La esperanza que no espera
A veces usamos estas palabras de manera indistinta, pero no debería ser así. No es en vano que en varios idiomas los dos sentidos de la palabra esperar cuente cada una con un distinto verbo. Resulta un tanto extraño, pero no es así en castellano.
Esperar algo o alguien no depende de nosotros, la espera es un periodo pasivo que depende de alguien más, que se encuentra más allá de nuestro alcance. Esperamos cosas, esperamos sucesos, y en muchos casos ni siquiera sabemos si se van a cumplir o no. Eso es esperar, simplemente. Pero la esperanza es diferente.
No podría estar más de acuerdo con lo que leí hace algún tiempo en un material de corte espiritual (sin entrar en detalles para evitar divisionismo): “…la esperanza es un deseo, pero no todos los deseos son esperanza. La esperanza se distingue de la espera. La esperanza es un deseo de algo que sí depende por lo menos en parte de nosotros mismos. Por eso, la esperanza verdadera tiene un sentido activo, concreto, eficaz. La esperanza es desear provocando lo que se desea…”
Y así es como la esperanza implica un compromiso. Cada vez que nosotros decimos tengo la esperanza de que tal situación mejore, implícitamente hay una idea que colaboraremos con ello. Es decir, no podríamos expresar que tenemos esperanza que la situación en México mejore, pero nosotros continuaremos, por ejemplo, llegando tarde a casi todos los compromisos. Esa no es una actitud nada esperanzadora. Y así nos podríamos referir a una gran cantidad de ejemplos.
Y con esto me refiero a lo que debería ocurrir en 2017 en México que pinta para ser uno de los años más retadores en la historia moderna del país. No se alcanzan a observar muchas vías que nos permitan pensar que las cosas serán de alguna manera sencillas. Estoy de acuerdo, nunca lo han sido, pero parece que hoy se han unido demasiados elementos que harán nuestra labor cotidiana todavía más complicada, en un ambiente ya de por sí de desconfianza.
Es muy común mencionar que, a pesar de lo que se vislumbra en el horizonte, tenemos la esperanza de que 2017 pueda ser un buen año. Hoy, más que nunca, necesitamos, que la esperanza sea esa postura activa que hemos comentado. No podemos esperar mejores cosas si continuamos haciendo las cosas como hasta hoy: por encima, a medias, al “ahí se va”, copiando al de junto, en los negocios de “manada”, en las empresas del menor esfuerzo.
La esperanza mexicana deberá estar sustentada justamente en el compromiso, en ese contrato social que nunca hemos logrado del todo para creer primero que nada en nosotros mismos, en estar convencidos que le podemos aportar cosas al mundo, que podemos desarrollar y no solo absorber.
La situación actual del petróleo y la presidencia de Trump marcan un hito en nuestra historia. Son la mejor y más clara señal de que nos debemos olvidar de la manera como hemos venido haciendo las cosas, no podemos seguir dependiendo de tantos factores exógenos, porque eso es solamente esperar, y hasta ahora el resultado de esa espera ha sido amargo. por decir lo menos. Y hasta cierto punto es lógico, casi siempre hemos dependido de otros.
Así que el mayor deseo para este 2017 es que México ya no espere, del verbo esperar, sino que espere, del verbo tener esperanza, ser muy exitoso.
Más que un feliz 2017, les deseo un esperanzador 2017. Depende de nosotros, de nadie más.
Autor, Consejero, Coach de negocios, Director de desarrollo de inteligencia para nuevos negocios, digitalizamos negocios, automatizamos procesos, Software a la medida
7 añosExcelente, totalmente de acuerdo, debe de haber un compromiso con lo esperado, provocar el resultado. Saludos
CEO en Kuragobiotek
8 añosComo una flor re configura a fruto, así el miedo re configura esperanza y es la esperanza lo que generando acción ha escrito las páginas más gloriosas de la historia de la humanidad!!