La humildad del líder

Hace poco tiempo atrás le pregunté a un cliente si quería hacer partícipe a su equipo del proceso de coaching que estábamos haciendo y, de manera anónima, solicitarles feedback. A lo que éste me respondió: No sé si estoy en un momento en el que quiera saber, prefiero dejarlos fuera de esto. Por supuesto que después vinieron más preguntas de mi parte y, en especial, mucha reflexión posterior.

Ustedes ya me conocen, saben que la comunicación abierta y de confianza es lo que considero la piedra angular de cualquier relación y, sobre todo, si quieren conseguir un objetivo en común.

Esa situación me llevó a pensar sobre muchas cosas y la principal fue reforzar la idea de que aún se necesita mucho camino por recorrer para lograr culturas organizacionales que basen el éxito de sus resultados en el poder de las relaciones y lo que éstas consiguen. Que la consciencia de la interdependencia entre todos los actores de la organización es fundamental; que necesito de otros y que esos otros tienen miradas y visiones desde otras perspectivas que, lo más probable, es que no sean igual a la mía y que, si quiero hacerme ideas más ricas y completas de lo que algo es, necesito conocer la mayor cantidad de visiones posible.

A mi parecer, el líder debería tener la responsabilidad de ir a buscar la información necesaria, de preguntar, de generar conversaciones de valor y para eso, primero, estar motivado por la curiosidad de conocer lo que los otros piensan, lo que los otros ven. Esta actitud de tener real curiosidad por saber lo que los otros ven tiene que ver inherentemente con validar al otro.

Resulta que ahora iba a continuar escribiendo “El líder debiese arriesgarse a preguntar” pero es que ese es el problema, el acto de preguntar se ve como un riesgo ¿riesgo de qué? de que piensen o crean lo que tu no. Y es que eso es lo habitual… porque todos vemos la vida de una manera en que hace sentido con nuestra propia experiencia.

Y lo considero dicotómico porque lo que tiendo a escuchar es que preguntar es considerado sinónimo de riesgo o de debilidad, cuando en realidad es un acto de vulnerabilidad (coraje) y de validación de lo que la otra persona piensa y cree.

Preguntar es apertura, siempre y cuando estés con la voluntad genuina de saber realmente lo que el otro ve y con la disposición a enriquecer o modificar lo que tú ves.

Esto es relevante para cualquier conversación.

No podemos conversar si no estamos dispuestos a cambiar de opinión.

Para cerrar, hago la invitación a auditar tus propias conversaciones. Observar si cuando conversas lo haces habitualmente con la intención de llevar al otro a aceptar lo que tú piensas o si, por el contrario, logras apertura en tus conversaciones y tienes la intención de ampliar tu mirada a través de la mirada del otro. En definitiva, si validas a esa persona y te importa lo que realmente piensa o siente.

¿Te hace sentido? Me encantaría saber lo que piensas o si te ha pasado algo similar

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