La importancia de la empatía

La importancia de la empatía

Las personas empáticas tienen una predisposición natural para algunas de las competencias más demandadas en las ofertas de empleo: trabajo en equipo, capacidad de liderazgo, habilidades en la negociación y atención al público. Hay muy pocos profesionales que verdaderamente no sientan empatía. El ser humano cuenta con esta cualidad por naturaleza. La empatía es una conducta adaptativa que ha quedado inscrita en su biología.

Está relacionada con las neuronas espejo, un tipo de células que se activan cuando observamos una conducta y sentimos el impulso de imitarla. Sucede con la risa, con el llanto y con muchos otros sentimientos. Nos permite aprender por imitación. No necesitamos tocar el mismo objeto con el que se ha quemado otra persona porque hemos visto su expresión de dolor cuando lo ha tocado ella. Por eso se considera una conducta adaptativa.

La empatía es la capacidad de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos. De forma popular se conoce como “saber ponerse en el pellejo del otro”. Pero, como sucede cualquier otra capacidad innata, unos la desarrollan más y otros no tanto, y siempre es posible potenciarla.

¿Sirve la empatía en el trabajo?

La respuesta es sencilla: sí, porque genera beneficios. Cumplir con las normas de convivencia resulta realmente rentable. Una persona empática tratará de contemplar otros puntos de vista además del suyo. Y, por lo general, no velará solo por sus intereses, sino también por los del grupo y por los de la empresa.

Algunas de las competencias más valoradas dependen en gran parte de que la persona sea empática:

  • Trabajo en equipo. Entender los puntos de vista de otros compañeros ayuda a eliminar prejuicios. No vale solo una idea, la tuya, valen las ideas de cualquiera que realmente sean efectivas. Para una persona empática es más sencillo trabajar con un objetivo común a pesar de que no haya prevalecido su forma de ver las cosas.
  • Liderazgo. El mando puede ejercerse sin empatía ninguna; sin embargo, el liderazgo no. Un buen líder tiene a su cargo a personas que confían en su capacidad de coordinar el trabajo. Y esto en gran parte se debe a que se sienten escuchados. Sus ideas tienen una validez dentro de la toma de decisiones. La confianza es recíproca, quien ejerce un buen liderazgo presta atención a cualquiera del equipo que sepa resolver una incidencia. Asume que, como ser humano, comete errores y puede estar equivocado. Su capacidad para encontrar la mejor solución pasa por encima de su ego.
  • Negociación. En un proceso de negociación la empatía desempeña un papel fundamental. Un exceso o un defecto de esta competencia puede terminar con el trato o bien hacer que se llegue a un acuerdo poco ventajoso. Saber descifrar las reacciones de la otra parte va a convertirse en la clave para exigir más condiciones o bien para relajar un poco las peticiones iniciales.
  • Atención al público. Una persona empática es siempre una persona amable. Se pone en el lugar del otro y lo trata con respeto y simpatía. Por otro lado, esta cualidad ayuda a saber detectar lo que el público demanda y atender a sus necesidades en la medida de lo posible.

Aprende a desarrollar tu empatía

Si eres de esas personas que tiene menos desarrollada la empatía, no des por perdida la partida. Esta es una de las capacidades que se pueden trabajar. Hay un término que todo el mundo conoce bien y que define este propósito: sensibilizarse. Uno de los primeros pasos para empezar a potenciar tu empatía es observar.

Fíjate en las reacciones de las personas que te rodean ante lo que les sucede. Para ello, tienes que hacer el esfuerzo de dejar de observarte a ti mismo por un momento. Puede que tengas otros asuntos en la cabeza que te ocupen prácticamente todas las horas del día. Apártalos por un rato y pon atención en el dependiente que te vende el pan, en la vecina que te saluda o en el amigo con el que estás charlando. Si nunca te has parado ha hacer conscientemente este tipo de observación, te asombrará lo que vas a descubrir.

También hay actividades cercanas a la experiencia laboral que te permitirán aumentar tu capacidad de empatía orientada al trabajo. Estos son algunos ejemplos:

  • Pertenecer a una asociación con intereses comunes.
  • Realizar un trabajo colaborativo.
  • Implicarse en proyectos que se lleven a cabo en grupos de trabajo.
  • Hacer labores de voluntariado.



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