LA EMPRESA COMO INSTITUCIÓN ESPIRITUAL
La visión reduccionista de la empresa ha causado y sigue causando graves problema en la humanidad. La búsqueda del lucro a cualquier precio le impide ver y actuar, en su misión principal de servicio a la sociedad y del cuidado de planeta. Las empresas deben superar su encuadre mercantil, en búsqueda del beneficio económico, incorporando su dimensión institucional y espiritual.
La empresa como institución debe ser en primer lugar una comunidad de personas, guiada por el espíritu, que logran poner a todos en común, para la prestación del mejor servicio posible a la sociedad. La empresa en su dimensión institucional y espiritual debe permitir a cada una de las personas que trabajan en ella su desarrollo, creando el sentido de pertenencia y el compromiso con el servicio a la sociedad.
Vivimos una nueva revolución caracterizada por el conocimiento, que debe dejar atrás el trabajo peligroso, insalubres, monótono y repetitivo, dignificando el trabajo, para dar respuesta a la dimensión creativa y social de las personas. Necesitamos empresas espirituales; enfocadas hacia el bien común, donde se eviten las confrontaciones, abriendo el camino a la participación, lo que implica considerar la igual dignidad humana de todos y velar por el equilibrio en el reparto de la riqueza, todo ello es posible potenciando y poniendo en valor las capacidades de las personas.