La empresa no es una botella de Coca-Cola

La empresa no es una botella de Coca-Cola

Hace unos días, me encontré pensando en la película ochentera “Los dioses deben estar locos”. En esta historia una simple botella de Coca-Cola desata un caos en una tribu que nunca había conocido la envidia o el conflicto. La botella era útil para muchas tareas como machacar alimentos o hacer música y se convierte en algo tan codiciado que genera tensiones y discordias, ya que todos quieren tenerla, pero solo hay una.

Reflexionando sobre esto, me di cuenta de que en nuestra empresa, esa “botella de Coca-Cola” es una persona. Alguien sumamente competente, siempre dispuesto a ayudar y que parece tener una solución para cada problema. Al principio, todos están contentos de contar con alguien así, pero pronto surgen las tensiones cuando varios necesitan su ayuda al mismo tiempo. Esta situación no solo sobrecarga a esa persona, llevándola al agotamiento y al estrés, sino que también puede afectar la moral del equipo y crear un ambiente de trabajo insostenible.

Para evitar que esto suceda, es esencial distribuir las funciones y responsabilidades de manera equilibrada y clara, asegurando que no todo dependa de una sola persona. Implementar un sistema de tareas más justo y utilizar herramientas como matrices de habilidades puede aliviar la carga de la persona más solicitada y permitir que otros miembros del equipo destaquen en sus áreas de fortaleza. Además, fomentar un reconocimiento equitativo y rotativo de las contribuciones de todos es fundamental para mantener un ambiente laboral saludable y evitar que solo se valore a la persona más visible. Iniciativas como talleres internos y sesiones de intercambio de conocimientos también ayudan a diversificar las fuentes de conocimiento y a promover un ambiente de apoyo mutuo.

“Los dioses deben estar locos” puede ser una comedia, pero elijo verla desde otro ángulo: cuando un recurso, sea una persona u objeto, se convierte en el centro de atención, puede alterar la dinámica de todo el grupo, todo el ecosistema. La clave está en asegurarse de que todos tengan la oportunidad de contribuir y crecer, evitando que la codicia, la envidia o la discordia se conviertan en protagonistas en nuestra cultura organizacional.

Como dice Cerati: “Encontrar belleza en este caos es una virtud”. Esto es lo que nos permitirá avanzar de manera saludable y equilibrada.

P.D.: ¿Dónde puedo volver a verla?

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