La energía de los volcanes: viajando al centro de la Tierra
Artículo de Nervis Villalobos publicado en Energética XXI
Constante, poderosa y prácticamente eterna. La energía calorífica acumulada que tenemos bajo nuestros pies seguramente seguirá ahí mientras el mundo siga siendo mundo, susceptible de ser aprovechada y reconvertida. Su potencial es tan amplio como poco explotado, y mientras tanto la geotermia permanece en la sombra, ocupando un discreto segundo plano dentro de las opciones menos contaminantes de energía. Esperemos que no por mucho tiempo.
Sus manifestaciones son muchas y dignas de estudio: arroyos calientes o fuentes termales, géiseres o fumarolas, por los que el agua o el vapor caliente emergen al exterior por fisuras o grietas en la corteza, o violentas erupciones volcánicas. Y a partir de ellas se generan aprovechamientos de tres tipos: los de muy baja temperatura, los de temperaturas medias y los de altas temperaturas. Los primeros se emplazan entre los 20 y 60ºC, y aprovechan tanto el calor de la corteza terrestre como el del sol que se absorbe. Sirven sobre todo para climatizar y dotar de agua caliente viviendas y edificios. Los segundos utilizan fluidos de entre 70 y 150ºC y se aprovechan para proporcionar calefacción y agua caliente en pueblos y ciudades. También sirven para producir electricidad en algunos casos, además de emplearse en balnearios e industrias. Los últimos son los yacimientos de alta temperatura, que existen en las zonas activas de la corteza, sobre todo en los volcanes. Su calor está comprendido entre los 150 y 600ºC y genera altas presiones y vapor de agua, susceptibles de accionar generadores electricos. Cuando se confirma la existencia de un reservorio con estas características, se perfora en profundidades superiores a los 2.500 metros hasta hallar el vapor, que es conducido a través de tuberías especiales hasta la central donde se le hace pasar por turbinas y es convertido en electricidad. Al final del proceso el agua sobrante se reinyecta al subsuelo de nuevo para ser recalentada, mantener la presión y sustentar la reserva. El proceso utilizado tiene claras semejanzas con el usado por el fracking para la extracción de petróleo, con los riesgos que este comporta.
Obtener energía desde una planta geotérmica en zonas volcánicas con fuentes de calor magmática a varios kilómetros de profundidad es, a día de hoy, relativamente sencillo, ya que los depósitos o corrientes de agua subterránea son calentados por el magma. Resulta más compleja la explotación de focos volcánicos donde no existe un reservorio de forma natural, pero a los que se les inyecta agua para crear un acuífero, permitiendo aprovechar si cabe aún más el recurso. Es en esta generación artificial de los que se denominan yacimientos estimulados (EGS) donde se han realizado más progresos últimamente. (...)
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