La IA y los programas de cumplimiento

El Departamento de Justicia de Estados Unidos ha intensificado su enfoque sobre los riesgos asociados a la inteligencia artificial (IA), instando a las empresas a integrar esta tecnología emergente en sus programas de cumplimiento.

En un esfuerzo por actualizar sus directrices, el Departamento ha dejado claro que la IA no solo ofrece oportunidades, sino también serias amenazas que podrían facilitar desde fraudes hasta sobornos si no se gestionan adecuadamente. Esta medida es parte de una revisión más amplia de las normas que los fiscales usan para evaluar los programas de cumplimiento corporativo durante investigaciones por delitos financieros.

Anunciado en una conferencia en Texas, el nuevo marco regulatorio va más allá del cumplimiento formal o "marcar casillas de modo cosmético". Ahora se exige que las empresas no solo diseñen programas de cumplimiento sólidos, sino que también los adapten de forma continua para enfrentar los riesgos que plantea la IA y otras tecnologías emergentes. Nicole Argentieri, jefa de la división criminal del Departamento de Justicia, destacó que los fiscales preguntarán específicamente a las empresas cómo están evaluando y mitigando los riesgos asociados con estas tecnologías en sus operaciones comerciales y en sus sistemas internos de cumplimiento.

Un aspecto clave de la nueva guía es el uso de análisis de datos. En los últimos años, las empresas han adoptado cada vez más el análisis de datos avanzado para optimizar sus operaciones. Sin embargo, el Departamento de Justicia advierte que aquellas compañías que no apliquen las mismas herramientas a sus programas de cumplimiento podrían tener que hacer frente a sanciones más severas. El mensaje es claro: si el departamento de auditoría interna cuenta con sofisticadas capacidades analíticas, pero el equipo de cumplimiento no, eso será un signo de alerta para los fiscales.

Otro elemento central de las nuevas directrices es el fomento de una cultura de denuncia interna. El Departamento ha lanzado un programa piloto que otorga recompensas financieras a los empleados que denuncien malas prácticas. Esto plantea un desafío adicional para las empresas, que deberán no solo fomentar un ambiente en el que los trabajadores se sientan seguros para informar sobre las irregularidades, sino también demostrar que existen políticas efectivas contra las represalias.

Este endurecimiento en las normas refleja la preocupación del gobierno por los riesgos inherentes a las tecnologías disruptivas. A medida que las empresas adoptan la IA para mejorar su competitividad, también deben ser conscientes de que el mal uso de esta tecnología puede derivar en graves consecuencias legales. Las compañías que no solo identifiquen estos riesgos, sino que implementen soluciones proactivas y efectivas, estarán mejor posicionadas para evitar sanciones.

En última instancia, este cambio en la política subraya una realidad ineludible: en un mundo cada vez más tecnológico, las empresas deben gestionar sus riesgos con el mismo rigor con el que abrazan la innovación. Aquellas que logren equilibrar las oportunidades de la IA con una gestión de riesgos responsable no solo evitarán problemas legales, sino que también estarán a la vanguardia en la creación de una cultura corporativa ética y sostenible.