La esencia de La Cartuja del Vall de Cristo en cada mermelada

Germán y Sacri son los protagonistas del artículo de hoy. Son un matrimonio que está enamorado de su pueblo, Montanejos, situado en la provincia de Castellón y, concretamente, en la comarca de Alto Mijares.

Están situados junto a "La Cartuja de Vall de Cristo" en la localidad de Altura, en la provincia de Castellón. En este lugar tienen plantados 900 membrilleros y la pequeña fábrica donde elaboran sus productos.

Su historia comienza en Montanejos y Valencia, tres generaciones atrás con "Dulces Germán". En el año 1985, Germán Torres Peñalvert, decide en la localidad de Altura, a escasos metros de la Cartuja de Val de Cristo, cultivar membrillo. Así surge la fábrica de dulces "La Cartuja de Val de Cristo". En su amor por los productos de la tierra, su hijo, Germán Torres Bonet decidió potenciarlos y elaborar mermeladas de tomate y albaricoques. "Nosotros queremos que los cultivos y sus variantes no se pierdan y, de paso, poder conservar toda esa producción como mejor lo sabemos hacer; con la elaboración de mermeladas y conservas" me dice Sacri. Y es que, su lema es "vivir de la tierra, no como un fin, sino como un medio". Empapados de experiencia y llenos de curiosidad, comienza a innovar con los frutos de la comarca: higos, naranjas, mandarinas, calabazas, etc...

Siguen una filosofía de Km. 0 y eso se refleja en la elaboración de sus mermeladas. "Actualmente se elaboran más de 66 variantes de mermeladas, con y sin azúcar, ecológicas, gelée, frutas confitadas y dulce de membrillo. Todos son elaborados con productos de proximidad, naturales y sin aditivos", comenta Sacri con orgullo. Y es que, todo este esfuerzo, ha logrado que su empresa sea conocida y valorada por el sector y los consumidores tanto dentro como fuera de España. Han decidido certificar sus productos en varios entes como "Parcs Naturals Sierra Calderona", "Ruta de Sabor de Castellón", "Artesanía de la Comunidad Valenciana" y "Km. 0".

Gracias al empeño de Sacri y Germán han conseguido que varios agricultores y cooperativas de la zona continúen con la lucha de darle valor a las variedades locales. "Pertenecemos a Slow Food Convivium Palancia-Mijares, asociación que lucha por potenciar el compromiso de un consumo sostenible y responsable con el medioambiente y, los productores, somos una parte del movimiento slow food" expone Germán.

Lo que ambos más destacan de las dificultades que se encuentran al aportar por un entorno rural son las dificultades burocráticas a las que se enfrentan.