La era del miedo

La era del miedo



Llegados a este punto convenimos en que la sociedad actual es una sociedad de riesgo. Paulatinamente va apareciendo el miedo. 

¿Pero dónde se hallan las razones para que tengamos miedo de nosotros mismos? En primer lugar, en la misma naturaleza humana hay, como hemos visto, graves razones para temernos a nosotros mismos.

Continuando nuestra reflexión sobre el comportamiento del Homo Sapiens, vemos que hay un momento muy temprano de su historia en el que descubre el poder. Y con el poder emerge una característica fundamental de lo humano: el exceso.

¿Qué son los vicios capitales? El adjetivo “capital” se deriva del sustantivo “cabeza” que designa, como es obvio, la parte superior y directiva del cuerpo animal; de aquí se aplica metafóricamente a todo lo que es principio de algo. De aquí que se digan “vicios capitales” a aquellos capaces de engendrar (ser principio) y dirigir a otros vicios.

Crisis sociopolítica

Estos vicios están inscritos en la naturaleza humana y han sido factores importantes de su proceso evolutivo. Pero también están contribuyendo a la catástrofe medioambiental que ya sufre la Tierra.

Estas características biológicas peligrosas han estado en muchas épocas, no en todas ni en todos los lugares, sometidas a elementos morales derivados de las religiones, especialmente las cristianas, así como a normas convivenciales de origen ético. Las construcciones religiosas y éticas que tenían como objetivo construir sociedades estables, dotadas de leyes y de normas para hacer posible una convivencia pacífica y colaborativa entre humanos, están en crisis. En efecto, las grandes construcciones sociopolíticas nacidas de la modernidad que han moldeado las sociedades occidentales, están en cuestión de una manera un tanto salvaje y peligrosa.

La caída de la Modernidad empezó en Auschwitz y se aceleró con la caída del Muro de Berlín. Lo que ha sucedido tras este hecho histórico ha originado una sociedad que no ha venido después, sino que ha surgido de una manera abrupta en la que todo es distinto, incluso ha cambiado el sustrato material con el que se hace la historia.

El hombre ya piensa poco. Goza, sobrevive, malvive o muere en un mundo injusto y muy desigual que carece de sentido o propósito. 

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