como el que odia a los odiadores. Es la misma lógica racionalista, pero desde el otro lado.

La educación sensible quiere acompañar de modo especial a los hijos marcados por el amor herido, que se encuentran en una condición más frágil, para que sanen sus heridas de corazón, recuperen la confianza y se lancen con libertad al desarrollo de su potencial original desde el amor maduro y no desde el miedo.

Nadie puede negar que muchos escolares están profundamente afectados por las heridas familiares de unos padres que a su vez, han sido afectados por sus abuelos y estos por sus bisabuelos. Y es así, tanto en situaciones de bienestar económico como en contextos de miseria.

No basta una educación basada en #competencias es imprescindible una #educación del #carácter. Y también considero un error focalizar en la educación del carácter y la voluntad y subestimar la importancia de las competencias y la inteligencia.

La educación sensible, va más allá; además de mejorar el desempeño en las competencias y mejorar el carácter original de cada estudiante, se educa desde la sensibilidad, que nunca es igual en ningún educador ni en ningún estudiante. Todas las relaciones son nuevas. Los protocolos se quedan pequeños; se requiere la presencia de educadores que actúen con la libertad del amor maduro.

Con educadores así, los niños reciben los primeros auxilios afectivos mientras se acompaña a su familia en su sanación comunitaria y desde esta regeneración, el desarrollo de cada uno de sus miembros pasa a velocidad de la luz

Acompañar a las realidades familiares sin juzgarlas

Niñas, niños y adolescentes, llegan a las aulas, heridos, frustrados, resentidos, desmotivados, tristes o refugiados en la violencia, las pantallas o cualquier otra cosa. Nuestra misión desde la educación sensible es sanar esas heridas, ayudarles a salir de esos refugios y que regresen a su "hogar interior". Para esto es importante que todas las partes interesadas de la comunidad educativa sean acogidas sin ser juzgadas y que el equipo educador pueda desarrollar con las familias tarea de educación sanadora, recuperación y desarrollo del potencial de los estudiantes en particular, pero de todos, en general.

Hoy nos llegan a las aulas estudiantes procedentes de realidades familiares complejas, no por un proyecto de vida decidido, sino que las condición laboral, cultural, social y económica, les ha llevado a vivir en la improvisación familiar. También puede ser que premeditadamente se haya optado por decisiones familiares dañinas, pero no estamos los educadores para juzgarlas.

A todas las familias, un centro educativo con RSEdu y que práctica la educación sensible, no sólo capacita a los estudiantes en competencias y carácter, sino que ayuda a conformar, regenerar y madurar a las familias con la originalidad de sus miembros y no con la deriva a la que han sido abocados por las circunstancias o decisiones equivocadas. Esto bien podría llamarse ayuda educativa para que las familias sean libres, sin vivir esclavas de inercias, heridas, entornos desfavorecidos y errores del pasado.

La educación sensible es fundamentalmente sensible al Origen de todo loo que ha sido originado, y nada de lo que haya sido originado puede ser el Origen, pues cuando así se vive uno se daña y daña por no hacer justicia a la realidad.

La realidad ha sido originada y esa realidad es la auténtica. Si una familia en su racionalización o por una sensibilidad dañada, no capta la realidad original y no se conforma con lo original, sino con un pensamiento, los educadores no estamos para juzgarlo, sino en todo caso, comprender a todos y ayudar a que todos seamos sensibles al Origen para, con humildad, rectificar y así ser sabios.

Aun confundidos o con pensamientos diferentes, la educación sensible no se practica desde la posesión de la verdad, sino desde la convicción de que la verdad no es algo que se posee sino que en todo caso es algo que nos posee a nosotros: habitamos la verdad (#habitacionismo). Todos habitamos la verdad y la sensibilidad nos permite captarla dentro y fuera de nosotros y si la aceptamos, nos hacemos libres para habitarla con amor y conocimientos ciertos y con la paz de rectificar, cuando una cae en la cuenta de que se ha equivocado. Pero también se puede habitar de otros modos, y es precisamente, esos otros modos los que más hacen sufrir. Habitar desde la confusión, desde el autoengaño, desde el resentimiento, el victimismo, la supremacía o cualquier otra forma de construida desde las heridas en lugar de hacerlo desde la propia originalidad, resulta dañino e inquietante. Pero los educadores, más que tener miedo, lo que debemos tener es amor, apertura y receptividad para estar dispuestos a rectificar cuando nos equivocamos y acompañar a los demás en la humildad que requiere rectificar, y a la vez, tener la valentía de de enfrentar a los estudiantes y sus familias ante su propia originalidad para que la acepten y la desplieguen con felicidad.

Los padres deben ser los primeros educadores sensibles

Los docentes no sustituyen a los padres, primeros educadores, entre otras cosas porque es ineficaz. Lo que vale la pena es disponer a las familias para que practiquen la educación sensible, aunque no sean familias perfectas. Es imprescindibles ayudarles a caer en la cuenta de su importante misión y superen, si es el caso, la mentalidad de delegar en otros la educación de sus hijos por mil razones que nunca son suficiente para justificar para dejar de realizar su función educativa.

La conclusión de este artículo es que la familia "normal" es una familia con problemas y heridas, pero también debe ser "normal" la educación sensible y la RSEdu, y así, los problemas se vayan arreglando en interdependencia y las heridas se vayan cicatrizando de generación en generación con serenidad y esperanza. Las familias así educadas serán familias sensibles, no serán familias perfectas, sino auténticas, y es a lo que se tiende con la #educación. Familias que habitan el amor incondicional, a pesar de los errores y pesares de la vida.

Hola Luis Manuel. Me identifico con las ideas que expones en este artículo. Trabajo con parejas y veo cómo el núcleo de la sensibilidad tiene que estar en una buena relación entre los padres y los hijos lo aprenden con la simple observación y con su aguda intuición. Saludos cordiales!

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