La importancia de la atención plena en el deporte.


Al igual que ocurre en otros ámbitos de nuestra vida la meditación esta instaurándose (esperemos que para quedarse) como un práctica habitual con infinidad de beneficios. A continuación hablaremos de la importancia de incluir este trabajo en el ámbito deportivo y sobre todo en la formación de jóvenes deportistas.

El origen de mindfulness o atención plena se remonta a técnicas de meditación oriental, como el budismo Zen o Vipassana y se define como “la conciencia que surge de prestar atención, de forma intencional, a la experiencia tal y como es en el momento presente, sin juzgarla, sin evaluarla y sin reaccionar a ella” (Kabat-Zinn, 1985). La forma de relacionarnos con nuestros propios eventos internos, además de aceptar la realidad sin prejuzgar es el principal factor diferencial respecto a otras técnicas siendo uno de los modos en que puede contribuir a que los deportistas mejoren su rendimiento deportivo.

Las técnicas de atención plena hacen hincapié en el desarrollo de la evaluación no evaluativa de las realidades presentes, es decir, se notan los estímulos (internos o externos) que entran en la conciencia, pero no se interpretan como buenos o malos, considerándose desde esta perspectiva como una habilidad de atención. Como técnica, se ha utilizado como un componente en intervenciones terapéuticas dirigidas a diversas áreas de problemas clínico (Adams et al, 2012; Chiesa y Serreti, 2014; Furrer, 2015; Hou, 2014; Reiner, Tibi y Lipsitz, 2013; Simpson, Booth, Lawrence, et al. 2014).

En el ámbito deportivo su primera incursión como intervención se remonta a 1985, cuando Kabat-Zinn, Massion y Rippe utilizaron esta técnica con el equipo olímpico de remo de los EE.UU. Los resultados arrojaron una mejoría considerable del rendimiento (medalla en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de 1984) y en variables psicológicas tales como el afrontamiento a la competición y la recuperación. Además de mejorar la atención, mindfulness ha demostrado con éxito su eficacia en la disminución del componente verbal-lingüístico de la ansiedad y la preocupación, con una importante influencia negativa en el rendimiento y bienestar personal de los deportistas (Furrer, 2015). Además pone de manifiesto que un aumento de confianza en la manera en que el deportista percibe su capacidad de regular una situación de estrés, puede permitir un distanciamiento frente a la experiencia, permitiendo disminuir la frecuencia de rumiación de pensamiento permitiendo al deportista centrarse al 100% en la ejecución deportiva (Segal, Williams y Teasdales, 2002). 

Las características de este enfoque guardan cierta similitud con el concepto “flow” o fluir, con fuerte presencia en la investigación del rendimiento (Scott Hamilton et al, 2016), pudiendo ambos ser de especial relevancia en el alcance de un rendimiento óptimo. Al describir el concepto de “flow” en el ámbito deportivo, Csikszentmihalyi (1990) observó cualidades como "la fusión de la acción con la conciencia", "la concentración en la tarea en cuestión" y "la pérdida de autoconciencia”. Dado que el estado de “flow” conlleva un funcionamiento mental óptimo, es apropiado afirmar que es cuando los atletas realizan sus mejores resultados (Jackson, 2016). Las propias descripciones de este estado por parte de deportistas sugieren una falta de conciencia de los pensamientos y sentimientos y una mayor conciencia de los movimientos del cuerpo aparentemente automáticos (Bernier, Thienot, Codron y Fournier, 2009).

Numerosas investigaciones sugieren que la atención plena puede ser un catalizador para conseguir este estado. Un alto nivel de atención se asocia con una mayor concentración, objetivos más claros, fusión entre acción y conciencia, y pérdida de autoconciencia (Kee y Wang, 2008). Algunos expertos sugieren que el “flow” puede ser difícil de lograr cuando uno está ansioso porque la ansiedad puede interrumpir la atención concentrada (Csikszentmihalyi, 1990; Jackson y Csikszentmihalyi, 1999). Por lo tanto, como hemos comentado anteriormente un entrenamiento continuado en atención plena reduciría el componente verbal de la ansiedad facilitando las situaciones de flow en el deportista. A su vez, esto puede repercutir en una mejor calidad de la práctica, un mejor desempeño competitivo y el disfrute de la experiencia atlética.

De esta base teórica surge un modelo intervención elaborado por Gardner y Moore (2006), que se compone de la suma del entrenamiento en atención plena y la terapia de Aceptación y Compromiso (ACT). Su aplicación e importancia en el área deportiva reside en que el control de aquellos eventos internos percibidos como negativos por los deportistas puede perjudicar su ejecución, debido a que no se encuentran plenamente centrados en el aquí y ahora.

Este programa entrena en habilidades de atención plena para aumentar la aceptación de experiencias internas no deseadas al mismo tiempo que enfoca al individuo en las contingencias externas apropiadas y las respuestas de comportamiento requeridas para navegar de manera efectiva las situaciones con el fin de lograr objetivos inmediatos regidos por valores. Desde este programa se pone un fuerte énfasis en los valores, que pueden definirse como principios de la vida que influyen en la toma de decisiones diaria y sirven como la base de objetivos significativos. A medida que se promueve la clarificación de los valores y el compromiso de participar en los comportamientos necesarios para alcanzar los objetivos, este modelo se muestra de gran utilidad para mejorar tanto los objetivos de rendimiento, como también en su toma de decisiones diaria. Los problemas del día a día en los que un atleta se ve involucrado influyen en el desarrollo y disfrute del deporte, como la capacitación, la práctica y el cuidado personal. 

Recientemente se ha revisado el modelo desarrollando una variante dirigida hacia una población adolescente, mostrando mejoría en su rendimiento y bienestar. Estos hallazgos implican que el modelo puede ser particularmente útil para los jóvenes deportistas que comienzan su andadura en el deporte y deben aprender a gestionar sus emociones, pensamientos y comportamientos autoevaluados relacionados con el rendimiento y capacidades (Mosewich, 2013). El objetivo de los programas basados en intervenciones de tercera generación es transmitir a los deportistas la importancia de no controlar sus eventos privados, la aceptación de estos eventos, comprendiendo y experimentando que son eventos pasajeros o transitorios como parte del camino regido por los valores personales del deportista que guían su conducta. 

Mediante este programa se aplica una formación en valores y en atención plena en un período clave en su formación personal y deportiva que les permitirá disfrutar y enriquecerse del deporte al igual que mejorar su rendimiento aprendiendo a gestionar con mayor éxito las situaciones propias de la competición. Una aportación también importante de este programa es la gran aplicación práctica que consiguen asimilar los jóvenes pudiendo extrapolar todas las enseñanzas a su vida cotidiana mejorando su calidad de vida no solo en lo referido al deporte sino a su día a día en general.

Este programa puede ser de gran ayuda paraa combatir el abandono prematuro del deporte por parte de los jóvenes disminuyendo las situaciones de “burnout” y ansiedad percibida que se viven en este ámbito desde edades muy tempranas. El aprendizaje en valores y aceptación permitirá a los jóvenes relacionarse de mejor manera con el mundo del deporte y la competición de una manera más sana. Es importante que los jóvenes aprendan a valorar el deporte más allá de los resultados, repercutiendo esto en un mayor disfrute de la actividad mejorando su bienestar personal y aprovechando todos los beneficios que aporta la práctica deportiva en la sociedad en general y en los jóvenes en particular.

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