La mirada perpendicular de Keila Vall
Keila Vall de la Ville es una escritora venezolana asentada en Nueva York, hasta donde ha llevado los eventos de poesía en vivo, Jamming Poético, que comenzó en Caracas. Ella guarda en su andamiaje un bulto de experiencias como antropóloga, mochilera, montañista, madre de dos hijos, emigrante, estudiante y académica, pero sobre todo narradora y poetisa. Nos encontramos en los entretelones de Miami Book Fair 2017 y no dejé pasar la oportunidad para que me contase acerca de su novela, Los Días Animales (Oscar Todtman Editores, 2016), que receintemente ha sido reconocida con un segundo premio a Mejor Novela en Español en los International Latino Book Awards. En esta conversación nos abre la puerta a su mundo creativo, cómo nacen sus historias y cómo afronta el oficio de escritora con una visión, perseverancia y paciencia que parece propia del escalador.
De antropóloga a escritora de oficio
Creo que todos a veces tenemos o flirteamos con la idea de escribir. Y a veces necesitamos desesperadamente escribir una que otra línea por ahí. Algunos perseveran y encuentran ahí un espacio expresivo importante, otros no necesariamente. En mi caso, yo siempre había escrito. Siempre había tenido esas cositas guardadas por ahí, sin embargo nunca me había planteado ser escritora, ni dedicarme a escribir.
Estudié Antropología, hice una maestría en Ciencias Políticas, y en un momento transformador, de muchos cambios en mi vida, dio la coincidencia o la posibilidad, de aplicar para poder tomar un taller de Monte Ávila Editores, y me aceptaron. Es un taller más o menos largo, bastante sólido, con una buena formación, porque te permite durante casi un año escribir y compartir lo que escribes con los que están allí, con los otros talleristas, y entonces lees lo de los demás y los demás leen lo tuyo. Y se trabaja con mucha crítica. Para mí ese fue un proceso muy importante y muy transformador. Más o menos por esa misma época hice el taller del CELARG, de la Casa Rómulo Gallegos. Estos dos en Caracas, en esa época vivía en Caracas. Y los dos más o menos tenían la misma dinámica. Este taller era un poco más amplio, si en el primero había como 10 estudiantes en el segundo había como 20, con Luis Barrera Linares como director de taller y en el otro con Carlos Noguera. ¡Ambos estupendos!
Sin darme cuenta o sin habérmelo propuesto, llegando el momento de terminar estos talleres, descubrí que tenía lo que se iba a convertir en un libro de cuentos entre manos (Ana no duerme (Monte Ávila Editores, 2007). Y también descubrí el gran placer que encontraba, ya no solamente en escribir alguna historia o algún cuento corto...
Leer más en: Latinfluencers.com