La galletita salada de Kurt Cobain

Soy fruto de los noventa, del Grunge en estado puro, de Pearl Jam, Smashing Pumpkins, SoundGarden y otros tantos. También soy de Nirvana, aunque algo menos, porque cuando el bueno de Kurt decidió que había llegado su hora yo apenas contaba con 12 años y medio. 

Kurt Cobain. 

Vaya fenómeno. 

El solito “casi” inventó un género musical

Y al mismo tiempo, capaz de tumbarse en las vías del tren drogado y borracho cuando, aún en el instituto, le contó a sus amigos que quería perder la virginidad con una chica gorda y con necesidades especiales, y se rieron de él. 

El mismo tío nos hizo creer que hablaba de un loro que comía galletitas saladas, cuando en realidad la historia iba acerca del secuestro y violación de una niña de 14 años en Wisconsin. 

Kurt Cobain. Un tío que acabó pegándose un tiro en la cabeza porque la vida le había cansado…

...y porque creía que su mujer, Courtney Love, le estaba poniendo los cuernos

Alguien que tuvo que luchar contra sus demonios hasta el final de sus días, y aún así dio más lecciones sobre tolerancia y activismo social con sus canciones que los que 30 años después lo hacen por mero postureo en RRSS.  

Y cuya cara ha acabado en las camisetas de todo mercadillo que se precie. 

Si no quieres que tu empresa sea recordada como “la de las camisetas del mercadillo”, ha llegado el momento de que hablemos [SE HACE AQUÍ]