La importancia de llamarse Ernesto... y no Ernesta
Observo con estupor cómo se está tomando a la ligera el asunto de la identidad de género en los menores adolescentes, que además tienen algún problema relacionado con su salud mental, y recuerdo cada día la entrevista a Jefe de Psiquiatría Juvenil del Hospital Gregorio Marañón de Madrid, Dr. Celso Arango.
Conozco de cerca casos concretos de niñas (sí, hasta ahora han sido niñas, no sé si esto es significativo), de familias disfuncionales, de padres con enfermedad mental, de entornos desfavorecidos en muchos sentidos, que a su vez padecen algún tipo de trastorno en su salud mental. Ya sean trastornos de la conducta alimenticia, ya sean conductas autolíticas, suicidas, o psicosis, la cuestión es que se trata de menores que se encuentran en una situación muy vulnerable. Tienen seguimiento psicológico y psiquiátrico, y en muchos casos también por parte de servicios sociales.
Y lo que me deja pasmada, y asustada, muy asustada, es que, en el momento en que estas menores expresan que desean que se les llame por otro nombre, de chico, y dicen sentirse varones, automáticamente y sin ningún cuestionamiento ni trabajo profesional, muchos profesionales lo hacen. Inmediatamente se dirigen a estas menores mujeres, con el nombre de varón deseado.
Deseo que quede claro que no cuestiono la existencia de personas transgénero. En absoluto. Para quien no lo sepa, las imágenes que están en este artículo pertenecen a un retrato de Lili Elbe (mujer transgénero pintora de finales del siglo XIX y principios del XX), así como a imágenes de películas que tratan el tema. El cine y la literatura da fe de la existencia de estas personas desde siempre, no tengo duda. Pero como dice Celso Arango en su artículo, siempre ha habido, pero dos o tres casos al año.
Como él también dice, no se trata de un problema de salud mental, pero es cierto que las personas transgénero tienen trastornos en su salud mental (cómo iba a ser de otro modo, si uno tiene que integrar algo tan íntimo como un cambio de identidad), y que muchas personas con trastornos mentales creen que si cambian de género o de nombre, todo se habrá solucionado.
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Porque sé que existe, creo que es un tema demasiado serio como para que se tome a la ligera. Y me da la sensación de que se toma a la ligera. Un adolescente busca su diferencia a la vez que sentirse parte del grupo. Piercing, cortes y tintes de pelo, ropa... uno explora su estética, investiga, juega. Se prueban diferentes sensaciones, relaciones sociales y sexuales. No hay problema. El problema es cuando el papel del adulto se igual al del adolescente. Si un adolescente está fumando un porro, ¿lo trabajamos, o le pedimos una calada? El consumo de alcohol y drogas, los trastornos de alimentación, los cortes... son síntomas de que algo no va bien. El cambio de nombre también lo es... en muchos casos. Y en caso de que no fuera un síntoma, sino una consecuencia real de una sensación, también hay que trabajarlo porque es importante.
Un adolescente necesita límites; de lo contrario, se pierde, como se pierde un río sin riberas. Un adolescente necesita un adulto de confianza que le ayuda a estar en su centro, que le dé confianza, que le acompañe, pero no un adulto que le diga a todo que sí, sin cuestionar ni trabajar un asunto tan serio como el cambio de género o de nombre.
El nombre es una parte muy importante de nuestra identidad. Ni siquiera se recomienda cambiar el nombre de un niño cuando se lo adopta. Forma parte de él, de su ser. Y de pronto, de un día para otro, con 12 años, un niño expresa que desea que se le llame Ernesta en lugar de Ernesto, y todos los adultos profesionales que trabajan con él, sin dudar, le llaman así. Lo encuentro muy peligroso, y muy irresponsable también.
De verdad que no tengo nada en contra de un cambio de identidad de género, pero sí tengo mucho en contra de trivializar este hecho. Y no es lo mismo llamarse Ernesto, que Ernesta.
People & Organization Director
1 añoExcelente reflexión y recomendación. Ojalá pueda llegar y calar en todos aquellos/as que tanto banalizan con un tema tan serio. Lo triste es que detrás de la mayoría de ellos solo es una postura interesada
Fundadora Spirare. Instructora de Yoga, Meditación y Mindfulness -Terapeuta Transpersonal - Kinesióloga Holística
1 añoGracias Patricia por atreverte a expresar y a "denunciar" algo tan serio como es este tema en los adolescentes. Comulgo totalmente con tus palabras, y como dices una cosa es respetar el cambio de identidad de genero, cuando la persona lo siente profundamente, incluso ese cambio puede venir acompañado de cambios hormonales que pueden apreciarse en una analítica, y otra cosa muy diferente es publicitar y propiciar el cambio de genero sin ningún tipo de discriminación, ni de empleo de la razón. Al leerte me surge la siguiente pregunta, ¿el cambio de nombre de Ernesto a Ernesta es de verdad un impulso autentico, genuino, e incluso físico del adolescente o es un cambio siguiendo alguna moda actual o desde una manipulación externa? ¡Una delicia leerte! Un abrazo
Psicóloga . Formadora
1 añoAbsolutamente de acuerdo . Algo tan importante como esto , no debe convertirse en una moda. Las declaraciones de Celso Arango son una buena prueba de que a hay mucho, que se está haciendo muy mal y nuestros adolescentes, vulnerables, con sus lóbulos frontales a medio formar lo están pagando....