La moralidad de las decisiones
Todos los días tomamos diferentes decisiones en todos los ámbitos de nuestra vida y esto se debe a que normalmente se nos presentan diversas opciones o caminos para afrontar una realidad o dar solución a una situación problemática, pero sólo podemos tomar una, lo que muchas veces implica un dilema moral que nos exige identificar qué es lo correcto y qué es lo incorrecto.
En el film de ciencia ficción Pasajeros (Morten Tyldum, 2016) el protagonista Jim Preston se embarca en un viaje interplanetario de 120 años de duración junto a otros cientos de personas, pero su cápsula de hibernación sufre un desperfecto y Jim es despertado 90 años antes de llegar. Siendo imposible reparar la cápsula y no pudiendo regresar a hibernar, Jim recorre solitario la inmensa nave y descubre a la pasajera Aurora Lane en estado de hibernación, quedando impresionado con ella. Luego de un intento fallido de suicidio para poner fin a su insoportable soledad, Jim empieza a considerar la posibilidad de despertar a Aurora, pues así tendría con quien compartir el largo viaje y en realidad su vida, pero sabe que al hacerlo condenaría a la mujer a que pase el resto de su existencia en la nave y nunca llegue a su destino, igual que él.
El dilema moral de Jim no es ajeno al mundo real. La teoría ética nos alcanza diversos enfoques que nos pueden ayudar a tomar la decisión correcta, siendo los más característicos el deontologismo y el consecuencialismo. Desde el deontologismo las acciones son buenas o malas en sí mismas de acuerdo a las normas morales y de allí que deban ser realizadas o evitadas. Por su parte el consecuencialismo defiende que actuar correctamente es hacer algo por nuestro bien o por el bien de los demás de acuerdo a los resultados, pues el valor de las acciones depende del mayor o menor bienestar que produzcan.
Un ejemplo recurrido para ilustrar estas dos corrientes éticas es el Caso Mignonnette ocurrido en 1884. Se trata de un velero inglés que naufragó en el Cabo de Buena Esperanza quedando sus cuatro tripulantes en altamar en un pequeño bote; luego de varios días sin agua ni alimentos el más joven de los náufragos enfermó y los otros tres decidieron matarlo y alimentarse de él para poder sobrevivir unos días más con la esperanza de ser rescatados, lo que en efecto sucedió, pero a su retorno a Inglaterra fueron sometidos a juicio por la muerte del muchacho.
Visto este caso real desde la perspectiva del deontologismo, el homicidio es reprobable en sí mismo y no existe razón que lo justifique, más aún si se trataba del más joven y débil de los tripulantes, por lo que el acto cometido fue inmoral sin duda alguna; no obstante, desde un enfoque consecuencialista podría admitirse que sacrificar la vida del joven fue un acto correcto, pues no iba a resistir mucho tiempo por su estado de salud y además se tuvo como resultado la sobrevivencia de los demás náufragos, su retorno a la sociedad inglesa y el reencuentro con sus respectivas familias. De hecho ambas perspectivas fueron materia de debate en el juicio, primando al final una visión deontológica, pues se declaró a los marineros culpables de asesinato de su joven compañero.
Fue a Universidad Nacional Pedro Ruíz Gallo
5 añosExcelente profesor