La mala suerte es relativa: la importancia del “Ying y el Yang” en nuestras vidas

En estos días en los que hemos cerrado un año e iniciado uno nuevo, he vivido dos experiencias completamente diferentes que, después de reflexión, calificaría también de muy complementarias. En la primera parte de mis vacaciones, para cerrar 2021, he disfrutado de unos días fantásticos con mi familia y amigos en la naturaleza y la nieve. Y, de repente, el día 1, todo cambió: los cuatro en la familia dimos positivo en el test Covid. Tuvimos síntomas que nos dejaron bastante K.O. y en casa durante una semana. Por suerte, ahora mismo estamos todos bien y recuperados.

Mirando atrás, lo que fue una muy mala noticia en la mitad de las vacaciones (y en el primer día del año...), ha acabado no siendo tan malo: ¡al contrario! Aparte de permitirnos unos días de calma y tranquilidad, sin planes, ni salidas, ni visitas, hemos disfrutado de momentos de introspección que nos han permitido apreciar aún más la primera parte de este periodo festivo y, sobre todo, darnos cuenta de que la salud es lo más importante: valoramos lo que tenemos cuando lo perdemos.

La ausencia de “ruido” externo y el tener como único objetivo cuidarnos no ha estado nada mal. Han sido unos días muy interesantes de toma de consciencia personal que me han hecho reflexionar una vez más sobre la indivisibilidad del “Ying y el Yang” en nuestras vidas; opuestos que no pueden existir el uno sin el otro. Me han hecho considerar el valor de la calma después de la tormenta y el del silencio frente al ruido para restablecer el equilibrio vital.

Mi periodo off de hibernación por Covid me ha dado también la oportunidad de revisar la primera parte de mis vacaciones, en las que, además de disfrutar mucho de la familia, he hecho algo de lo que me siento especialmente orgullosa.

Hacía unos años que no esquiaba y tenía muchas ganas. Los que me conocen bien saben que, desde siempre, he sabido que no me iba a ganar la vida con el deporte, y menos con el esquí :), pero es una práctica que me atrae especialmente por realizarse al aire libre y muy en contacto con la naturaleza. Aún y no ser demasiado hábil, este año me propuse disfrutar del momento. ¡Y así fue! Lo pasé muy bien, sintiéndome muy libre y orgullosa de mí misma por los avances conseguidos.

Reflexionando sobre lo que hizo que así fuera, destaco varias cosas:

• Tenía claro que lo que quería para estos días era aprender y disfrutar de momento.
• Decidí apuntarme a un curso grupal y tuve la suerte de dar con una persona genial. Roger es un pastor de ovejas en los alpes franceses de más de 70 años pero, a su vez, también es monitor de esquí. Lleva más de 40 años enseñando a personas de todo tipo la práctica del esquí alpino. De forma muy tranquila y auténtica, supo generar confianza en el grupo desde el primer momento. Esto nos dio la seguridad y la autoconfianza que nos hacía falta para abrirnos al aprendizaje y conseguir que el miedo no nos paralizara. Nos daba buenos consejos, siempre personalizados y, sobre todo, palabras de reconocimiento cuando hacían falta. Por otro lado, su pasión por la montaña y el esquí emanaban de todas sus acciones, así como sus ganas de compartirla con nosotros.
• Tuvimos varios días de condiciones excelentes, sol, nieve polvo… Esto ayuda y hace el momento más agradable, lo reconozco. Cabe decir que también hubo algunos días muy fríos, con lluvia y nieve. Y, aunque parezca extraño, aunque estos días fueron más duros, no tengo un mal recuerdo de ellos. ¡Al revés!

Por todos estos motivos, empiezo el año recordando algunos buenos aprendizajes:

• La mala suerte es relativa: depende de los ojos con los que miras.
• Tener tiempo y momentos de calma e introspección nos ayuda a valorar y reconocer lo que tenemos.
• Todo empieza por ti: sin actitud y propósito claro no hay desarrollo. Cada uno tenemos nuestro tempo y no todo el mundo está siempre preparado para el aprendizaje.
• Confiar en ti mismo y superar el miedo son la base del desarrollo. Para ello, es básico poder caer y volver a levantarse en un contexto de seguridad psicológica, sabiendo que, pase lo que pase, te apoyarán.
• Las buenas condiciones externas pueden ayudar, pero la clave esta en tu interior. La motivación sostenible es la intrínseca y no depende de las recompensas externas.

Por supuesto, lo que acabo de explicar no son ideas nuevas y forman parte de la condición humana: por eso se nos olvidan con facilidad. Es justamente por eso que el desarrollo personal nunca acaba y es bueno dedicarle un poco de tiempo en nuestras vidas.

Mi deseo para este 2022 es que estos aprendizajes estén bien presentes en mí todos los días del año. Os deseo lo mismo para vosotros, junto con salud, amor y proyectos llenos de propósito.